Ivor

Capítulo 4-Ivor

Cuando sentí que algo estaba acechando fuera del bar, supe de inmediato que era uno de los secuaces de Tristán. Supe que Meirion, la mano derecha de él, iba tras Shawna. Con Parry salimos a terminar con él, pero no estaba solo, dos más, quienes no conozco, venían con ese maldito. A metros del bar pudimos agarrar a dos de ellos, pero Meirion pudo escapar. Quería su cabeza, quería acabar con él, pero da igual, ahora le pondrá al tanto a Tristán y sabrá que no voy a darme por vencido.

Desde que Shawna nació, estuve siguiendo su vida minuciosamente y, si yo lo hice, de seguro que, Tristán hizo lo mismo, al menos el tiempo suficiente como para saber dónde encontrarla y cuándo.

Cuando vi a Shawna entrar a ese callejón, quise con todas mis fuerzas poder llegar hasta ella y sacarla de ahí antes de que todo lo demás pasara. No era el momento para que supiera la verdad, ella todavía no está preparada, todavía no confiaba en mí y temo que me odie para cuando sepa realmente toda la verdad. Cosa que todavía no pude hacer porque se desmayó, creo que por la impresión. No lo sé. Yo solo la he traído a casa, la he recostado en mi cama, en donde ya hace unas tres horas que está inconsciente. Parry todavía no volvió, le pedí que tratara de seguir el rastro de Meirion, pero dudo que encontremos algo.

Desde que la traje, no hago más que estar parado en la puerta de mi habitación como un maldito acosador, viéndola dormir. Pero, no puedo dejarla sola. Temo que despierte y esté asustada, temo que esté asustada por mí.

— ¿Aún no despierta? —pregunta en voz baja Parry colocándose a mi lado para ver hacia ella.

—No —niego sin perder la vista de la joven reposando en mí lecho.

— ¿Está bien? —se preocupa él. Siempre lo ha hecho, él siempre fue su mejor amigo.

—Todo está bien. La revisé. Solo no parece querer despertar —explico.

—Negación —comenta él y yo solo asiento con la cabeza.

Le hago señas para salir del cuarto y que me acompañe a la sala para preparar algo fuerte que me haga sobrellevar esta noche.

— ¿Encontraste algo? —indago al tiempo que sirvo el Whisky para ambos.

—Lo perdí —responde mientras toma la copa que le tiendo—. Lo siento —murmura agachando la cabeza.

—Está bien. Ya lo encontraremos — sentencio convencido de mí afirmación.

Parry asiente con la cabeza con decisión y luego camina hasta la ventana en donde se posa para observar la ciudad. Sus ojos marrones cambian repentinamente a dorados y vuelven a su color habitual. Él está enfadado y, no puedo culparlo.

— ¿Cuánto tiempo crees que Tristán ha estado vigilando a Shawna? —pregunta con dientes apretados.

—Quizás el mismo tiempo que nosotros —respondo. haciendo pasar el nudo de rabia que se me atora en la garganta.

— ¿Cómo no nos dimos cuenta? ¿Cómo se nos pudo escapar? No debería ser así, no somos unos tontos. ¿Tantos años de vida y no hemos aprendido nada? —gruñe.

—Eso ya no importa. Ahora sabemos que está vivo y va tras ella. Sabemos que la quiere y tiene buenos hombres para conseguirla, solo hay que estar en alerta y cuidarla, ser sus malditos guardaespaldas si eso es necesario —aseguro, apretando los dientes.

El reflejo de Shawna a través de la enorme ventana bajo la lluvia, me hace erizar la piel. Sus ojos se tornan, solo por un segundo, de color violeta y sé que su magia aún está ahí. Parry se gira bruscamente al verla y la observa con la boca abierta.

— ¿Guardaespaldas para quién? —cuestiona ella. Aunque ya sabe la repuesta.

—Para ti —anuncio, mirándola directamente a los ojos.

—No necesito guardaespaldas —se queja rápidamente.

—Déjame disentir —entono con seriedad—. Lo que pasó esta noche debe haberte dado una pista para hacerte saber que sí necesitas un guardaespaldas —le hago saber.

Sus ojos se agrandan y da un paso defensivo hacia atrás. Por el rabillo del ojo puedo ver a Parry dando un paso hacia ella.

— ¿Recuerdas lo que pasó esta noche? —indaga, siendo más delicado que yo. Ella solo lo mira confundida — ¿No recuerdas nada?— reformula la pregunta y los ojos de ella se posan en mí.

—No puede ser —susurra. Y sé que acaba de acordarse de como maté al secuas de Tristán. Con magia—. Debo irme —niega con la cabeza buscando, con sus ojos, a su alrededor la salida.

—Sabes que sí puede ser —modulo acercándome a ella.

—No —camina hacia atrás con intensión de alejarse. Yo sigo caminando hacia ella.

—Shawna, déjame explicarte. Por favor —le suplico, pero ella sigue en negación.

—Siempre tan testaruda —ironiza Parry logrando que la atención de Shawna se clave en él.

— ¿De qué hablas? —inquiere ella. Parry agacha la cabeza y suspira audiblemente.

—Hablo de que siempre fuiste una tozuda, testaruda, terca, cabeza dura —la mira, divertido—. Puedo seguir con más apelativos, si quieres —se burla.




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