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1. Infierno

Caro

Comencé a abrir los ojos dando unos quejidos de dolor. Al principio mi vista era algo borrosa que no distinguía en qué lugar me encontraba, pero, conforme se hacía más lúcida; me percaté que me encontraba en una celda de mazmorra, atada en el aire, con gruesas cadenas por mis muñecas; justo en el centro de ese lugar.

¿Cómo llegué aquí? De inmediato se vino esa pregunta en mi mente. Bueno lo importante es salir de este maldito lugar, pero ¿Cómo?

Empecé a planear como salir, pero me detuve en cuanto sentí terribles dolores y picazones en distintas áreas de mi cuerpo.

Al mirarme para saber que era lo que provocaba esa sensación, me percaté que mis brazos estaban moreteados y sucios por mi sangre que yacía seca.

También tenía profundos cortes en ambas piernas y mi vientre no se veía nada bien; dudé que mi espalda estuviera mucho mejor.

¿Qué me ha pasado? Lo último que recuerdo fue una pelea en contra el Clan Sunset, luego apareció Darknight y… ¡Cierto! Me golpeó en la —Ay mi cabeza —.

De repente oí unos pasos que hicieron eco en toda la mazmorra, distrayéndome y olvidando el dolor que sentía en la nuca.

Era un fuerte sonido de metal contra metal acercándose, y enseguida, la presencia de la persona que menos quería ver; apareció frente a mi celda.

—Cazador —mascullé su nombre entre dientes, mientras apretaba mis puños con fuerza.

—Es un placer tenerte bajo mi poder, pobre alma en desgracia —comentó, sin quitar esa tétrica sonrisa que me provocaba mucho miedo —. ¿Sabes por qué estás aquí?

—Porque un matón que contrataste me atacó mucho mejor que tú; lográndolo a la primera.

Tras haberme burlado de él, Cazador golpeó los barrotes de mi celda con tal fuerza, que las hizo temblar.

—¡Pronto te haré tragar cada uno de tus insultos! Tú y tu maestra serán destruidas, contando a las insignificantes de tus hermanas. Y tengo un buen plan para hacerlo.

—¡No te saldrás con la tuya! Tus planes jamás funcionan. Nunca has podido derrotarnos, ni a mí, ni mis hermanas y mucho menos a nuestro clan. ¿Qué te hace pensar que esta vez lo conseguirás?

—Esta vez sí funcionará, porque serás tú quien haga este trabajo por mí.

—¡¿Qué? ¡¿Estás loco?! Yo nunca atacaría a mi familia a pesar de… —al darme cuenta de lo que iba a decir, preferí quedarme callada. ¿Cómo podía defenderlas después de toda esa humillación que me hicieron pasar? ¡Soy una estúpida! Ellas no merecen que las defiendan. No lo merecen.

—No siendo tú —Cazador me devolvió a la realidad, la cual tampoco era nada buena —Pero si eres otra Caro.

—¿Otra Caro? —repetí. No me gustó nada como sonó eso —. ¿Qué quieres decir?

—Muy pronto lo verás.

Retrocedió unos pasos y detrás de él apareció un foco gigante, iluminando todo el interior de la celda, incluyéndome.

Desprendía tanto calor que pareciera que estaba cerca de una fogata. Por un momento pensé que me estaban quemando viva.

Su luz me cegó, pero me pude acostumbrar un poco a dicha luz; la cual me permitió ver un poco de cómo era la figura de esa máquina.

Su tamaño era descomunal y tenía forma redonda. Escuché el sonido de botones y teclados presionándose en un ritmo consecutivo. Los neófitos deben estar haciéndolo.

De repente esa luz cegadora se tornó oscura, sin tocar ni el centro ni los bordes; ahora la noté bien. Parecía ser él enfoque de una lente de ¡¿Una cámara?!

—Despídete de tu memoria—añadió Cazador con una sonrisa triunfante.

Al darme cuenta de que esto iba a ser nada bueno, comencé a mover frenéticamente las cadenas que sujetaban mis muñecas; para liberarme.

De un momento a otro, aquella luz oscura se hizo más brillante que la primera; y tras lanzar un grito por un fuerte y extraño dolor que sentí en mi cabeza, de inmediato todo se oscureció.

Ara

Me siento muy mal. Sé que a veces, muy pocas veces me burlo de Caro por su forma de dar órdenes; pero creo que esta vez me pasé. Nunca la había visto tan desmoronada como horas atrás.

Incluso Alejandra, quien fue la que le gritó más; ha estado pensativa, hasta ella se dio cuenta de la gravedad de la situación. Eso solo significa que cruzamos el límite. Puede que mucho más.

Las pocas veces que le he preguntado a Ale si está inquieta por Caro, me responde que —no. Que es un placer para ella que no esté aquí fastidiando con su presencia —.

Pero no lo dice en serio, ya que a pesar de mantener una expresión seria; sus ojos decían lo contrario. Estaban gritando —estoy preocupada por ella —.

También lo estoy y mucho. Me arrepiento por haberle hablado así, de esa forma tan grotesca; y no tengo el ridículo orgullo de Alejandra para ocultárselo a mi hermana. En cuanto regresé me disculparé. Me preocupa mucho.

Pero me preguntó ¿Dónde estará? Se ha tardado demasiado, espero que se encuentre bien.

Lucy

Ya es muy tarde y Caro no ha regresado a casa. ¿Por qué tardará tanto? Hace horas que nosotros volvimos a casa, pero ella no ha asomado ni la punta de la nariz.

¿Acaso se habrá enfadado? ¿Habré exagerado un poco, cuando me reí de ella y comencé a imitarla de forma un poco pesada? Se veía rara, lo sé.

Nunca me fijo en esas cosas, pero en esta ocasión fue demasiado notable; y creo que la lastimamos de forma ‘psicológica’ como diría Araceli.

Tengo muchísimo sueño, pero la inquietud no me deja cerrar los ojos. Sé que no debería preocuparme porque se trata de Caro, ella sabe cómo cuidarse sola; y si se encuentra en peligro sabe cómo defenderse.

Sin embargo, tengo un pésimo presentimiento. ¿Y si le pasó algo?

Araceli me dijo que ya no me preocupara más, que Caro volvería a casa sana y salva; pero aun así la noto preocupada.

Sus ojos se cierran por los cansados que están, pero ella se obliga a estar despierta; y Ale ha dejado de estar ‘relajada’ viendo la televisión para comenzar a caminar de un lado a otro frente al dojo.



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En el texto hay: terror, pesadillas, intrigas

Editado: 21.03.2024

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