Isabella: La llegada a Dédfer

|Capítulo 35|

Isabella

El señor Beck supuso que una segunda excursión sería agradable, que mejor manera que estar en contacto con la naturaleza para nuestro entrenamiento y aprendizaje. Al menos para mi fortuna, esta vez no nos hizo escalar una montaña, nos ha hecho viajar hasta que llegamos a un campo lleno de jancitos amarillos, lo curioso es que el señor Beck los llamó Floweenvy.

—No estamos aquí para un día de campo, mucho menos para admirar el paisaje — nos riñe cuando mis compañeros y yo nos quedamos absortos al contemplar la belleza del panorama —. Vinimos porque fue una estricta orden del rey deshacernos de una plaga. Pensé que sería una excelente oportunidad para su entrenamiento.

Dicho esto mis compañeros empiezan a caminar en dirección a las flores y mezclarse entre ellas, los imito y entonces, me percato que las Floweenvy me cubren el cuerpo hasta los hombros.

—Hay que separarnos, el que lo atrape primero se lleva la gloria — dice el chico que me insultó la noche de la fogata, Zander.

—No es recomendable ir solos — refuta Aiden —. Si hacemos eso, le facilitaríamos la situación a la bestia y nos capturaría más rápido si nos separamos.

—¡¿Cómo que bestia?! — pregunto, aterrada.

—No te angusties, Isabella — me tranquiliza el rubio —. La bestia Natlig solo caza en las noches, ahora debe estar dormida, por eso debemos aprovechar la luz del sol como ventaja y hallar su dormitorio antes de que perciba que estamos aquí.

—Me da igual lo que hagan — masculla Zander —. Yo iré solo.

Zander se despide y se pierde entre las flores.

—Lo bueno es que si muere nadie lo echará de menos — expresa Astrid.

Mis tres compañeros varones comienzan a reírse, hacen lo posible por silenciar sus carcajadas.

—¿Cómo puedes decir eso de tu prometido? — pregunta mi compañero cuyo nombre para mí sigue siendo desconocido.

—¿Cómo no hacerlo? Zander es bastante engreído — comenta el chico moreno, Nick.

Astrid no menciona algo más, así que los cinco vamos en grupo a buscar a la bestia.

—¿Quién puso atención a la clase del señor Beck cuando explicó sobre estas plagas? — cuestiona Astrid.

Nick se apresura a negar, diciendo que prefiere aprender sobre la práctica, que escuchar por horas hablar al señor Beck le aburre y lo olvida fácilmente. Aiden y el otro compañero comentan lo antes mencionado: no debemos separarnos porque eso hará que capturarnos sea más sencillo para la bestia, si es que aún no sabe que estamos aquí, es probable que la ahuyentemos de este sitio sin salir heridos.

—¿Qué clases? Han estado dando clases y yo no estaba enterada.

—No, son clases que tuvimos antes de empezar con el entrenamiento — me responde Aiden —. Me sorprendió que te permitieran integrarte sin haber recibido la información necesaria sobre las diferentes especies.

Seguimos buscando el lugar donde descansa la bestia, lo que me informó Aiden es que la criatura duerme en un hueco que ella misma cava en la tierra, así que me imagino que eso buscamos. Astrid y Nick son los que van al frente, en el instante que ambos se detienen, los tres restantes también lo hacemos.

—¿Qué ocurre? — pregunto.

Mis compañeros reanudan el paso. Aiden me hace una seña para indicarme que siga avanzando.

—Isabella, tenemos un problema — susurra Aiden —. El señor Beck nos mintió o quizá lo olvidó, es probable que sea la primera opción, pero no mencionó que en realidad son tres plagas.

El miedo me invade de inmediato.

—¿Quieres decir que son tres bestias?— inquiero.

—Sí y nos tienen acorralados.

Por instinto volteo a mirar alrededor, pero antes de que descubra a la bestia, Aiden me pide que no las busqué y finja que no me he dado cuenta de su presencia. También me recomienda que no me asuste, pues ellas podrían sentirlo. ¿En serio? ¿Cómo me piden que no tenga miedo? Siento que esas tres bestias están detrás de mí, en cualquier segundo pueden lanzarse.

—¿Debemos continuar juntos? — pregunta Astrid.

—Considerando que son tres y no una bestia, no importa si estamos juntos, de igual forma nos van a cazar — responde el chico que desconozco.

Sus palabras solo consiguieron aumentar mi angustia. Malditas excursiones, las detesto.

—¡Cállate, Dorian! — exclama molesta mi compañera —. No creas lo que dijo, nadie será convertido en presa — dice, mirándome. Supongo que ha notado que me he aterrado.

—¿Entonces seguiremos juntos? Porque no es una idea muy inteligente, hay que tomar una decisión antes de que nos acorralen por completo — replica Dorian.

Mis compañeros se mantienen en silencio, pensando en una estrategia. Lo único en lo que puedo pensar es que soy el objetivo de caza para unas bestias que ni siquiera sé dónde están. Un rugido es lo que provoca que dejé de pensar, al igual que yo, los demás se detienen. Miro detrás de mí, es de esa dirección donde presiento que viene el rugido. Para mi desgracia, no me equivoco, ahí está un animal similar a un felino salvaje, su pelaje es completamente negro, creo que sus ojos son del mismo color, en su frente tiene una mancha de pelaje blanca en forma de estrella, sus colmillos son enormes, no puede cerrar su hocico porque estos se lo impiden.

—Es una... ¿Dónde están las otras dos? — interroga Nick.

—Están cerca — contesta el rubio.

La bestia se acerca a Aiden y a mí. Mis nervios y latidos aumentan.

—A la orden, todos corremos en diferentes direcciones — musita Aiden.

«¡¿Qué cosa?!».

—A los que persigan, corran con el señor Beck, que él se encargue — añade.

Algo me dice que seré una de las afortunadas en ser perseguida por esas bestias.

—¿Creen que Zander ya murió? — cuestiona Astrid.

Antes de que alguien responda su opinión, la bestia que tenemos en frente gruñe y se aproxima a nosotros, todos gritamos despavoridos y corremos en direcciones separadas. Huyo sin atreverme a mirar atrás porque no quiero confirmar que me están siguiendo. No tardo demasiado cuando siento que me falta el aire y necesito con urgencia descansar.



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En el texto hay: fantasia, romance, licántropo

Editado: 11.06.2021

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