Isabella
"Los licántropos se caracterizan por ser muy territoriales, al no tener un alfa, se atacan entre ellos si otro licántropo está en su territorio sin ser invitado. Lo mismo ocurre con sus parejas; suelen ser posesivos, a la vez que muy amorosos.
Cuando un hombre lobo “marca” a su pareja que ha elegido, mediante una mordida, se convierte en su compañero y se crea un lazo inquebrantable que dura por toda la eternidad. La marca, es un símbolo de amor eterno y compromiso. Los licántropos prometen lealtad y protección a su pareja, sin embargo, si por algún motivo, su compañero fallece, el licántropo cae en depresión y muere o en algunos casos; enloquece."
Después de llegar a casa, leí el libro de papá para investigar por qué Daniel aun no se transforma o el motivo de que tenga mucho cansancio.
—¿Pareja? ¿Depresión? — cuestiona Daniela atónita.
Al día siguiente cuando llegué a la escuela, los mellizos ya estaban en el salón de clases. Daniel estaba dormido y ahora llevaba una chamarra de mezclilla con la que se cubría el rostro. Aun faltaban unos minutos para que iniciara la primera clase con el profesor de historia, así que Daniela y yo nos fuimos a una mesa de la cafetería para conversar y le conté mi hipótesis sobre el tema de su hermano.
Tenía la idea de que Daniel se había enamorado y según el libro de mi papá; los licántropos son posesivos y prometen amor eterno y lealtad. La chica pudo haber rechazado a Daniel y por eso, él ahora está muy cansado porque no supera el rechazo.
—Tenía más lógica cuando lo pensé— musito decepcionada de mí.
Daniela comienza a reírse a carcajadas.
—Gracias por tratar de investigar pero… es absurdo.
—Lo sé pero… aquella noche la tal Alicia lo llamó “cariño” y yo me hice toda una historia dramática cuando leí sobre las parejas de los licántropos.
Ahora que lo he dicho y me he escuchado a mí misma, lo admito, sí parece absurdo. Aunque no solo pensé eso sobre la situación de Daniel. También hay otro asunto que no he dejado de pensar desde ayer que leí el libro.
—Daniela, hay algo que quisiera preguntarte — musito—, quizás sea una pregunta tonta pero… ¿Por qué a ti no te afectó la muerte de tu compañero?
—¿A… A qué te refieres? —tartamudea.
—Según el libro de mi padre; cuando pierden a su compañero muere de la depresión o enloquece — explico lo que entendí de los escritos del libro.
—Sí, pero… conmigo es diferente — replica —, yo nunca “mordí” a Miguel, por eso no existe un lazo que nos una y aunque su muerte me sigue doliendo, no significa que lo haya marcado.
Miro de soslayo bajo la mesa. Daniela está movimiento su pie derecho bastante, es un acto de nerviosismo.
—Entonces… si no hay mordida no hay lazo, no hay amor, ni lealtad — analizo el tema.
—Exacto… — susurra.
—Creo que mi papá sabía mucho de los licántropos— comento.
—Lo que me han contado mis padres es que los Anderson escribían sus descubrimientos en esos libros — me cuenta más tranquila —. El señor Anderson investigaba sobre las criaturas sobrenaturales de este pueblo y la señora Anderson escribía los trucos que podía hacer con sus dones mágicos.
Mi rostro expresa mi confusión.
—¿Dones mágicos?
—Así es, Isa— asiente—. Tienes 18 años, ya debió haberse activo tu lado mágico.
❤🐺❤
—¿Por qué tengo que estar aquí? — pregunta Max cruzándose de brazos—. No me molesta estar aquí — me observa fijamente a la vez la me sonríe —, pero piensas que no tengo nada mejor que hacer.
Daniela tuvo la brillante idea de hacer que mi “lado mágico” saliera. Le conté un poco sobre lo que ocurrió aquella noche cuando vi por primera vez al lobo.
Cuando las clases terminaron, llamó a su primo para que nos reuniéramos en una parte del bosque.
—¿Tienes algo mejor que hacer? — cuestiona Daniela. Max niega con su cabeza —. ¡Ves, no tienes nada mejor que hacer!
—¿Y yo qué tengo que hacer aquí? — pregunta Daniel —. ¡Yo sí tengo mejores cosas que hacer!
Daniela ignora la pregunta de su hermano a quién también obligó a venir con nosotras.
—Entonces, Isa — dice dirigiéndose a mí —;el lobo te atacó y por arte de magia apareció un muro.
—Sí, era un muro de rocas— asiento de inmediato.
—¿Y dónde está el muro?
—La cabaña queda por allá — señalo la dirección — y aproximadamente, por aquí se quedó sin combustible la motocicleta y luego me encontré con el lobo. ¡Debería estar por aquí!
Observo a las tres personas presentes; Daniel parece no importarle mucho ya que se ha acomodado en el tronco de un árbol, Max parece estar pensando si debería irse o quedarse y Daniela creo que está pensando si ya estaba demente antes de llegar o me volví loca aquí.
—Isabel podía hacer esas cosas ¿no? — Max es quien habla primero —. Recuerdo que una vez la vi, pero en lugar de rocas, la vi con el agua.
—¿Conociste a mi madre? —cuestiono impresionada.
—Así es, Bella — musita—. Soy un vampiro, era mayor que ellos.
Miro a Max de pies a cabeza, yo le cálculo la misma edad que sus primos.
—Vivimos más años que los humanos — se apresura a explicar Daniela —. Nosotros tenemos 18 como tú — señala a su hermano y a ella —, pero Max ya debería ser tatarabuelo.
—Tu padre me entrevistó para su libro — comenta Max—. ¿No has leído la parte de los vampiros?
Niego. Busco dentro de mi mochila el libro dorado, reviso entre sus pagina y justo después de la ultima página de los licántropos, sigue la de los vampiros.
—¡Miren, aquí está! — volteo el libro para que puedan apreciar la página donde está en grande el título «Vampiros».
Los tres se miran entre ellos. Parecen incómodos.
—Bella, cariño, nosotros no podemos ver lo que dice — aclara Max —. Tú eres la única que puede ver lo que hay escrito.
Los mellizos asienten, dándole la razón a su primo.
Editado: 11.06.2021