Iuvenis | #3 |

Capítulo 13. Alanis

Marco contemplaba atónito la conversación entre Kael y su novio, quien insistía en llamarlo Nacho. No tenía muy claro el tipo de relación que había entre esos dos. Era evidente que se conocían desde hacía bastante tiempo y que, quizá, incluso habían llegado a ser bueno amigos, pero a la vez el ambiente entre ellos era tenso y, de vez en cuando, se soltaban algún que otro reproche o comentario malintencionado disfrazado con una sonrisa educada.

—Bueno, déjate de tonterías —dijo Cesar de forma seca—. ¿Qué haces aquí?

El chico del cabello de un color entre el amarillo y naranja, con reflejos de luz y ojos ámbar meloso con destellos verdes, desvió la mirada. No quería responder a la pregunta de Cesar. primero, porque, seguramente, este se burlaría de él, y segundo, porque no quería tener que desvelar su secreto.

El exdomador insistió al chico de cejas, castañas oscuras, ligeramente anguladas y tez trigueña clara, quien, cada vez, se sentía más y más acorralado. Conocía a Cesar a la perfección y sabía que no se iría de allí sin una respuesta.

—¿Marco?

Una voz algo temblorosa y quebrada llamó la atención de los tres, quienes se giraron hacia la puerta. Allí, una joven de aspecto delicado y ojos saltones, de color azul con motas verdes, esperaba a que el natura se acercase a ella.

Cesar miró curioso a la chica. Su cuerpo era fino y no demasiado alto. Su tez pálida y apagada. Su pelo rubio, casi blanco, caía sobre sus hombros de forma lisa y sin demasiado volumen. Se centró en su rostro, sus labios eran carnosos y su fina nariz contrastaba con sus gruesas y oscuras cejas. Esa chica le quería sonar de algo, pero no tenía claro de qué, y tampoco le importaba en exceso. Lo que sí que le molestaba es que acababa de interrumpir la respuesta de Nacho y que estaba tratando de llamar la atención de su novio.

—¿Qué quieres?—preguntó Cesar con tono elegante y sofisticado.

—Marco, puedes venir un segundo —repitió ella con tono algo tembloroso.

Estaba claro que la chica no se encontraba a gusto siendo el centro de atención.

—Claro, ahora voy, Alanis —respondió Marco con una amable sonrisa, mientras se giraba hacia ella, pero entonces su novio lo agarró del brazo.

—¿Quién es esa? —preguntó en un susurro sin dejar de examinarla.

Marco amplió su sonrisa al notar los celos de su novio. Cesar odiaba con todo su ser no ser el centro de atención, y mucho más no serlo de su novio.

—Es compañera tuya de clase.

La cara de Cesar se volvió seria. bastante mal lo estaba pasando volviendo a estudiar, como que para que encima su novio echase leña al fuego.

—Quiero decir, es alumna mía —rectificó, aunque no alivió en nada el malestar de su novio.

El Natura se acercó a la chica, quien estaba impaciente por hablar con él.

—Ha comenzado —dijo de forma tímida.

Marco arqueó una ceja algo confuso. No estaba seguro de a lo qué se refería Alanis.

La joven domadora, consciente de que Cesar no les quitaba los ojos de encima, trataba de ser disimulada al dar el mensaje, pero el Natura, seguía sin entenderla.

—El derrocamiento está en marcha —sentenció dándose por vencida.

—¿Qué? —exclamó Cesar.

—No te enfades —dijo Marco dando unos pasos hacia atrás.

—¿Has empezado una revuelta sin mí? —preguntó ofendido—. ¿Cómo has podido? —añadió realizando gestos exagerados con sus brazos.

—No es eso —trató de excusarse Marco.

—¡Ya verás cuando se entere el resto! —advirtió girándose de manera dramática.

—Fue el resto quien me lo pidió.

Esa frase hirió profundamente el orgullo del exdomador.

—¿Todos?

Marco meneó la cabeza.

—Todos no...

—Sabía que Javier me apoyaría —respondió con tono triunfal.

—No fue el señor Jaquinot, fue tu hermano el único que se posicionó en tu favor...

—¿Mi hermano? Ahora entiendo todo. Como ninguno lo soporta, el posicionarse a mi favor, todos tuvieron que ponerse en contra. ¡Si es que siempre esta fastidiándome!

Marco abrió la boca, pero no fue capaz de decir nada. Si su novio realmente pensaba que eso era cierto y era feliz, ¿quién era él para desmentírselo? La realidad era que no se lo habían contado por miedo a que se fuese de la lengua y estropease el plan. Cesar no era lo que se podía decir una persona demasiado estable emocionalmente hablando, así que  lo mejor para el plan era qu él no estuviese enterado hasta que el plan se pusiese en marcha.

—¡Vaya!, ¿cómo no me di cuenta? ¡Que jugada tan magistral Óscar! —respondió marco tratando de realizar su mejor interpretación mientras abrazaba a su novio.

Alanis y Kael se miraron sin terminar de entender que, en verdad, Cesar se creyese semejante tontería, pero desde luego, ellos sí que no iban a ser quien lo sacasen de su engaño.




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