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8. Mentiras

Caro

Me los fui poniendo paso a paso, sin mucha prisa; y cuando terminé, observé que Moon estaba mirándome de manera penetrante, que podía sentir su presencia; además, de una expresión de vacilación, rabia o culpa. No supe distinguir muy bien, pero parecía bastante incómodo por algo.

—¿Ocurre algo? —intrigué al fin.

No respondió, ni tampoco hizo gesto alguno, como si no me hubiera escuchado gracias a que se encontraba sumergido en sus pensamientos. Esa actitud me comenzaba a molestar un poca, obligándome a que me sentara a su lado.

—Si algo te preocupa puedes contar conmigo, Moon. Confía en mí.

Dicho esto, lo tome de la mano como muestra de mi confianza, pero pese a la acción él la apartó de inmediato, levantándose de golpe y dirigiéndose a la puerta. Ante su reacción me sentí un poco herida y ofendida.

—Esto —susurró.

El ultimo comentario que realizó antes de marcharse, me dejó un poco confundida, puesto que se interrumpió a media oración; ya que, además, no supe si me lo decía a mi o pensaba en voz alta.

—Esto no es nada honorable —apelo antes de irse.

¿Qué habrá querido decir con honorable? ¿Acaso le molestó lo que le dije? Pero vaya carácter se carga. Sé nota que es muy orgulloso y eso me gusta. Esa actitud también me recordaba a alguien, pero no lograba acordarme de quién. ¡Maldición! Si tan solo pudiese recordar.

¿Por qué no puedo hacerlo? ¡Quiero que mi memoria regrese! ¿Por qué está sensación de miedo y melancolía no se aparta de mi pecho nunca? Quiero acordarme de todo, pero siento que hay algo incómodo que me impide hacerlo y por consiguiente hace que me sienta muy mal, peor que basura.

Al sentir aquella presión en lo más profundo de mi corazón, unas malditas ganas de llorar me inundaban. Muchas veces, aquel sentimiento de tristeza lo reprimía con el odio y la venganza que aquellas humanas me ocasionaron. Sin embargo, por mas que lo intento, esta pena aparece contrarrestando el odio y la venganza, como si me estuvieran diciendo que esta mal sentir eso por esas miserables humanas. ¡Ya no sé qué pensar! Mejor me doy prisa en cumplir la orden de mi maestra. Será lo mejor.

Ara

Han pasado casi dos horas desde el incidente en que el holograma de Caro casi mata a Ale, siendo hora que aún no despierta. Lucy fue la más afectada de las dos, puesto que no ha dicho ni una sola palabra durante este rato.

Ambas, en ese momento creímos que Caro había perdido la razón y que nos atacaría cómo la maestra Miwa lo hizo. Sin embargo, otra parte de mi ser se alegra al saber que se trataba de un holograma.

Por primera vez en la vida estoy experimentando un miedo atroz, lo que obliga a desear que esto sea una horrible pesadilla; en el cual el día de mañana despertare con toda mi familia reunida. Sin embargo, esto es la maldita realidad, y que aquella cosa que nos atacó horas atrás no era la verdadera Caro.

¡Ya no soportó más está situación! Los golpes que recibió Ale fueron bastantes graves y no me quedan muchos suministros de primeros auxilios; para curarla.

Debo admitir que Ale me ha sorprendido, pues nunca imaginé que ella hiciera todo aquello solo para protegernos. Eso es algo que haría Caro, es algo que haría un líder.

¿En qué momento fue que adopto esa cualidad? ¿Acaso ya la tenía, pero la situación la obligo a que se comportara de esa manera? Sin duda alguna, Ale ha hecho un papel excelente de hermana mayor y cabeza del equipo.

Al parecer la ausencia de Caro, no solo me afectó a mí, ni a Lucy; sino también a ella, por, sobre todo. Mientras seguía sumergida en mis pensamientos, observaba que Lucy no había probado bocado alguno de su pizza.

Esa situación era realmente preocupante, aunque sé que no quiere comer; porque sabe que Ale no lo ha hecho. ¡Demonios! Cómo me gustaría tener una nueva centrifuga en la que pueda mezclar, y hacer medicinas para todas.

Gracias a eso, se me ocurrió una idea un poco riesgosa; porque no sabía si funcionaria. Sin embargo, con la ayuda de Lucy, todo podría salir bien. Esto lo haré por Ale.

Caro

—¡Apresúrate! ¡Mueve esas manos, Carlisse!

Damián presionaba al pobre señor vampiro, mientras iba de un lado a otro con una velocidad descomunal; tomando cápsulas y metiéndolas dentro de una centrífuga.

—Y haz algo con ese olor. Esta derritiendo mi nariz.

—Esto toma su tiempo —afirmaba el señor Kenji.

—Eso es algo que ya no tienes, bestia —se entrometió Century—. El maestro Cazador necesita esas mezclas de explosivos y tóxicos rápido.

—¿Es por las humanas? —sentí una mirada penetrante sobre mí.

—Así es. Ya te explicamos la situación ¿No? Así que date prisa —Damián lo espantó como un perro a un desconocido.

Carlisse solo emitió unos gruñidos, mientras acataba las órdenes de su superior. Después de un rato, las cápsulas por las que habíamos venido; ya estaban dentro del maletín.

Ni siquiera sé despidieron o dieron las gracias al doctor Carlisse cuando ya nos habíamos ido. Mientras subíamos a la Caza móvil, observé que un par de sombras se escabullían por el tejado; de una forma increíblemente rápida, ellas eran como yo.

¡¿Esas son las humanas?! Fui la única que las divisó, ya que Century me presionó para subir pronto al carro. Sé que debería advertirles, pero aún quería comprobar algo, así que hice otra cosa.

—Vayan ustedes —comenté, disimulando un aspecto despreocupada —. Iré caminando.

—¡Olvídalo! —se negó Century—. No queremos meternos en problemas con Cazador. ¡Sube!

—No habrá ningún problema, no tardaré. Solo quiero tomar aire fresco—traté de sonar convincente —. Es mejor que se den prisa, sino los tóxicos podrían tener un pequeño accidente dentro de ese maletín.

Vacilaron bastante y se pusieron a murmurar. Esto estaba tomando mucho tiempo. De repente, observé que las siluetas de ese par de humanas se iban, llevándose consigo algo en sus manos.



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En el texto hay: terror, pesadillas, intrigas

Editado: 21.03.2024

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