Caro
En uno de los tantos ataques, Lucero tocó con sus cuchillas el rostro de la más alta; haciéndola retroceder, aunque de inmediato está hizo una estocada con su bastón y atravesó el hombro de su contrincante.
Ambas se tocaron la herida y se vieron la sangre en la mano, asombradas.
—Esto se pone interesante —murmuró mi maestro y sus secuaces rieron con malicia.
¿Cómo es que pueden estar tan cómodos con esta escena? Simplemente no lo entiendo. ¡Esto es terrible! Estoy segura que ni siquiera Moon… Un momento, no lo veo por ninguna parte. ¿En dónde estará?
«Bueno. Supongo que no importa». Pensé sintiéndome algo sonrojada, al acordarme de su rostro y fuerte carácter.
Incluso creo que me hubiera quedado sonriendo como una idiota, si no fuera porque me centré de nuevo en la pelea; pues esas chicas comenzaron a atacarse otra vez. Ellas no deberían estarse peleando.
Son hermanas. ¡Hermanas! Cerré los ojos y de manera súbita, una extraña visión se presentó en mi mente. ¿Un recuerdo?
—Esa es mi pizza —se quejó la de la voz infantil —. Caro, dile a Ale que me devuelva mi pizza.
—Ale, tú ya te comiste tu porción. Devuélvele su pizza.
Ordenó mi otra yo, que estaba sentada junto a ellas en aquel sillón confortable que había visto en la guarida de la alcantarilla.
A pesar de que el panorama se veía algo nubloso, los colores y voces eran muy claras.
—Bah, que llorona. Ten.
Comentó Ale, estirando la mano para darle la pizza a la menor, pero…
—Ja, te la creíste —se la llevó a la boca, para después comérsela —. Mmm, que rica estaba.
—Eres una
La pequeña se lanzó sobre ella y ambas comenzaron a forcejear en el suelo.
—Chicas. ¡Ya basta! Van a desordenarlo todo otra vez —regaño Araceli.
—No seas aguafiestas, nerd.
Alejandra la metió en la pelea, luego yo fui hacia ellas para detenerlas; pero al final terminamos convirtiendo esa pelea en un divertido y excitante juego de persecución, en el cual más tarde todas reímos a carcajadas por el desorden que causamos.
¡Guau! ¿Qué fue todo eso? ¿Me estaba divirtiendo con ellas, comiendo pizza en esa guarida? Nos encontrábamos riendo y juntas haciendo travesuras infantiles.
Eso significa entonces, que ellas realmente son mis… ¡No es cierto! Susurré para mí misma, intentando negarme una vez más.
Si fuera verdad que me divertía así con ellas ¿Por qué me siento tan humillada y triste cada vez que trato de recordar más de ellas? ¡No tiene sentido!
Ellas debieron haberme hecho algo terrible, como para sentirme así. Pero aun así quiero protegerlas. Es como si fuera mi deber, mi obligación o lo que más quiero.
La risotada de mi maestro junto con mis ‘aliados’, me sacaron de golpe de mis pensamientos. Miré hacia delante y observé que a estas alturas las rivales muy lastimadas, golpeadas y machucadas.
Lucero tenía varios cortes y heridas profundas en todo su cuerpo, incluyendo su vientre y espalda. Araceli estaba igual, aunque con más cortes que apuñaladas.
Sin embargo, la cantidad de sangre que ambas estaban perdiendo era preocupante. Además, me fijé que Araceli había dejado de respirar agitada, de hecho, no respiraba. ¿Qué carajos se supone que hace?
—Maestro —llamé su atención —. Ya es suficiente ¿No lo cree? A este paso morirán las dos.
—Esa es la idea —contestó con naturalidad —. Por algo se llama un duelo a muerte.
—Si, pero…
—¿Tú quién crees que sea la primera en caer? —interrogó Damián y Century detrás de mí.
—Creo que Araceli —repuso Century —. Esa ya dejó de respirar hace diez minutos.
—¿Seguro? Las humanas pueden aguantar mucho la respiración —agregó Damián —. Tal vez le queden cinco o seis minutos a lo mucho. Yo apuesto a que la enana muere primero.
—Mmm, no sé. Lo dudo y tú deberías saberlo mejor que nadie Damián. Esa niña tiene mucha resistencia.
—Lo sé. Pero aun así…
—Yo apuesto a que ninguna de las dos morirá.
La voz de Moon se entrometió y dio acto de presencia. Estaba de brazos cruzados y me miraba con desilusión, la cual me hizo sentir aún más hundida que antes por no hacer nada para impedir está pelea sin sentido.
—¿Qué tonterías estás diciendo? —exclamó Century.
La risa de Cazador resonó en la sala, desatento a la conversación. Menos mal.
—Es obvio que una o la otra morirá.
—Bueno. Entonces apostemos —sonrió con desafío —. Si yo gano ustedes tendrán que hacer lo que yo diga, sin importar que. Solo me obedecerán sin respingar ¿Entendiendo?
Ambos se rieron de su apuesta.
—Pero si nosotros ganamos, tu tendrás que obedecernos.
—Hecho.
—Moon, tu no deberías…
Iba a decirle, pero ella me lanzó una escalofriante mirada de tu no hables; quedándome callada. Me dio la espalda, colocándose a lado de Darknight con los brazos cruzados.
Comprendo, ya sé lo que quiere decirme con esa mirada y esa actitud. ¡Tengo que hacer algo!
—Ya es suficiente de juegos —regañó Cazador levantándose de su trono —ordenó haciendo que me molestará más.
En eso, Lucero y Araceli dieron un gran salto hacia ellas mismas, levantando sus armas con el filo de las cuchillas listas para enterrárselas la una con la otra; con todo el impulso que llevaban.
—¡No!
Mi voz por fin salió, corrí hacia ellas, pero sabía que jamás las alcanzaría. Sin embargo…
—¡Ara! ¡Lucy! No.
Una voz proveniente del techo se oyó, y alguien bajó instantáneamente; justo cuando las dos peleadoras a muerte iban a darse el golpe final. Cayó entremedio de ellas, deteniendo sus ataques con sus armas de tres puntas; unos jutte.
Con una fuerza increíble logró derribar a ambas, empujándolas hacia atrás.
Ambas caídas se quedaron quietas en el suelo, y la recién llegada fue a dónde la bandana azul rey para sacudirla desesperadamente; gritando su nombre una y otra vez, hasta que está recuperó en sus ojos y comenzó a respirar de manera agitada; como si se le fuera la vida en ello.