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18. Secreto

Caro

—¿Para qué? ¿Para qué después vuelvas a desear olvidar?

¿Yo había querido eso? Un momento ¡Sí lo hice! En aquella azotea después de la discusión. Grité de la nada, una ya conocida punzada de dolor en mi cabeza. Ahora no por favor.

—No las perdones. Solo te están utilizando.

Susurró Cazador en mi oído, como si quisiera que su voz penetrará mi mente.

—La mejor medicina para calmar ese dolor que sientes, es alimentarlo de odio y rencor. La venganza es la medicina más efectiva, dejando que la irá te domine. Haz que los buenos recuerdos y sentimientos inútiles salgan de ti, para que no regresen. Conviértete en alguien en qué todo el mundo se vea obligado a respetar y a temer. Sé otra Caro.

Quise hacer caso omiso a todo lo que decía, pero por algún extraño motivo no podía. Mi mente procesaba sus palabras, y poco a poco les encontraba su lógica.

No comprendía que estaba sucediéndome, era como si una parte de mí estuviera siendo dominada por la ira; mientras que la otra luchaba por mantenerse cuerda. Era realmente desesperante.

¿Qué es lo que me han hecho? De manera repentina, y tras terminar de hacerme esa pregunta, una luz disparó frente a mí. Me cubrí los ojos con el antebrazo, mientras pestañeé varias veces para acostumbrarme y ver qué rayos alumbraba aquel lugar —o mejor dicho a mí —.

Tras conseguirlo, observé que al frente mío se encontraba Cazador, y detrás suyo una especie de máquina con forma redonda de color negra y gris. Viéndola mejor, noté que era el lente de una ¿Una cámara?

Un segundo, esto ya lo había visto antes. Una voz en mi interior me gritaba que corriera, e iba a hacerle caso sin vacilar. Sin embargo, no podía moverme.

De pronto, la cámara brillante emitió un brillo tan cegador que me obligó a cerrar los ojos al instante, y el calor que sentí a continuación era como si me estuviera quemando.

Traté de gritar y de moverme, pero no podía. No podía hacer nada, pues estaba completamente petrificada. Mis fuerzas eran inútiles, mareada y solo había oscuridad a mi alrededor.

Hacia un frío atroz. ¡Ya ni sabía si respiraba o no! Además, ¿Por qué sentía que estaba flotando? Mis ojos tampoco podía abrirlos. ¿En dónde diablos estoy?

—Olvida tus sentimientos, Carolina.

La voz de Cazador resonó en todo este terrorífico lugar, haciendo eco. Me provocaba dolor de cabeza.

—Lo único que debes sentir ahora, es odio a los que te hicieron daño. Elimina a aquellas que se atrevieron a pisotear tu orgullo y te vieron peor que basura. Extermina a tus hermanas.

Al oír eso último, algo se retorció y se quebró dentro de mí. La intuición que me decía que huyese, desapareció. Ya no podía sentir nada, solo miedo y más miedo.

—Tu reajuste está completo.

Escuché la voz de Cazador a la lejanía, y cada vez más lejos, pero no era él quien se alejaba; sino yo, como si me estuviera hundiendo en un mar.

—Es hora de terminar con esto de una vez por todas. ¿Estás de acuerdo hija mía?

—Estoy de acuerdo, padre —respondió una voz idéntica a la mía.

No, esa no soy yo 

Ara 

—¿Cómo fue que no les pasó nada, si ambas estaban en completa oscuridad? ¿No se suponía que debía atacarlas el demonio eso? —cuestionó Ale.

Excelente pregunta, que no sabía cómo y que contestar.

—Bueno...

—Yo puedo responder eso.

Una nueva voz hizo su aparición en la charla. Las tres dirigimos la vista al otro lado de los barrotes, y para sorpresa nuestra, nos encontramos con Century y Damián. 

—¿Ustedes que hacen aquí? —curioseé para evitar esfuerzos innecesarios a Ale.

—Venimos porque Moon quiere que les contemos algo interesante —contestó Damián.

 

—No nos interesan los chismes de dos cuentistas de quinta —los ignoró Ale —¡Lárguense!

—¿En serio? Es una pena —se burló Century haciéndose el dolido —. Y yo que quería ser bondadoso contándoles algo relacionado con su hermana —recalcó las últimas palabras para llamar nuestra atención, cosa que consiguió de inmediato.

Las tres callamos, poniendo semblantes de atención, para que Century y Damián entendieran que queríamos tener conocimiento de la información.

—Así está mucho mejor —sonrió Damián.

—¿Qué sabes sobre Caro? —cuestioné yendo directo al grano.

—Que ella ya no es quien se imaginan —respondió con firmeza luego de una breve pausa.

—Si te refieres a que perdió la memoria e intentó asesinarnos.

—No es eso —interrumpió —. Ahora es mucho peor.

—¿Peor? ¿Qué quieres decir con eso? —interrogó Ale confundida.

—Tres días antes del incidente familiar de ustedes, Los Twilight trajeron una especie de cámara fotográfica con la capacidad de captar y atrapar a cualquier ser que se ponga delante de ella. De esta forma, los hombres lobos podían hacer lo que quisieran con su mente y controlarlo a su antojo —se detuvo un momento para cerciorarse si lo estábamos entendiendo.

—Con Carolina hubo complicaciones —continuo Damián —. A pesar de que su mente estaba herida y frágil por lo que había pasado, el amor que sentía hacia ustedes; era tan grande que realmente no había forma de atravesarla para controlar sus emociones y sentimientos a gusto, es decir, que no podían hacer que ella las odiara —. Entonces se les ocurrió la grandiosa idea de borrarle la memoria, pero ya que Carolina había perdido la memoria y no iba a despertar durante varios días; decidieron crear un ser utilizando su ADN, introduciéndole toda la colera de esa noche, haciendo que no conociera otra cosa más que el odio y deseo de venganza.

—Y ahí fue cuando ese ser atacó la mente de su maestra —añadió Century.

—¿Miwa?

Murmuramos entre sí, mientras entendíamos con la mirada lo que la otra nos quería decir.

—Aquel día que la maestra enloqueció y casi nos mata.



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En el texto hay: terror, pesadillas, intrigas

Editado: 21.03.2024

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