Isabella: La llegada a Dédfer

|Capítulo 5|

Isabella

—¿Ya habías estado en una situación similar?—cuestiona Daniela con molestia —. ¿Por qué no me lo dijiste? Debiste decir que un lobo te había atacado.

Pongo los ojos en blanco.

—¿Por qué te contaría algo así?

Hace unos minutos Daniela me acompañó hasta la cabaña. Me ha estado haciendo miles de preguntas sobre lo que ocurrió en el bosque, yo le conté que no era nada nuevo para mí, ya que anteriormente me había pasado.

Daniela parece frustrada. No ha parado de caminar de un lado a otro, incluso pienso que hará un camino en el suelo o sus zapatos se desgastaran. Sin embargo, deja de caminar cuando dos personas desconocidas entran a mi cabaña como si fuera su casa.

—¡Mamá! ¡Papá! — exclama Daniela.

Ambos le sonríen a su hija y se dan un fuerte abrazo grupal. Eso causa que sienta un pequeño dolor en mi pecho. El recuerdo infausto de mis padres está en mi cabeza, ahora lo único que quiero es que todos se vayan y me dejen sola.

Cuando se separan de su abrazo, los padres de Daniela me observan a mí.

Ahora yo soy el centro de atención.

—Cariño — habla la madre de Daniela —. ¿Por qué no me contaste sobre ella? — creo que se refiere a mí.

¿Por qué hablan como si no pudiera escucharlos?

La madre de Daniela es una mujer muy hermosa, viste de manera elegante al igual que su padre, los dos tiene su cabello castaño con unas cuantas canas, pero en realidad son muy pocas. Ambos se ven bastantes jóvenes.

—¿Cómo iba a saber que ella era la hija de los Anderson?— espeta Daniela—. ¡Hay miles de personas con ese apellido!

—Sí, pero no cualquier Anderson vive en medio del bosque — anuncia su padre.

Mi amiga se queda muda, con la boca abierta. Yo por mi parte, estoy tratando de analizar lo que sea que estén hablando.

—Señorita — me llama la madre de Daniela —. El bosque no es seguro ¿dónde están Isabel y Antonio?

Siento como si me hubieran apuñalado. Isabel y Antonio son mis padres, los cuales ya no están más conmigo.

—Están muertos...— trato de responder con el nudo en mi garganta.  

Los mayores parecen afectados por la noticia e incluso creo que sus ojos se han cristalizado, por otra parte, Daniela solo parece incómoda.

—Lo sentimos tanto — dice el señor —. Tus padres eran unas maravillas personas y los mejores amigos que pudimos tener.

—¿Conocieron a mis padres?

Ambos asientos con una diminuta sonrisa.

—No puedes estar aquí sola, es peligroso — dice la mujer—. Ven con nosotros, vamos a protegerte.

No es mala idea dejar esta pequeña cabaña e irme con ellos a su enorme casa. Sin embargo, por alguna razón mis padres me dejaron esta cabaña, además, puede que digan que fueron sus amigos, pero aun así, siguen siendo desconocidos para mí.

—Agradezco mucho su oferta pero, tengo que rechazarla — respondo de la mejor manera posible —. Ni siquiera sé sus nombres.

—Pero que mal educados — dice el hombre apenado —. Me presento, soy Gabriel Wilson y ella es mi esposa Elena.

—Isabella Anderson — puede que ya conozcan mi nombre pero aun así me presento.

Los padres de Daniela observan la cabaña, cada detalle que hay y toman asiento en un pequeño sofá junto a su hija.

—Considero que deseas una explicación a lo que acaba de ocurrir con el lobo— dice el señor Gabriel.

—¿Van a decirme que son hombres lobos? — bromeo. Sin embargo, mis visitas no parecen tener sentido del humor.

—¿Cómo lo sabes? — cuestiona Elena. Mi sonrisa divertida se borra de inmediato — ¿Estabas bromeando?

Asiento en respuesta.

—Tus padres conocían nuestro secreto — comenta Gabriel —. Somos licántropos.  

—Casi todos — agrega Daniela. La miro detenidamente de pies a cabeza.

—¿Tú también lo eres? — cuestiono atónita —. ¡Tiene que ser una broma!

Si no fuera por los últimos sucesos que viví; el lobo que me atacó, el muro de piedra que apareció mágicamente y ahora los padres de Daniela que dicen ser licántropos y amigos de mis padres. Realmente pensaría que enloquecí.  

—¿Qué edad tienes, Isa? — pregunta el padre de Daniela.

—Hace poco cumplí los 18.

Se forma un silencio en la habitación. Comienzo a sentirme incómoda y solo espero a que todos se vayan de una vez y me dejen sola sin ningún problema, además, quiero olvidar los últimos sucesos que me han sucedido.

—Sé honesta — masculla Daniela—. ¿Haz hecho algo sobrenatural?

Lo primero que pienso es en el muro de piedra, si bien, no estoy segura de hacerlo yo misma, agregando que, no estoy segura si es buena idea confiar en estas personas.

—Es justificable desconfiar — comenta la señora Elena —. No te preocupes, cielo, pero, cualquier cosa que necesites no dudes en venir con nosotros, por el momento entendemos que quieras estar sola.

Es un verdadero alivio cuando finalmente todos se van de la cabaña.  

El pulgoso hace acto de presencia.

—¿Dónde te metiste? Debiste correrlos, con tu ladrido o algo, para qué me sirves — espeto—. Creí que ya te habías largado.

Dejo caer mi cuerpo en el sofá, por supuesto que mi sofá no se siente como estar en una nube, así que, en el instante que mi cuerpo aterriza, sufro las consecuencias de que sea una sofá viejo y duro.

El pulgoso se acerca a mi con las orejas abajo y la cola entre las patas, como si fuera a castigarlo. Verlo así, me provoca un poco de ternura y acaricio su cabeza.

—¿Por qué mis padres me dejarían aquí? — le pregunto a perro— ¿Por qué aun no te vas? Si soy honesta, los extraño, extraño tanto sus regaños.

Empiezo a sollozar. El perro se queda a mi lado todo el tiempo que estuve llorando y lamentando la muertes de mis padres.

❤🐺❤

La mañana siguiente llegué a clases bastante temprano. Daniela y su hermano aun no aparecían y esperé ansiosa a que se presentaran porque tengo muchas dudas que quiero que sean respondidas.



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En el texto hay: fantasia, romance, licántropo

Editado: 11.06.2021

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