Isabella: La llegada a Dédfer

|Capítulo 2|

Isabella

Mi cara de sueño cambia en el instante que el timbre suena anunciando la hora de descanso.

Al fin libertad.

El maestro de historia, si que sabe como hacer dormir a todo el salón.

Mi estomago empieza a gruñir exigiendo que sea alimentado. Mientras buscaba el salón de clases, vi donde estaba ubicada la cafetería, así que no fue tan difícil encontrarla.

Aun tengo otras clases, así que beberé algo, tal vez solo tomaré un café o algún licuado.

Cuando llego a la cafetería veo el menú. Me siento indignada cuando no encuentro ni un maldito batido. En mi antigua universidad la comida es muy diferente a la de aquí. 

—¿Qué onda?—giro mi mirada en la dirección de esa voz. Es Daniela.

—¿Qué onda? — repito la pregunta.

—¿Qué vas a pedir? —observo su bandeja, ella tiene una enorme hamburguesa.

—No lo sé, no hay nada de mi gusto— hago una mueca de desagrado.

Ella me sonríe, le pide un refresco a una de las vendedoras de la cafetería.

Nuevamente mi estomago gruñe, pero lo hace tan fuerte que Daniela logra escucharlo. Yo siento como el calor sube a mis mejillas, estoy avergonzada.

—Deberías comer algo—me dice—. Parece que a tu estomago no le importa. 

—Pero no quiero comer esa comida — espeto.

—Es todo lo que encontraras en una universidad pública — giro mi cabeza al otro lado y ahí se encuentra Daniel.

Está muy concentrado observando como la cocinera prepara su almuerzo. Su rostro está serio, sin ninguna expresión.

—¿Comerás con nosotros?—me pregunta Daniela.

—Yo... — no sé que decir.

—Me voy— anuncia Daniel y camina en dirección al salón de clases.

—¡Oye, siempre almorzamos en el comedor!—reclama su hermana.

—Comeré en el salón — no dice más y desaparece entre la multitud de estudiantes.

Daniela suspira y luego me ofrece una sonrisa.

—¿Comemos juntas?—vuelve a preguntar, yo solo asiento—. Te compartiré de mi hamburguesa, no tengo tanta hambre.

Ambas nos sentamos en una de las mesas de la cafetería, Daniela toma una mitad de la hamburguesa y la otra me da a mí con una sonrisa.

Comemos en completo silencio, algo lo cual agradezco ya que me molestaría estar hablando con la boca llena.

—¿De dónde eres?— pregunta cuando ambas terminamos nuestro almuerzo.

—Vivía muy lejos—respondo—. Bastante lejos.

—Eres de la ciudad— afirma.

—¿Cómo lo sabes?—cuestiono sorprendida.

—Es muy obvio.

¿De verdad soy muy obvia? Pues claro que lo soy.

—¿Con quién harás el ensayo de filosofía?

—Supongo que sola—respondo de mala gana—. No conozco a nadie, así que lo haré yo misma, puedo hacerlo.

—¿Quieres trabajar conmigo?—siento un calor extraño en mi pecho—. Si tú quieres, claro— me sonríe.

—Me encantaría.

Siento algo dentro de mí, creo que estoy feliz y emocionada. Supongo que así se siente cuando haces un nuevo amigo en un lugar completamente extraño y desconocido.

❤🐺❤

Las últimas horas de clases se me hicieron eternas, pero finalmente salí. Ya casi oscurece. Daniela me informó que fuera del pueblo hay tiendas comerciales. Es ahí donde los habitantes van cuando necesitan algún producto de emergencia que no es posible encontrar en el mercado del pueblo.

Tuve que ir hasta allá para tener dinero en efectivo y aproveché para comprar alimento. Honestamente, en este sitio me siento en la antigüedad donde no hay teléfono celulares, la señal es pésima.

—¡Aléjate! — espeto—. ¡Fuera de aquí pulgoso!

Desde que salí del lugar donde retiré dinero y compré algunas cosas me viene siguiendo un perro. Desde pequeña, los animales me seguían, desde perros y gatos callejeros hasta las ardillas.

—Ya no me sigas —le digo, como si fuera a responderme.

Llegué a mi motocicleta y me subí, manejo lo más veloz que pude.

Por esa razón se me hizo muy tarde, todavía tengo que llegar a la cabaña a preparar la cena y terminar mis tareas de la universidad.

Ya oscureció pero por suerte la motocicleta tiene una lámpara que me permite ver. Me desvío de la carretera ya que la cabaña esta dentro del bosque.

Tuve un día muy largo, este día no podía empeorar, y para colmo, sí empeoró.

Me quedé sin compustible.

Por un momento me enfado y estoy por explotar, mas recuerdo que tengo un poco de gasolina en la cabaña. Siempre es bueno tener unos cuantos litros por si algo similar sucede. Menos mal que la cabaña no está tan lejos, puedo irme caminando y mañana traeré el combustible y me iré directamente a la universidad.

Bien pensado.

Tomo mis compras y comienzo a caminar en dirección a la cabaña, está totalmente oscuro y casi no logro ver nada.

Mi cuerpo se tensa cuando escucho claramente pasos detrás de mí.

Miro a mí alrededor y no logro ver nada. Creo que fue mi imaginación. Continuo caminando y no sé por qué siento que me vienen siguiendo. Me quedo parada, regreso a ver detrás de mí y observo el oscuro bosque, no hay rastro ni de un mosquito. Continuo caminando y miro frente a mí.

Me quedo en shock. Mi corazón late tan rápido como es posible y el miedo inunda todo mi ser.

Sé que no veo con claridad por la oscuridad pero estoy segura que frente a mí hay un lobo.

Siento su mirada sobre mí, comienzo a temblar cuando gruñe. Retrocedo unos cuantos pasos cuando el lobo comienza a acercarse.

Es gigantesco.

Jamás creí que los animales estuvieran muy grandes.

Éste no es un lobo ordinario.

Puede ser la idea más tonta pero comienzo a correr. Siento que viene detrás de mí.

Corro lo más rápido que puedo, no me atrevo a mirar atrás porque sé que ese lobo salvaje estará ahí.

Todo se va al precipicio cuando me tropiezo con una roca, me caigo al suelo y comienzo rodar un poco. Trato de levantarme pero el lobo ya esta sobre mí. El miedo está en cada parte de mi ser, me muestra sus gigantescos dientes y me gruñe.



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En el texto hay: fantasia, romance, licántropo

Editado: 11.06.2021

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