It -el capítulo perdido- #fanfic

2- Richie (se) estrella

 

Al principio no le gustó que Conan O´Brien dijera “Richard Tozier es el equivalente a Deadpool pero en carne y hueso”. Sin embargo, cuando se lo pensó mejor, aquello parecía ser un halago y uno bueno. No sólo era publicidad gratis, sino una suerte de… ¿comentario envidioso? Se decía en el medio que Conan y Richie habían tenido roces y no de esos roces donde los implicados sienten placer y los disfrutan. Roces ásperos, sobre todo porque Richie “bocazas” solía ir por la vida fastidiando a todo el mundo. Incluyendo a Conan.

- Richie, tenemos que aprovechar que Jim Carrey está de capa caída-le había dicho su agente- Dejó un hueco enorme en la industria… ¡lánzate de cabeza Richie!

- Espero no estar cayendo dentro de una tumba abierta-le había dicho él-

Del otro lado de la línea, Norman (el agente) rió como un desaforado, sólo que esta vez no tenía que hacerlo, porque Richie no bromeaba. Para nada. Luego de cortar la llamada, Richie se había subido a su convertible con rumbo a la carretera principal de Los Ángeles. Su idea era distraerse, escuchar música y sacar la mano por la ventanilla para sentir el aire. Y no pensar, básicamente. Pero eso era difícil, sobre todo cuando se es Richie Tozier.

Luego de varios minutos en la carretera, varias ideas se apilaron en su mente. ¿Debía o no firmar contrato con Adam Sandler? ¿Trabajar con Jim Jarmusch o firmar con Marvel para convertirse en un secuaz de Thanos? Balanceó las ideas como si se tratasen de naipes. Recordó a Michael Keaton y su “Birdman”. Sí él había logrado salir de su empantanamiento… ¿Por qué él no? Lo que no sabía con seguridad, era si quería abandonar la comedia. Ser serio. Era muy cómodo estar en la cima, ser reconocido por cosas familiares, algo como estar en una zona de confort. Cambiar de rumbo requería tener un plan de reserva. Por si las cosas se iban al diablo. No quería acabar en el mismo lugar que Jim Carrey. “Si estoy en el baile-pensaba-Es porque quiero seguir bailando”. Hasta el mismo se había reído como un descosido cuando le ofrecieron (propuesta que aceptó con gusto) un pequeño papel en Juego de Tronos. Nada más y nada menos que interpretando a un juglar. Recordaba sus líneas y su pequeña improvisación cuando dijo: “Jajaja… Jon Snow ha soltado una buena, ¿Verdad que es gracioso?” ¿Incoherencias? ¿Dónde? Había dicho él.

Y ahora, bajo el sol de L.A, reía y tocaba el claxon al unísono con sus carcajadas. Las mermó al máximo una vez que se acercó a la línea de peaje. Después de todo venía bien cerrar la boca de vez en cuando

- Bip, bip Richie-se dijo-

No supo porque había dicho eso. Y sobre todo en voz alta. ¿Era algo del pasado? Quizá. Dejó de lado sus divagaciones y centró su mirada en el auto de que estaba antes que el suyo, en la fila. A los costados había más autos, pero este llamó poderosamente su atención. Incluso, mientras buscaba las monedas para la caseta de peaje, no despegó la mirada del coche. “¿Por qué no se apura?”-pensó-“Tengo ganas de…”

Entonces lo vio. Quizá si hubiera estado distraído o acompañado por una de esas agradables acompañantes, el detalle habría sido eso; sólo un detalle. Como una mancha en el parabrisas o una nube solitaria en el firmamento. Pero no, aquello iba más allá… verlo fue como sentir una puntada directa en el cerebro, incluso se sintió bobo, como si alguien estuviera jugando con su cerebro, hasta convertirlo en una masa pegajosa. Aunque intentara quitar los ojos, no podía. Sus ojos se habían concentrado en la placa de identificación del auto de enfrente. Podía leerse sin dificultad lo siguiente: “¡ESO regresó niños! junto a una pegatina con la leyenda “Yo amo Derry y a tu miedo, Richie”.

Richard Tozier, que se codeaba con Tim Curry, Frank Darabont y otros, comenzó a sudar. Las piernas le temblaron y sus ojos comenzaron a tornarse vidriosos. “Sólo son imágenes de un libro, no pueden hacerte daño-pensó-No pasa nada, no pasa nada…” Pero cuando levantó la mirada, el auto seguía ahí, con sus adornos y sus cuatro ruedas. La radio, la radio de su auto, comenzó a hacer ruidos de interferencia y a saltar entre una estación y otra, El volumen se subió y comenzó a perforarle los tímpanos. Una delgada línea de sangre comenzó a manarle de las orejas. De los parlantes se podía oír Sweet Child on mine”, luego “Highway the Hell”, hasta llegar a Tiptoe Trough the tulips de Tiny Tim. “oh no-pensó-Ese tipo no, por favor, no…” Extendió una mano para apagar el aparato, pero un chispazo eléctrico le quemó los dedos. El volumen no dejó de aumentar en su intensidad, y la voz aguda del vocalista comenzó a lastimarle los oídos ya atrofiados por la música. Las notas del ukelele fueron como oír la voz de un demonio burlón que decía “Ven Richie, nos reiremos, flotaremos y reiremos tanto…”



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En el texto hay: muerte, sangre, gore

Editado: 24.05.2019

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