Ale
Claro, nadie me puede decir que la realidad es mucho peor que los sueños, pero ¿Realmente es para tanto? Sí mi tortura tiene que ser más dolorosa, entonces quiere decir que el deseo de Caro en serio es acabar conmigo.
Moon mencionó que, si le daba a Caro lo que más quería en su interior, podría recuperar sus recuerdos.
Esa era la única solución de momento que conocía, y si lo pensaba bien, aunque Caro no recuerde nada; en el fondo de su mente aún sostiene la discusión y humillación que recibió de nosotras tres, pero con más peso la mía.
—Ale ¿Estás bien? —cuestionó Ara.
Sin darme cuenta me había puesto pálida, tensa y muy nerviosa.
—Si, estoy bien —mentí.
Pensé en decirles sobre el probable deseo de Caro, pero no quería preocuparlas más. Además, viéndolas llenas de cortes y sangre por todas partes, no me hacía sentir mejor. El remordimiento que tenía me carcomía, porque no he sabido protegerlas, ya que están bajo mi cuidado, ellas son mi prioridad, lo único que me queda ¿Y es así como las tengo? ¡Soy una pésima hermana!
Justo cuando comenzaba a sentir ganas de romper en llanto y de golpear algo con furia, mi V-phone vibró en mi cinturón. Lo tomé de manera rápida, leyendo el mensaje que me había llegado; era de Moon diciéndome que ya estaba en el lugar que acordamos juntarnos, era hora de salir. Levantándome guarde mi celular en mi costado.
—Saldré un momento. No tardó mucho —avisé.
Me giré, pero una mano me detuvo del brazo.
—¿A dónde vas? —intrigó Lucy.
Sus ojos angustiados con un semblante lleno de miedo me suplicaban que me quedara. Esa carita hizo que sintiera un vuelco en el estómago.
No puedo creer que confíe en mí, después de todo lo que pasó. ¿Qué irónico? Ahora soy yo quien se considera basura ¿No, Caro?
—Solo iré a recoger algunas cosas. Prometo no tardar mucho.
La tranquilicé con una sonrisa, tomando su mano y apartándola de mi brazo con suavidad.
—Ara, vigila que no me siga y quédense aquí. Ah, y sigan usando esos trapos para sus heridas, les servirá. Supongo —susurré esto último.
La verdad no estaba segura de que esos trapos sirvieran de algo, pero al menos les limpiaba la sangre de su cuerpo; además, de ser lo único que había.
Ya no nos quedaban vendas ni medicinas en casa, todos se usaron para que yo me recuperará. Ahora que lo pienso, quizás no me merecía que me curarán. ¡Demonios! Que estupidez.
Después de que me reuniera con Moon, entregándome una caja, una bolsa de vendas, hierbas medicinales; con algunas pastillas y demás, regresé de inmediato a los túneles del tren ligero.
Entrando al laboratorio observé, que la mayoría de los trapos que les había dado; estaban usados y bañados en sangre.
Comenzaban a verse pálidas y cansadas, haciendo que me alterará más de lo que ya estaba, pero no podía mostrarme asustada; ya que si no ellas se darían cuenta aumentando más mi tensión. Tenía que conservar la calma, así como Caro lo ha… Interrumpí mis pensamientos al recordarla. Últimamente aparece por doquier en mi mente.
Así que así se sentía echar de menos a alguien. Y ¿Cómo no? Después de todo, Caro sabría qué hacer en momentos críticos como estos.
Me llevará un buen rato vendar a ambas, sobre todo las partes delicadas, pero haré mi mejor esfuerzo. Solo espero que las cosas no vayan a peores y ojalá con la luz encendida del laboratorio puedan dormir en paz, al menos por unas horas.
Caro
Aún seguía sin poder creer lo que Moon hizo. En cuanto Century y Damián cumplieron con su orden, él salió de la guarida; siguiéndolo sigilosamente.
Al principio creí que había querido esa caja de primeros auxilios para él o ayudar a alguien, pero quedé impresionada cuando vi que se las entrego a una de esas humanas.
Ahora comprendo porque estaba tan enfadado antes, dándome ese puñetazo; el cual, con solo recordarlo, me dolía. Su mano era más dura de lo que aparentaba.
Y hablando de ‘recuerdos’ dolorosos. Fijé nuevamente la mirada en el laboratorio de esas chicas, con mi espalda apoyada en la pared.
Pues claro, después de que Moon se fuera, decidí seguir a la llamada Alejandra para averiguar qué haría con esa caja; resultando ser que estaba atendiendo las graves heridas de esas dos chicas que intentaron matarse entre sí.
Me tienen muy confundida. En primer lugar ¿Cómo es que se atreve a sanarlas, cuando a fin de cuentas terminan peleando a muerte? ¡Son unas locas!
Sé que había pensado que Cazador tal vez me engañó, ya que creí en lo que me había dicho Moon, pero me temo que tenía un punto claro para querer destruir a las humanas.
Y era precisamente este. Quizás, solo quizás, era Cazador quién tenía razón. Empecé a desenvainar lentamente mi catana, pero tras pensarlo una vez más, me detuve y la volví a envainar.
Por muy dementes que estuvieran esas humanas, el solo hecho de atacarlas mientras estén en plena recuperación; sería un acto muy deshonroso. Decidí seguir esperando, aunque la verdad ya me estaba aburriendo; porque no ocurría nada importante. Además, ellas aún no habían notado mi…
Me pegué a la pared de forma rápida, al darme cuenta de que Alejandra tenía sus ojos sobre mí. ¿Cuándo? ¿En qué momento giró su cabeza hacia acá? He sido muy precavida ¿Cómo es que pudo sentirme? O ¿Tal vez fue mi imaginación?
Agudicé mis oídos para prestar atención, siendo respondida mi pregunta por unos pasos aproximarse hacia aquí. Busqué muy veloz con la vista alguna ruta de escape, pero ninguna de las que vi estaban precisamente cerca; excepto…
Observé que había una puerta de papel, a unos pocos metros de mí. Corrí hacia ella y la abrí deslizándola, para luego cerrarla al instante detrás de mí. Supe que el lugar era espacioso por el eco que producían mis pasos en la madera flotante, ya que todo estaba en la completa oscuridad.
Supongo que aquí podría estar a salvo, o al menos eso fue lo que creí segundos antes de que unos fuertes brazos inmovilizaran los míos, cubriéndome la boca.