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Suni
Me desespere al oír la voz de mi hermana por quinta vez en el contestador, ya le había dejado varios mensajes, tenía que era con ella, no sabía dónde estaba exactamente en las Vegas, así que solo podía dejar mensajes en si buzón del móvil esperando que los escuchará en cualquier momento.
Tuve una loca idea de llamar a todos los hoteles de aquella ciudad, peto eran demasiados, también estaba la posibilidad de contactar alguna oficina de información que tal vez supiera dónde se iba a llevar a cabo el desfile. Ya habían pasado una semana, por lo tanto el desfile había terminado y lo más probable era que mi hermana y su novio ya estuvieran disfrutando de sus vacaciones y yo no sabía por dónde empezar a buscar. Estaba al borde de un ataque de histeria.
Después de la comida con Tae y algunos socios de las compañias le dije que quería volver, él no se opuso y regresamos a casa, donde a penas entrar literalmente corrí a mi habitación. Ninguno mencionó nada en todo el recorrido de regreso y yo no podía engañarme más. Sus besos podían hacer que perdiera el control en cualquier momento. Eran como una fruta prohibida para mí.
Ya de niños me había conquistado y el lo supo solo que como siempre terminabamos encontrando a cada situación lo gracioso para terminar riéndonos por ello. Ya de adulta creí que podía controlar mis emociones, pero no había digo así. Pasaba de la pasión a la desesperación continuamente.
Por un lado me alegraba que Tae pensaba que yo era Min Ki, pero por el otro me dolía que pareciera que no le gustaba lo que tenía ante él.
Mi hermana no era una santa, pero tenía que ser egocéntrica y ambiciosa si quería triunfar en su carrera.
Y yo solo pedía una llamada, no era mucho o ¿Si?. El móvil seguía sin sonar y por impulso lo arroje a la cama. De pronto un pensamiento lleno mi cabeza, Min Ki está evitando hablar conmigo por miedo a tener que venir a Corea. Pero eso era lo último que yo quería.
Si ella ponía un pie aquí tendría que someterse a los caprichos de Tae y estaría obligada a casarse con él, ahora su única solución era casarse con Danny.
Cuando Tae se entere del engaño no querrá volver a verme, ya de por sí me había dolido bastante ver que al besarme, él no sentía nada, pero ver cómo su indiferencia se convertía en rechazo iba a ser algo difícil de olvidar.
Solté un suspiro. Ni la infidelidad de mi ex había pegado tanto en mi autoestima tanto como la impasibilidad del beso que me dió Tae. Mi orgullo estaba herido, me dolía no poder hacerlo sentir lo que yo sentía en estos momentos. Tal vez quiso demostrarme que el matrimonio sin amor si existe, y a mi eso me parecía la mejor receta para ser infeliz toda la vida.
Yo no era capaz de algo así, aunque hubiera sido su verdadera prometida, no podría ser su esposa sabiendo que no me quiere. Quizá mi hermana lo hubiera hecho si no estuviera tan enamorada. Durante mucho tiempo me había preocupado mucho la idea de que ella se casará por interés y se arrepintiera luego, peto ahora lo hacía pero enamorada y no habría arrepentimiento.
Mis pensamientos quedaron interrumpidos por el llanto de un bebé, salí al jardín y vi a Shirley que llevaba a Seung en su carrito.
- Vamos a dar de comer a los cisnes- me dijo cuando me vio - ¿Le gustaría venir? - pregunto la niñera sonriendo.
-Ahora mismo bajo - respondí regresando a mi habitación para ponerme algo cómodo.
Me sentí muy emocionada de que Shirley me incluyera en sus planes. Me sentía sola, Tae se mostraba indiferente conmigo, pero su hijo no. A él le gustaba yo, y a mi me gustaba el pequeño.
- ¿Cómo está hoy mi pequeño amigo? - le pregunté al niño haciéndole cosquillas en sus barbilla, y él solo reía. - Supongo que querrá decir que está bien - reí mirando a Shirley.
- Hace un tan buen día que pensé en poner una manta junto al lago el jardín, porque a Seung le encanta ver los cisnes.-
Asentí y caminos en silencio hasta el lugar. Allí había bastantes cisnes, el pequeño tendió los brazos para que lo sacarnos del cochecito, yo lo agarre y Shirley coloco la manta para poder sentarlo, me senté junto a él y observé cómo jugaba con su sonajero, eso me relajo bastante.
- ¿Para mí? Gracias Seung - dije con una sonrisa cuando el niño me dió su juguete, yo lo agite y él lo volvió a tomar.
Al tocar sus manitas sentí mucha ternura, y de repente imaginé que Seung era mi hijo. Aparte esos pensamientos de mi cabeza. Seung era de Tae, quién había estado enamorado de su madre. Y ni siquiera podía casarme con él. Es una situación imposible.
Escondí mi zozobra cuando Shirley se arrodillo junto a mi.
-He visto que lleva un "mayati" - dijo la niñera señalando el collar que traía en mi pecho. - ¿Cómo es que lo tiene? -
Recuerdo que cuando estuvimos en la isla de Carramer, andábamos explorando Tae, y yo, en el camino nos encontramos un grupo de turistas y escuchamos la explicación que daban justo en ese momento frente a una figura enorme de algún dios de los mayat. Estos habían dicho que los mayat fueton los primeros habitantes de la isla, habían llegado desde Filipinas e Indonesia y en ese tiempo en el que nosotros estuvimos de vacaciones seguían encontrando sus restos enterrados y gran parte de sus trabajos echos en jade. Los amuletos, llamados mayati se intercambiaban en señal de respeto, en nacimientos, bodas, funerales y otras ceremonias. Eran muy apreciados porque eran un trabajo artesanal de la isla y porque la gente de la isla creía que tenían poderes.
-Vivi un tiempo en la isla de Carramer cuando tenía nueve años - dije recordando que en cuanto mi padre escucho la historia, quiso quedarse a investigar más, - Una de las profesoras que me dió clases nativa del lugar, me lo regaló cuando nos fuimos de ahí, dijo que para que nos diera buena suerte. Mi hermana tiene uno también solo que en forma de tortuga. -
- La tortuga quiere decir que tendrá muchos hijos .- dijo la chica con una sonrisa.
Editado: 06.06.2021