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19. Juntos hasta el final Parte I

Ale

Cambie mi posición de lucha. Ahora que conocía su fuerza y velocidad, no me tomaría por sorpresa.

—Ven.

Pude notar un brillo de emoción en sus ojos. Tal parece que lo está disfrutando. Sin decir nada, comenzó a correr hacia mí de nuevo, pero está vez paro en seco para desviarse de camino y perderse en la oscuridad.

Maldita sea, no podía verla; resonando por todo el lugar sus pasos y risas. ¿Dónde está? Fue lo único que me pregunté antes de que mi cara fuera impactada en el suelo.

Ni siquiera me pude tomar un momento para procesar lo que había pasado, cuando empezó a arrastrarme hasta levantarme y lanzarme directo a los pilares. Después del impacto, caí al suelo, llevándose mi espalda el peor escenario.

Cómo pude, logré incorporarme lo más rápido, solo para percatarme de que seguía sin ver a Caro. ¡Maldición! Estaba oscuro. Un ruido sordo, seguido de un dolor agudo en mi hombro me obligó a dar un grito.

¿Qué diablos? ¿Un látigo? Recibí otro más en la cara, en el costado y mis piernas. ¡Maldita sea! Harta, me alejé de ese lugar, mientras giraba mis jutte a cualquier parte sin darle nada en absoluto.

Sin embargo, continúe siendo atacado por no sé qué diablos, hasta que fui lanzado hacia atrás y caer una estructura de madera; haciéndose trizas. Esto no va bien, está siendo sopa humana.

Si esto continuaba así, ni siquiera seré capaz de acercarme a ella. Mi mejor opción es salir de este campanario y sacarla junto conmigo, pero sabía que no funcionaria.

Es astuta y no caerá en una trampa como está. Piensa, piensa ¿Qué puedes hacer para pelear contra algo que no puedes ver?

—Cerrar los ojos —la respuesta animada de Caro fue seguida por quejas de Lucy, Ara y mías.

—¡Es ridículo! Si ya es difícil verla ¿Cómo pretendes que la enfrenté con los ojos cerrados? —protesté.

—Porque la vista se vuelve un obstáculo cuando no puedes ver a tu oponente —explicó —. Al tener los ojos abiertos, tu vista dependerá de lo que verás, pero si los cierras y te concentras; estarás dependiendo del resto de tus sentidos.

—No me convence —me negué en creer algo así.

—Créeme —sonrió amplia y determinadamente —. Funcionará.

Comencé a levantarme una vez más, mientras escupía sangre de mi boca. Sentí mi cuerpo hecho polvo y mis heridas ardían.

Ese recuerdo era de cuando aún éramos niñas, y Miwa nos empezaba a entrenar para utilizar nuestros sentidos; haciendo que nos atacáramos con las luces apagadas.

Siempre fallábamos de la manera más miserable, hasta que un día Caro fue la primera en llegar a una solución; absurda pero muy acertada. Créeme, funcionará. Repetía esa frase una y otra vez, cerrando enseguida mis ojos.

Concéntrate, escucha. Regulaba mi respiración, mientras prestaba atención a mi alrededor. El golpeteo insaciable de la lluvia, el viento que sopla haciendo temblar las ventanas rotas y levantar el polvo.

Los silenciosos e imperceptibles pasos de Caro, su leve respiración... Te encontré. Acomodé de manera disimulada mis jutte, mientras esperaba; hasta que de repente sentí su ataque, obligando a qué girará y contrarrestarlo antes de que me tocará.

Sentí con gusto como mis jutte, alejaban lo que sea que me estuviera fastidiando. No pude evitar sonreír triunfante. ¡Esto de verdad funcionó! Abrí los ojos un poco confiada, ahora era mi turno de atacar.

Corrí hacia donde presentía la posición de Caro, y de nuevo acometió con sus armas de largo alcance, cuya forma pude distinguir mejor ahora; o eso creo. ¿Son sombras?

Sin distraerme por eso, di un salto hacia Caro, apartando sus últimos ataques de distancia para luego sentir roce de sus katanas; una vez más. Sonreí otra vez, en especial, al notar perfectamente su expresión de asombro.

Seguimos chocando nuestras armas un par de veces más, antes de que se agachara e intentará hacerme caer deslizando su pierna contra las mías, pero salté a tiempo y me dispuse a propiciarle un golpe en el oído para que perdiera el equilibrio.

De manera lastimosa lo esquivó también, dando un ágil salto al revés, pero no la dejé alejarse demasiado; obligándola a combatirme otra vez con sus katanas.

Ya veo, tal parece que no puede atacarme con sus 'sombras mágicas' cuando estoy cuerpo a cuerpo con ella. Además, parece no reconocer mis movimientos de lucha, pues claro, no tiene porqué; ya que ni siquiera Caro la sabe.

Durante esas semanas en las que Caro y Miwa desaparecieron, dediqué mi tiempo a entrenar a mis hermanas y a mí misma. Todas cambiamos mucho nuestras tácticas, nuestro estilo de pelea, incluso nuestros pensamientos.

Lucy descubrió que tiene más potencial, habilidad y confianza en sí misma, de lo que creía. Ara, abrió su mente comprendiendo que los demás pueden depender de ella, como ella de los demás.

Yo aprendí que huir en ciertas ocasiones no es cobardía, y que mi mayor miedo es perder lo más valioso del mundo para mí... Mis hermanas. Así que, por ellas, haría y aguantaría lo que fuera con tal de proteger esas sonrisas.

Debilidad número uno: no conoce mis técnicas de ataque. Embestí con fuerza hacia el frente, derribando un montón de escombros viejos de madera; justo a los ojos de Caro.

Pude ver las partículas volar en cámara lenta, antes de proseguir en lanzar otra kemuridamas y utilizar esos mismos restos de tabla como shuriken. Al verse ocupada esquivando estas viejas vigas, me acerqué haciendo un movimiento de engaño y en cuanto se descuidó; logré atinarle al fin mi primer golpe.

Enterré mis jutte en su estómago golpeándola al instante en su mentón, mientras la hacía volar y caer de manera pesada sobre las vigas de madera. ¡Bien! Me tomé unos segundos para recuperar mi aliento, quitándome el sudor.

Estaba cansada, mis piernas temblaban reclamando que me sentara a descansar tan siquiera unos segundos, mientras que los dedos de mi manos empezaban a entumirse por estar sosteniendo tanto rato los jutte. Vamos aguanta.



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En el texto hay: terror, pesadillas, intrigas

Editado: 21.03.2024

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