Isabella: La llegada a Dédfer

|Capítulo 40|

Isabella

Los rayos del sol iluminan el rostro estupefacto de Daniel. Tiene la misma expresión que cuando le dije en qué consistía mi condición para no revelarle nada a su hermana.

—De haber sabido que iba a morir hoy, me habría despedido de mi familia.

—Nadie va a morir hoy — mascullo —. Será una actividad sencilla.

—Sí, por supuesto.

Daniel en repetidas ocasiones voltea a mirar detrás de nosotros mientras avanzamos por el espeso bosque.

En pocos minutos estoy imitando su acción, pues ha conseguido compartir su ansiedad conmigo.

—¿Nos vienen siguiendo? — inquiero, volteo a mirar atrás, pero no veo a nadie.

—No, solo lo hago por los nervios.

—¿Crees que ya notaron nuestra ausencia?

—Desde luego que sí — asiente con su cabeza.

Se supone que este día que nos han permitido salir al pueblo la pasaríamos los cinco juntos, pero en el momento que los demás se distrajeron, arrastré a Daniel conmigo.

—¿Qué estamos esperando? — cuestiona Daniel, desesperado.

Como no obtiene ninguna respuesta inmediata, deja la bolsa que trae consigo en el suelo, se recuesta y usa la mochila como almohada.

—¿Vas a dormir?

—Sí — asiente, mientras trata de acomodarse —. Vas a utilizarme como tu escudo, necesito tener energía.

—¿Sigues pensando que mi plan es malo?

Transcurren varios segundos en los que Daniel no responde.

—Sí… pero no importa, si morimos quedará en tu conciencia.

Daniel cierra sus párpados, me quedo absorta observándolo. Creo que siente mi mirada sobre él, pues abre los ojos y al comprobar que lo estoy mirando, gira su cuerpo, dándome la espalda. Permito que transcurra aproximadamente media hora, me acerco a Daniel y comienzo a moverlo.

—¡Daniel, despierta, nos están siguiendo!

Al instante, abre sus ojos, horrorizado, se incorpora veloz y observa aturdido alrededor, tal vez buscando a los que nos siguen. No tarda demasiado en comprender que le he mentido, empiezo a reírme carcajadas. Si bien, no menciona nada, se apresura a levantase y recoger sus pertenencias.

—¡Vámonos, sí nos están siguiendo!

Consigue que la sonrisa que provocó mi broma se desvanezca. Me apresuro a levantarme y empezar a correr detrás de él. A los pocos minutos empiezo a sentir la falta de oxigeno, mis piernas me exigen que me detenga y descanse.

—¿Q-Quién nos está siguiendo? — consigo preguntar, a pesar de que me falta el oxigeno.

Daniel detiene su carrera, al instante también me detengo.

—Nadie — responde, acto seguido, reanuda el paso, dejándome atónita.

Avanzo detrás de él. Nos mantenemos en mutismo, sin volver a hacer otra mala broma hasta que el crepúsculo se aprecia y es Daniel quien termina con el silencio.

—Tus amigos están cerca — anuncia, refiriéndose a los dos chicos que suelen encontrarme cuando estoy extraviada.

—No son mis amigos… ni siquiera sé sus nombres.

Daniel vuelve a sumergirse en el absoluto mutismo. Él es quien dirige la caminata, supongo que debe saber a dónde ir, de ser yo quien guía ya me hubiera perdido.

—Querías que encontrara a tus amigos — dice en el momento que se detiene —. Están por allá — señala una dirección frente a nosotros.

Me dirijo a la dirección que ha indicado, de pronto volteo a mirar detrás de mí, Daniel viene observando los alrededores.

—Hay que irnos, tengo un mal presentimiento — musita.

Me apresuro a negar su petición y reanudar el paso.

—No quiero volver, quiero encontrar a esas dichosas sirenas — mascullo, exasperada —. No quiero continuar en este sitio, quiero volver a casa.

Aunque los primeros días me quejé, extraño la tranquilidad que me proporcionaba la cabaña — a excepción de los días que hallaba un lobo en la entrada — y también la compañía de Mikey. En especial a este último, hay ocasiones en las que me olvido de su existencia.

Volteo a mirar atrás para ver a Daniel, sin embargo, él ya no está.

—¿Daniel?... Esta broma no es graciosa — empiezo a mirar a los lados, asustada, buscándolo —. Está bien, prometo no volver a bromear contigo… ¿Daniel?

En medio de mi búsqueda, a los que encuentro por accidente son a los dos chicos. El moreno se sorprende, sujeta del brazo a su compañero, por otro lado, el castaño permanece tranquilo, acostumbrado a nuestros encuentros.

—Hola — me saluda, serio —. ¿Qué te trae por estos lares?

—Eh… es que… — balbuceo, continuo mirando a los lados en busca de Daniel.

Ambos chicos inician a conversar, ignorando mi presencia. Decido huir mientras están ocupados hablando, si bien, ni siquiera di un paso cuando descubro que uno de los dos me ha capturado con las raíces. La plática que tienen se ha convertido en una discusión. Desconozco de que sea su disputa porque han empezado a vociferarse en el lenguaje desconocido. El moreno es el primero en quedarse callado, da media vuelta y camina dejando atrás a su amigo. El castaño suspira profundo, voltea a mirarme, sin palabras me hace una seña para indicarme que lo siga. No opongo mucha resistencia y obedezco su orden.

El trayecto de alguna forma me hace sentir incómoda. Los dos chicos avanzan distanciados, sin mirarse ni dirigirse la palabra, incluso ninguno de los dos se ha cerciorado de que vengo detrás de ellos, pero creo que deben presentirlo, si trato de huir alguno me capturará con las raíces.

—¿Podrías dar media vuelta, por favor?— pide el castaño, terminando con el silencio que nos ha invadido.

Lo ha pedido con educación, así que hago lo que pidió, de pronto, empiezo a escuchar bastante bullicio, sin esperar a que me indiquen que ya puedo ver, giro mi cuerpo para mirar atrás, quedo estupefacta cuando de la nada han aparecido personas entretenidas en su respectiva actividad, algunos están ocupados alimentando a los animales que tienen cautivos en las jaulas, otros están fuera de sus jaulas jugando con otras criaturas. Todos parecen estar bien.



#176 en Fantasía
#20 en Magia

En el texto hay: fantasia, romance, licántropo

Editado: 11.06.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.