Isabella: La llegada a Dédfer

|Capítulo 25|

Isabella

Hans volvió con algunas prendas de ropa, incluso el vino vestido diferente. Ya no tenía puesto su traje decorado con hojas y enredaderas, tampoco tenía su cabello repleto de moho. Llegó con una camisa que en su momento, debió ser blanca. A Daniela y a mí nos entregó dos vestidos similares a los que visten las mujeres de la aldea.

—¿Qué tal me veo, Isa? — pregunta Daniela, modelando su atuendo.

Observo la tela desgastada, ella la luce como si tuviera una vestimenta elegante, sin importarle la suciedad que la decora.

—Daniela… — susurro —. Gracias.

—¿Por qué? — detiene su pasarela para mirarme.

—Por estar aquí, apoyándome — comento —. Aunque insisto en que debiste irte con Max y Daniel.

—No tienes que agradecer— sonríe, se encoge de hombros —. Además, yo te debo agradecer a ti, desde que llegaste y somos amigas me he sentido mejor, ya no me siento tan deprimida e incluso, a veces olvido mis conflictos internos.

¿Qué clase de conflictos? Supongo que deben ser problemas familiares y asuntos irrelevantes. Estoy agradecida con ella, Max y Daniel por estar en este lugar desconocido. Me acerco a mi amiga y le doy un abrazo para expresar mis sentimientos. Cuando deshacemos el abrazo, salimos del lugar donde Dereck nos encerró y nos reunidos con su primo y su hermano.

Ambos están vestidos con playeras de manga corto, con algunos parches y agujeros en tela, sus pantalones están en las mismas condiciones, incluso están manchados de tierra.

—Pues no me veo tan mal — dice Max.

—¿Dónde está Hans? — cuestiono, miro alrededor, no lo veo por ninguna parte.

—Fue a despedirse y dejar todo en orden con sus compañeros mientras esté ausente — responde Daniel.

Asiento con la cabeza, en ese instante, Hans hace acto de presencia junto con Mikey, en el segundo que me ve, corre en mi dirección y se lanza sobre mí, apoya sus patas en mi cuerpo y ensucia más de lo que ya se encuentra el vestido.

—¿Por qué lo traes contigo?

—¿Pensabas irte sin despedirte de él?

Acaricio la cabeza de Mikey, cierra sus ojos cuando siente el contacto y mueve su cola con más entusiasmo.

—¿Sabe que voy a irme? — pregunto, mirando a Hans. Él afirma con su cabeza.

—También sabe que no lo estas abandonando porque regresarás.

Tengo un sentimientos afligido en mi pecho al ver a Mikey. Me entristece separarme de él.

—Sé buen perro, ¿de acuerdo? — obtengo un ladrido como respuesta.

Mikey se aleja de mí, se acerca a Daniel buscando alguna caricia del chico. De igual forma, Daniel acaricia a Mikey, después se acerca al vampiro, luego a Daniela y finalmente a Hans, todos se han despedido de él.

—Tenemos que irnos, Dereck debe estar con el rey y no debe verlos cuando vuelva — dice Hans.

—Nos veremos pronto, amigo — le doy una última muestra de cariño.

Mi amigo se aleja a la vez que nosotros también lo hacemos, siguiendo al pequeño quien ahora será nuestro guía.

—¿Quieres que lo guarde por ti? — me pregunta Daniel, refiriéndose a mi libro.

Asiento y se lo entrego. Daniel lo guarda dentro de un bolso que sujeta, es similar a un morral. Volteo mi cabeza en dirección a Hans, me ha llamado la atención el bolso que también carga, es idéntico al de Daniel.

—¿Te lo dio Hans?

—Sí — afirma —. Cuando llegué, me perdí en la superficie, no encontraba a mi hermana y a Maximiliano, después Alicia fue la que me encontró a mí y cuando el grupo de niños nos intentó capturar, hice lo mismo que aquella vez que nos acorralaron los lobos, les lancé la mochila, por supuesto que, no les hizo ningún daño, incluso me sentí idiota por defenderme con mi mochila de unos niños.

Empiezo a reírme de su anécdota.

—Es un gesto amable de su parte — murmuro.

—Así es, como Dereck no me devolvió mi mochila, los niños me han obsequiado este. Creo que les agradé la noche que pasé con ellos en el túnel.

—¿Por qué no te fuiste? — indago.

—Porque… alguien debe cuidar a Daniela — lleva su mirada al frente, finalizando la conversación.

❤🐺❤

Desconozco el tiempo que llevamos caminando, mis pies comenzaron a dolerme desde hace media hora, las personas que me acompañan parecen no estar exhaustos en lo absoluto. ¿Cómo es posible? Yo estoy que me quero desmayar. Estoy por quejarme y pedir cinco minutos de descanso, si bien, antes de que emita alguna palabra, Hans se adelanta a hacerlo.

—Ya estamos cerca — anuncia. Suspiro aliviada ante esas palabras —. Dentro de poco nos toparemos con varios que también quieren embarcar al reino marino y si queremos estar a bordo, no debe haber ningún ser sobrenatural entre nosotros.

—¿Y qué pasa con nosotros? — pregunta Daniela.

Hans mete su mano dentro del bolso.

—Deben llegar allá — dice Hans, señala una dirección, acto seguido, Daniela, Max y Daniel voltean a mirar el sitio que señaló el niño.

Yo permanezco atenta, viendo a Hans, del bolso saca algo que parecen ser púas, las cuales con una habilidad que me impresiona las entierra en los brazos de los que permanecen distraídos. Los tres vuelve a mirar a Hans.

—¿A dónde? — cuestiona Daniela.

—¿Qué les hiciste? — interrogo, mirando a Hans.

—Les introduje veneno en sus cuerpos, así no descubrirán que son licántropos y un vampiro.

—¡¿Veneno?! — exclama Daniela, aterrada.

Max mira a Hans con ojos enfurecidos.

—Es evidente que son inmunes al veneno, no deben temer, el único efecto que tendrá es que no correrán ni tendrán la fuerza de un ser sobrenatural, serán simples humanos, incluso su aroma cambia — explica Hans —. De esa forma, nadie descubrirá quiénes son.

—Pero yo no soy licántropo ni vampiro — dice Daniel—. ¿No me matará el veneno?

Hans mantiene sus ojos en Daniel, permanece sereno mientras que Daniel está bastante inquieto.

—En el túnel me revelaste que era tu hermana — musita, refiriéndose a Daniela —, ella es licántropo, tú también debes serlo.



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En el texto hay: fantasia, romance, licántropo

Editado: 11.06.2021

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