Pipipi, pipipi. Pipipi, pipipi.
-¡Jodida alarma!- Dije despertándome de golpe. Siempre me pasaba lo mismo: Ese ruido insufrible me asustaba como el demonio. Con toda la pena de mi alma me levanté de la cama, ya que si me quedaba ahí un minuto más seguro que me volvía a quedar dormida. Me fui directa al armario, cogí lo primero que encontré y rápidamente me vestí. Cuando ya consideraba que estaba lista me eché un último vistazo en el espejo, donde vi a una simple chica morena de ojos azules y cabello negro vestida con un jean pegado y una camisa de cuadros que parecía tres tallas más grande. Sabía que ni de lejos me veía como las chicas "populares" del instituto, pero siempre creí que para ir a clase no necesitaba arreglarme tanto. ¿Es que unos tacones pueden ayudarme a resolver mejor un problema de química? ¿O quizás para entender la transcripción del ADN en biología? Puede que por ello muchas chicas de clase me miran raro, pero a mi me importa un pimiento, un rábano y toda la ensalada completa. ¿Para que quiero perder media hora maquillándome si puedo aprovechar ese tiempo en cosas más productivas, como dormir?
En mitad de estas divagaciones escuché un ruido en la cocina, y supe de inmediato que mi madre estaba preparando mi deseado café. Simplemente maravillosa.
- ¡Buenos días cariño!, me dijo con esa sonrisa que la caracterizaba.
- Buenos días mamá, le contesté mientras le besaba la mejilla- Gracias por hacerme el desayuno.
-Lo hago con mucho gusto, ya que si te lo dejo a tí todos sabemos que no desayunarías nada. ¡Eres una floja, hija!- Dijo intentando parecer dramática.
- ¿Por qué me dices eso todos los días? Tampoco es que estoy como un espárrago...- Le dije riendo a carcajadas. Mi madre siempre se mosqueaba con el tema de la comida.
- Muy graciosa- Dijo entornando los ojos.
-¿Ha bajado ya Ethan?- Le dije para que dejara el tema. La verdad es que cuando quería se ponía muy pesada.
Ethan es mi primo, y también uno de los chicos más populares del instituto. ¿Lo típico, no? Se mudó a mi casa por petición de mi tía, ya que al parecer sus anteriores amigos eran una mala influencia y le llevaron a tontear con las drogas. Un poco triste, la verdad, ya que es un chico fantástico. A petición mía en el instituto éramos casi desconocidos, ya que me negaba a verme en ese lío de intrigas, rivalidad y odio que llaman "popularidad". Tampoco quería que sus locas acosadoras me siguieran para intentar acercarse a él. Ugh, asco. A pesar de que se le conoce por ser un mujeriego yo se que es una persona increíble que haría lo que fuese por mí. Pero bueno algún defecto debía tener el muchacho, ¿no?.
- Aquí estoy- Dijo mientras bajaba las escaleras- No te preocupes tía, voy a desayunar allá ¿Nos vamos ya?- A lo que simplemente asentí.
El instituto estaba bastante cerca de la casa, por lo que todos los días íbamos caminando juntos. Es una buena de despejar la mente y siendo sinceros también de espabilarme un poco. A los 15 minutos ya nos encontrábamos en la puerta, donde se veían a muchos adolescentes apurados y otros más rezagados con sus parejas. Era hora de despedirme de Ethan.
- Que te vaya bien Ethan- le dije dándole un beso en la mejilla.
- A tí tambien Dan, aunque se que sería imposible lo contrario- Dijo riéndose mientras se alejaba.
Después de despedirme de Ethan me dirigí a mi primera clase del día: Matemáticas. En la puerta ya me estaba esperando Alexia, mi mejor amiga, tan puntual como siempre. ¿Cómo lo hace para aparecer tan pronto y tan perfecta siempre? A mi con suerte me daba tiempo a asearme, vestirme, "peinarme" (o por lo menos un intento) y un ligero desayuno. Ella era una despampanante rubia, ojos marrones, alta y muy bien proporcionada. Todos creían que era una rubia hueca más con la que era fácil acostarse, pero eso solo eran falsos rumores que pretendían hundir su reputación. Lo bueno (o malo, dependiendo de por donde se mire) es que la rubia tiene un orgullo más grande que el titanic, por lo que no hace ni el más mínimo caso a los comentarios.
Después de dos horas hablando de matrices, determinantes y sistemas de ecuaciones tocó el timbre. ¡Salvada por la campana! A la siguiente hora no teníamos clase, ya que la profesora de historia se acababa de casar con el de física (¿un poco raro, no?) y esta semana estaban de vacaciones, lo que nos dejaba una hora libre. A Alexia y a mí nos apetecía un buen café, por lo que decidimos pasarnos por la cafetería y allí también charlar tranquilas sobre el fin de semana. Justo cuando estaba abriendo la puerta unas chicas salieron rápidamente, y si no fuera porque me agarré a mi amiga probablemente ahora estaría en el suelo.
- Vaya, la nerd y la puta juntas. - Dijo Zoe, la capitana de las porristas y la chica más odiosa que conozco. Incluso alguna vez he pensado en arrancarle alguna de sus extensiones o darle un empujón para que se tropezara con sus ridículos tacones. ¿Cómo alguien podía ponerse esa arma del demonio sin salir lastimado? Nunca entendí el por qué de ponerse zapatos tan altos para verse más guapas si luego no sabían andar y parecían jirafas recién nacidas. Bueno, me desvío del tema principal. La verdad es que es una chica horrible que solo intenta hacer imposible la vida de las personas que considera por debajo de su "estatus" o alguna mierda así. Especialmente a nosotras.