Isabella: La llegada a Dédfer

|Capítulo 39|

Daniel

Maximiliano bebe un sorbo de sangre del vaso de cristal que lleva entre sus manos. Deja el recipiente sobre un mueble de la habitación. Me sorprende que haya dejado el líquido a la mitad. Maximiliano suele beber mucho más sangre, esa cantidad ni siquiera le hace cosquillas.

—¿Y cómo te descubrió? — pregunta, serio, pero sé que en el fondo debe estar burlándose de mí.

—Quiso tocarme.

Mi primo me mira frunciendo su entrecejo, después se relaja y sus labios se agrandan en una sonrisa pícara que me permite apreciar los rastros de sangre que quedan.

—Tocarme la mano, Maximiano — aclaro.

Maximiliano emite una sonora carcajada. Vuelve a sostener el recipiente de vidrio para beber otro sorbo.

—¿Por qué no te la terminas? — inquiero.

Se encoje de hombros mientras mira el líquido que le queda en el recipiente.

—Esta sangre sabe… rara — murmura, vuelve a dejar el vaso encima del mueble.

—¿No te gusta?

—Sí me gusta — afirma con un movimiento de cabeza —, pero por más que me guste no puedo terminarme el vaso completo, porque con la mitad ya estoy satisfecho. Al principio pensé que me estaban envenenando, como puedes ver no he muerto, así que está descartada esa idea.

A comparación de mi primo que se mantiene tranquilo mencionando esa situación, yo me inquieto y me molesto con él.

—¿Por qué sigues bebiendo esa sangre?

—Tengo que beber sangre, si no la ingiero puedo morirme, Dani.

—¡Prefiero que mueras deshidratado a que alguien más lo haga!— vocifero. Al instante, analizo las palabras que he dicho —. No es cierto… No quiero que mueras.

Mi primo sonríe para tranquilizarme.

—Ahora comprendes lo que se siente que alguien a quien quieres te oculte que puede morir.

—La maldición y esto es completamente diferente, Maximiliano —mascullo—. Yo sentía que lo merecía, pero tú no lo mereces.

—¿Por qué? No soy una buena persona, todas las noches ese conejo me observaba — revela, finge estar asustado —. Estoy seguro que planeaba vengar la muerte de su madre.

—Creo que te lo habrías comido antes de que llevara a cabo su venganza — respondo, tomando en serio esta inusual conversación.

El pacífico silencio que ha inundado la habitación es irrumpido por los gritos severos del sujeto que entrena a Isabella y sus compañeros.

—Ese hombre da miedo — murmura Maximiliano, de inmediato se apresura a negar —. No, da más miedo mi abuela enojada.

Asiento estando de acuerdo con mi primo. Me despido de Maximiliano y me dirijo a la puerta para abandonar la habitación.

—Vete, Dani, debes ser puntual para que le demuestres a Bella que eres alguien comprometido — dice mi primo, eso provoca que me detenga.

—¿Por qué? — pregunto, desconcertado.

—Nada, ignórame — responde volviendo a sostener el vaso de cristal —. Déjame solo, si no estoy cuando regreses, es probable que un monstruo haya entrado por la puerta, me ha asustado y capturado.

Volteo a mirarlo. Sus palabras me dejan confuso. ¿De qué está hablando? Mi primo observa la sangre que queda en el recipiente. Acerca el vaso a sus labios, lo inclina y bebe todo.  

—¿Estás hablando de una película?— inquiero.  

Maximiliano asiente. Blanqueo lo ojos por su inmadurez, tampoco es que me moleste ese aspecto de él.

—Cuando vuelva me informas más sobre la película — comento, al momento de abrir la puerta.

—¿Cómo voy a contarte la película si los monstruos van a raptarme?

—Pues te los comes para que te liberen.

Me apresuro a cerrar la puerta para evitar otro comentario o pregunta de Maximiliano.

♡♡♡

Isabella

Desde la distancia visualizo el sitio donde atienden a los animales heridos, me percato que Daniel está entretenido conversando con un hombre mayor. A mi lado vienen Nick y Aiden, este último se tensa al ver a Daniel.

—Isa, tu hermano me asusta — murmura el rubio.

—No ha olvidado que estuviste bailando con Daniela — expongo.

Lo que he dicho aumenta el temor de mi compañero, creo que su rostro se vuelve lívido cuando Daniel voltea a mirar en nuestra dirección, en el momento que el hombre con el que estaba conversando entra al establo. Sin embargo, su repentino miedo se desvanece cuando el mismo hombre sale del lugar junto a un inmenso grifo.

—¿Habían visto algo más hermoso? — cuestiona mientras admira al animal, entusiasmado.

Nick suspira profundo, haciendo notar su presencia.

—Aiden quiere ver como liberan al grifo — informa. Acto seguido, el rubio se apresura a caminar en dirección a donde el hombre se lleva al animal —. ¿No vienes, Isabella?

Me apresuro a negar. Nick no insiste más y va detrás de Aiden, en cambio yo, voy al lugar donde está Daniel. Mi manera de saludarlo es tocando su hombro, me sorprendo cuando no desaparece. Daniel me observa confundido por lo que he hecho, pero a los pocos segundos sonríe.

Ambos nos distraemos al escuchar el sonoro graznido del grifo, volteamos a mirar al sitio donde lo han llevado. Mis compañeros le ayudan al hombre a quitarle el vendaje al ave. Cuando queda sin nada sobre sus alas, este las mueve y empieza a volar, alejándose y perdiéndose entre las nubes.

Regreso mi atención a Daniel. Él aún observa la dirección en donde la criatura se ha ido. Me quedo absorta apreciando sus facciones.

—No pude dormir pensando en alguna explicación — comento, llamando la atención de Daniel.

Logro mi cometido, pues él deja de estar distraído mirando el cielo y fija su atención en mí.

—Aunque te voy a explicar todo, te tomaste la molestia de pensar en eso.

—Así es — asiento —. Tengo dos ideas de lo que podrías ser.

Daniel mantiene su semblante serio, pero sé que siente curiosidad, eso creo.  

—¿Cuáles son? Me interesa saber antes de revelarte todo.

—La primera, es que eres un mago — revelo.



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En el texto hay: fantasia, romance, licántropo

Editado: 11.06.2021

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