5. Mike Hanlon el (fin del) bibliotecario

Mike Hanlon, el (fin del) bibliotecario

- Incluso Mike, aunque no lo parezca, está muy entusiasmado con la noticia.

- Perdona… ¿Qué dijiste?

Mike levantó la vista, y pudo ver a sus amigos riendo. A pesar de que no tenía ganas, aceptó ir a la fiesta de Dorothy, la nueva compañera de trabajo. Sin embargo, a pesar del creciente interés, Mike parecía perdido en una nube de pensamientos. Se disculpó y bebió un sorbo de su cerveza.

- No pasa nada Mike-dijo Dorothy- No te perdías nada interesante.

- Sí-dijo otro amigo-Apenas un par de noticias referidas a… ¿Cómo le llamaste Dorothy? “¿Vagabundos payasos”?

La risa volvió a estallar, y esta vez Mike sumó su voz a la algarabía. Tom solía meter “bocadillos” cada tanto y siempre eran graciosos. Era conocido por gastar bromas, y llevar el ánimo al trabajo, aunque a veces metía la pata en grande, como ninguno. Mike tenía la sensación de que ese joven cadete le recodaba a alguien, pero no nunca daba con el recuerdo exacto. Ahora en la fiesta, la risa dio paso al silencio una vez más, cuando la nueva frenó el carro de Tom el chistoso.

- ¡Estoy hablando en serio! –dijo ella- Lo que me pasó fue horrible, y hubiera deseado que fuera una pesadilla. Pero no…-la joven bajó la mirada y observó el vaso por unos segundos-

- Perdón-dijo Tom-

- ¿Qué fue lo que te pasó? -preguntó Mike-

- Bueno, de hecho, creo que es una noticia que circula en las redes, e Internet. ¿No te enteraste? –Mike negó con la cabeza, pero no dijo nada más- Verás, parece broma, pero hay mucha gente que está… dios mío, “avistando payasos”. En serio, no se rían. Los ven en callejones, en campos de maíz, en puentes a la deriva…

Tom estuvo a punto de alzar la mano para decir algo, pero la mirada de Mike, centrada y con el ceño fruncido, lo frenó. Hanlon era el jefe, y si Mike estaba por fin dentro de una conversación, lo mejor que había que hacer era: “no arruinar el momento”. Dorothy prosiguió, pero en vez de mirar su vaso, comenzó a darle sorbos cada vez más grandes.

- Estos payasos, no son sólo payasos. Hay tipos que secuestran niños, mujeres, los secuestran y se los llevan al bosque. Yo he visto videos, y notas al respecto en…

- Sí, pero puede ser todo falso. Uno nunca sabe…-se aventuró a decir alguien, con una expresión en su voz dispuesta a quebrar el ambiente de la conversación de la joven para dar paso a otro más festivo-

- No.-dijo Dorothy, y antes de servirse otro vaso de cerveza añadió- Yo vi uno. A mí me atacó uno de esos payasos.

Tom frenó una pequeña risa, pero intentó hacerlo pasar por un estornudo. Mike giró sobre sí mismo, y lo miró a los ojos.

- ¡Hey, Tom! -dijo, sonriendo- ¿Estás bien? ¿Quieres ir al baño y sonarte la nariz?

- Sí, eso haré –dijo, entendiendo lo que el jefe le decía. Ese sub-mensaje que decía: “Vamos, hijo, te ofrezco la oportunidad de no meter la pata, al menos no más de lo que ya lo has hecho”.

- Por favor-dijo Mike-Continúa.

- Gracias-la joven bebió más cerveza y añadió- Estaba caminando por las afueras del cementerio de Shelthorpe (antes de mudarme desde Inglaterra), estaba ocupando un puesto en la biblioteca nocturna, y mi horario de salida era pasada la madrugada. Hacía frío, y las farolas apenas iluminaban mi camino. Antes de llegar a mi casa de alquiler, debía sí o sí tomar un pequeño desvío que pasaba por el cementerio que les mencioné, y nunca pude acostumbrarme a pasar por ahí…

- Dios…-murmuró alguien-

- Sí, lo sé-dijo la joven-A medida que los días pasaban me decía: “No pasa nada, cuando llegue a casa me sentiré cómoda. Pondré algo de música, y me recostaré en mi sofá o en la cama con una taza de chocolate y me dormiré pensando en ese traslado a Maine.”-varios sonrieron, pero fue una sonrisa incómoda, algo forzada. –Era como un mantra que me repetía. Caminaba apretando el paso, sin despegar la mirada del suelo, y con la respiración contenida. A veces me daba miedo entrar allí, sin darme cuenta siquiera.

Dorothy detuvo su narración unos segundos, pero sólo para limpiarse unas pequeñas lágrimas que parecían escaparse de sus ojos. Luego de eso, continuó, no sin servirse antes otro poco de cerveza. Miró a su pequeña concurrencia y agregó: