El sonido de las olas fue lo primero que sintió.
Marc abrió los ojos con dificultad. El agua salada le lamía los pies, la arena fría se pegaba a su piel.
Tardó unos segundos en recordar dónde estaba.
Giró la cabeza y vio a Elena a su lado, aún inconsciente sobre la orilla del mar.
El pánico lo sacudió de inmediato.
—¡Elena!
Se arrastró hacia ella, su cuerpo aún pesado, sus manos temblorosas al sacudirla con cuidado.
Ella soltó un quejido y abrió los ojos.
—¿Marc…?
El alivio lo golpeó con tal fuerza que casi se derrumbó sobre ella.
—Estás bien…
Elena se incorporó lentamente, su mirada perdida en el horizonte.
—¿Qué pasó?
Marc no supo qué responder. Lo último que recordaba era el estallido en la cueva, la piedra rompiéndose, la luz tragándolos a todos.
Y luego… nada.
—No lo sé —admitió en voz baja.
Elena se frotó las sienes, su expresión cargada de confusión.
—El Presagio… ¿se ha ido?
Marc tragó en seco.
Tal vez sí.
Pero en su interior, algo le decía que la historia aún no había terminado.
La Noche en el Muelle
Horas después, cuando la conmoción había bajado y las preguntas aún no tenían respuesta, Marc y Elena encontraron un momento de calma.
El muelle estaba silencioso, salvo por el vaivén de las olas.
Ambos estaban sentados en el borde, sus piernas colgando sobre el agua.
Elena suspiró.
—Se siente… extraño. Como si todo esto no fuera real.
Marc entendía lo que quería decir. Después de tanto caos, la calma se sentía como un espejismo.
—Lo es —dijo en voz baja—. Pero por ahora, es suficiente.
Elena giró el rostro hacia él, y Marc sintió su estómago tensarse.
Había algo en su mirada… algo que lo llamaba.
Él se inclinó un poco.
Ella también.
Elena cerró los ojos, y Marc hizo lo mismo, sus labios casi rozándola.
Y entonces sonó el teléfono.
El sonido rompió el momento como un cuchillo.
Marc maldijo en silencio y sacó el móvil.
Número desconocido.
Elena lo miró con el ceño fruncido.
—¿Quién es?
Marc no respondió. Contestó la llamada y llevó el teléfono al oído.
Silencio.
Solo una respiración pesada.
Y entonces, una voz fría y pausada susurró:
—A veces, el destino nos arrebata lo que más amamos. Otras veces, alguien más lo hace por nosotros.
Marc sintió cómo su piel se erizaba.
—¿Quién eres?
La respiración al otro lado de la línea se volvió más profunda, como si la persona estuviera conteniendo algo.
—Tú ya sabes la respuesta.
El corazón de Marc dio un vuelco.
—¿Qué quieres?
Hubo una pausa.
Cuando la voz volvió a hablar, no sonaba amenazante.
Sonaba rota.
—Solo quería que supieras lo que se siente.
La llamada se cortó.
Marc se quedó mirando el teléfono en su mano, su mente girando en un torbellino de pensamientos.
Elena lo observaba con preocupación.
—Marc… ¿quién era?
Él tardó en responder.
—No lo sé.
Pero algo en su interior se retorció con la verdad que no quería admitir.
Porque esa voz…
No le hablaba con odio.
Le hablaba con pérdida.
Un Pasado que No Era Suyo
Esa noche, Marc no pudo dormir.
Las palabras de la llamada giraban en su cabeza, mezclándose con las imágenes que había visto en la cueva.
Porque ahora lo entendía.
Lo que vio allí no era solo el pasado.
Era otra línea temporal.
Una historia que nunca debió existir.
Una historia donde Elena y Nathaniel estaban juntos.
Y alguien más lo sabía.
En algún lugar de la isla, Nathaniel dejó caer el teléfono.
Cerró los ojos.
El viento soplaba a su alrededor, frío y cortante. El mundo que conocía se había desmoronado ante él.
Marc lo había tenido todo.
Y él lo había perdido todo.
Sus manos temblaban. Su respiración era inestable.
Había jurado no cruzar esa línea.
Había jurado no dejar que el dolor lo consumiera.
Pero el destino…
El destino ya lo había decidido por él.
Continuará en Isla Halow: Parte II…
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misterio, suspence, triángulo amoroso y sentimientos fuertes
Editado: 09.02.2025