Isabella: La llegada a Dédfer

|Capítulo 8|

Isabella

Mi corazón y mi alma se tranquilizan cuando estoy frente a la cabaña. Estaciono la motocicleta cerca de la entrada.

—Nada mal para viajar a esa velocidad — dice mi acompañante mientras se baja del vehículo.

El tal Max me acompañó hasta la entrada de mi hogar.

Al principio pensé en cómo me mataría por el camino de forma rápida que ni me diera la oportunidad de gritar por ayuda, pero este día he vivido para contarlo.

Introduzco la llave en la perilla y cuando abro la puerta, antes de entrar, giro mi cuerpo para despedirme de Max. Sin embargo, él está muy entretenido observando las rosas que adornan la entrada de la cabaña.

—¿Tú hiciste esto?

Alzo mi ceja derecha sin comprender a qué se refiere.

Max hace el intento de querer acercarse a la entrada, pero por alguna razón no puede dar ningún paso después de las rosas.

—¿Qué sucede? — inquiero.

—¿Quién puso esas rosas? — interroga gruñendo.

—Ya estaban ahí cuando llegué — respondo confundida.

El rostro enfadado de Max parece relajarse e incluso hasta sonríe como si nada malo pasara.

—¿Qué sucede? — vuelvo a preguntar.

—No puedo entrar— señala las rosas—. Algo tienes esas flores que me lo impide.

Miro detenidamente las flores y no se ve que tengan algo especial, solo son plantas.

—Pero… — murmuro —Daniela y sus padres ya han entrado.

—¿Por qué esa discriminación a los vampiros? — se cruza de brazos indignado.

Retrocedo asustada.

—¡¿Vampiro?! — tartamudeo—. ¿Eres… un vampiro?

—No voy a lastimarte — se ríe a carcajadas — y aunque quisiera no puedo acercarme — dice señalando nuevamente las rosas.

—Oye… eh… — balbuceo.

—¡Max! ¡Dime, Max! — anuncia. Aunque ya sabía su nombre.

—¿Eres hermano de Daniela y Daniel? — el parecido entre ellos es evidente —. ¡Entonces son trillizos! — exclamo sorprendida.

—No… — frunce su ceño—. ¡Son mis primos! Además yo soy mayor que esos niños.

—¿Cómo un vampiro puede tener de primos a licántropos? — cuestiono.

El vampiro se mantiene callado, su silencio me dice que no piensa responder. Aunque para mí sea sorprendente e imposible que puedan ser familia, pero quién soy yo para creer eso. Después de todo, debo aprender que todo es posible, desde que estoy en el pueblo, lo que creía ilusorio, es real.

Debido al silencio que se ha formado, decido crear otra pregunta para cambiar el tema.

—Y… ¿Conociste a mis padres?

—¿Es un interrogatorio?

Desvío la mirada avergonzada. ¿Está mal que quiera averiguar sobre ellos? De pronto, en lo profundo del bosque se escuchan aullidos.

—Es mejor que entres.

—¿Y si esas cosas vienen? — pregunto aterrada.

—No podrán pasar si están transformados, las flores no permiten que las criaturas se acerquen— intenta tranquilizarme.

—¡Daniela y sus padres entraron! — espeto —. ¡Y ellos son lobos!

—Pero no estaban transformados, ¿cierto?— musita —. En cambio, yo soy vampiro las 24 horas. ¡Deja de ser tan dramática!

Vuelven a escucharse los aullidos. Max desaparece en un segundo, corre a una velocidad impresionante que lo único que deja de rastro es el polvo.

❤🐺❤

—¿Tú que opinas? — veo al pulgoso comer muy a gusto su alimento —. Ya estoy hablando con un perro, me estoy volviendo loca.

Dejo que mi cuerpo caiga sobre el sofá.

—¿Por qué aun no te has largado? — el perro deja de comer y se acerca hasta echarse cerca de mis pies —. ¡Me han invadido!

Estuve mucho tiempo observando al perro, mientras éste se quedaba dormido. La primera vez que lo vi, estaba en la carretera fuera de este pueblo, fuera del peligro que hay aquí y a pesar de lo cruel que fui, me siguió y me defendió del lobo.

—Mikey... — murmuro. El perro se despierta de inmediato meneando su peluda cola—. ¿Te gusta, Mikey? — cuestiono. No sé si entienda lo que le digo, pero parece feliz y satisfecho con ese nombre que inventé en diez segundos —. ¡Mikey! ¡Sí, tienes cara de Mikey!

Me levanto del sofá y me acerco a un mueble donde guardé los libros de mis padres. Saco ambos de un cajón y regreso a sentarme al sofá.

Elijo revisar primero el de mi padre.

En la primera hoja está escrito su nombre con una bella caligrafía que solo él sabía hacer. Paso a la siguiente hoja, hay muchas letras que no quiero leer, son tres hojas con bastantes letras.

En la cuarta página leo en letra grande: «Licántropos».

"Los licántropos tienen apariencia humana y suelen vivir como cualquier persona común. Desde cachorros sus cinco sentidos están más desarrollados que un humano.

Su transformación suele ser entre los 16 y 18 años humanos, después de la transformación, para ellos, es una necesidad satisfacer el apetito de su bestia interior. Cada noche su parte animal les exige alimentos; carne de algún depredador o humana."

Dejo de leer y observo a mi alrededor. Todo sigue tranquilo. Por alguna razón sentí un escalofrío en mi cuerpo al leer esta parte, pero Mikey está durmiendo tranquilamente así que me relajo.

"Querer alimentarse de animales vivos es una necesidad que no pueden evitar, sin embargo, su instinto salvaje solo aparece en la luna llena.

Dato curioso: Siempre hay luna llena en el pueblo. 

¿Por qué? No lo sé. Desde años atrás nunca se ha visto la luna de otra forma, quizás por esa misma razón es que en este pueblo, las criaturas sobrenaturales habitan aquí."

Me levanto otra vez del sofá. Me asomo por una ventana a mirar el cielo nocturno; ahí está la luna llena.

¿Qué hacían mis padres en un pueblo como este? ¿Por qué me mandaron aquí?

Si continuo en este lugar no creo sobrevivir ni un año.

Volví a las páginas anteriores que había ignorado.

"Nací en Dédfer al igual que Isabel, ambos nos conocimos cuando nuestros grupos estaban en rivalidad. Mis padres me decían: «nunca te acerques al río». Era un niño y desde luego, desobedecí sus ordenes.



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En el texto hay: fantasia, romance, licántropo

Editado: 11.06.2021

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