Isabella: La llegada a Dédfer

|Capítulo 43|

Isabella

Me esforcé en escribir un resumen de la historia de Evelian, cuando le mostré mi trabajo al señor Beck, este se hizo el desentendido, me dijo que mejor me concentrara en hacer que las criaturas me obedecieran y comprendieran. Presentía que las hojas donde escribí la historia las perdería, así que decidí reescribirla en el libro de mi padre, fui con tres de mis compañeros a la biblioteca porque ahí conseguiría la tinta y pluma.

Mientras estoy concentrada plasmando las letras en el libro, Aiden aproxima su rostro para contemplar mejor lo que estoy escribiendo. Debe pensar que estoy demente al no anotar absolutamente nada en hoja.

—Evelian — murmura mi compañero —. Se llama Evelian.

—¿Qué?

—Te equivocaste, has escrito Evestian — me señala la parte que debo corregir.

Volteo a mirarlo, desconcertada. ¿No se supone que solo yo puedo leer el contenido de este libro?

—¿Cómo estás leyendo? — cuestiono.

Levanto el libro, se los muestro a Nick y Dorian que también están en la biblioteca, les pido que me respondan qué hay escrito.

—Evestian — responde al unísono.

Me impresiona que alguien más pueda leer el contenido, entonces, ¿cualquier M. T puede leer lo que hay escrito?

Estuve un rato más con mis compañeros hasta que nos despedimos y tomamos diferentes direcciones, por mi parte, me dirigí a la habitación. Me sorprende encontrarme a Hans dentro.

—Hola, Hans — lo saludo al entrar —. ¿Qué haces aquí solo?

—Se supone que Daniel iba a hablar con el vampiro, por eso vine aquí, para darles privacidad — explica, a la vez que hace un mohín —, pero creo que Daniel no se atrevió siquiera a tocar la puerta de la habitación.

Asiento, procesando la información.

—¿Y qué has estado haciendo este rato?

Hans me muestra el libro que el señor Beck me ofreció. Debo recordar devolvérselo en el próximo entrenamiento. Así que él estuvo leyendo el libro que yo ni siquiera he revisado.

—Bien, quédate aquí, yo iré a averiguar qué sucede.

Hans asiente, se vuelve a sentar en el mueble a continuar con su lectura.

Salgo de la habitación, me dirijo a la de Daniel, toco la puerta y espero su permiso para entrar. No obtengo ninguna respuesta inmediata, vuelvo a intentarlo. Tal vez ya esté conversando con Max. Voy a regresar con Hans, cuando escucho que la puerta se abre. Daniel asoma su cabeza para averiguar quién se ha atrevido a irrumpir su armonía.

—¿Qué se te ofrece?

—¿Ya hablaste con Max?

Mueve su cabeza, negando.

—Es que Hans está en mi habitación, dijo que salió porque tú ibas a hablar con tu primo.

—Sí, pero no lo hice… — comenta, quedito —. Dile que ya regrese con Maximiliano.

—Yo también pensé que hablarías con él — balbuceo.

Permanecemos en silencio los siguientes segundos, espero a que me responda y tal vez él espera que me vaya de una vez.

—No sé qué decirle — confiesa, cabizbajo —. Cuando nos molestábamos, él era quien venía y arreglaba el conflicto, pero eso sucedía cuando era niño, peleábamos por cosas absurdas y ahora… ¿Por qué los mayores nos complicamos tanto la vida?

Me encojo de hombros. Es un dilema que también quisiera resolver.

—Entonces, ¿dejarás este conflicto sin resolver? — inquiero.

—Por el momento sí — asiente, con semblante decepcionado —. Ahora me interesa conversar contigo.

—¿Conmigo? ¿Sobre qué?

—Sobre Denovan.

Frunzo el ceño, confundida. ¿Quién es ese? Daniel percibe mi evidente confusión, así que me recuerda quién es.

—Es el hombre que nos ofreció el bote.

—¿El hermano de la mujer albina? — cuestiono, solo para asegurarme que sí sea esa persona.

Daniel afirma con la cabeza.

—¿Qué ocurre con él?

Daniel se quita de la entrada, me hace un seña que me indica que entre a la habitación. Obedezco su petición.

—Creo que soy como él — dice de inmediato tras cerrar la puerta —. ¿Recuerdas a la serpiente que te quiso ahogar?

—Más de lo que me gustaría.

—Sospecho que Denovan es la serpiente que nos atacó — revela.

—¿Qué? — cuestiono, perpleja. No estoy entendiendo absolutamente nada —. ¿Te refieres a que ese tal Denovan se transformó en la serpiente?

Daniel asiente como respuesta.

—Quiero volver a verlo y hablar con él — comenta.

—¿Cómo que verlo? Insinúas que es la serpiente que quiso ahogarme y tú quieres conversar con él, ¿por qué?

—Es que… — suspira profundo —. Si él también puede transformarse en diferentes criaturas, significa que sabe qué cosa soy. Es bastante abrumador que de pronto pueda transformarme en criaturas que desconozco…

Supongo que comprendo ese sentimiento de desconocer lo que nos ocurre, de la nada descubrir que puedes hacer que los animales te obedezcan y comprendan. Aunque yo no soy muy buena en ese aspecto.

—¿Qué piensas hacer? — indago.

—Bueno… tú quieres ver a la sirena y yo conversar con Denovan, estoy seguro que él las tiene ocultas, a ambos nos conviene encontrarlo.

—¿Quieres que lo busquemos? ¿En serio? Lo único que conseguimos la última vez fue que casi me ahogara y tú pelearas con tu familia — replico.

—Lo sé, pero estoy convencido de lo que quiero hacer.

—Deberías comentárselo a Max — opino. Daniel frunce su entrecejo, confundido —. Él ya sabe tu secreto, al menos esta vez hay que hacer lo correcto, infórmale a Max lo que quieres hacer, no solamente irte sin avisar — me apresuro a explicarle, al ver su cara de desconcierto.

Parece que está analizando mis palabras, el ambiente se envuelve en un profundo silencio, hasta que Daniel decide aproximarse a la puerta.

—Voy a hablar con Maximiliano — anuncia, acto seguido, abre la puerta y abandona la habitación.

Aunque ya se ha ido, inconscientemente le deseo suerte para que consiga reconciliarse con su primo, espero que también pueda hacerlo con Daniela. Me apresuro a irme de la habitación para regresar con Hans.



#183 en Fantasía
#22 en Magia

En el texto hay: fantasia, romance, licántropo

Editado: 11.06.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.