Ivor

Capítulo 23-Ivor

Al despertar, ya no me encuentro en mi habitación, sino, parece ser una especie de granero. Me levanto del suelo y observo a mí alrededor tratando de buscar algo que me diga qué es lo que está pasando, pero solo hay heno, herramientas y, cosas sin sentido para mí en estos momentos.

—Debo reconocer que no creí que lograría traerte a este lugar— me giro rápidamente al escuchar la voz de Tristán.

— ¿Qué has hecho? ¿Dónde estoy? —inquiero.

— ¿No lo recuerdas? —indaga sonriendo.

—No juegues conmigo, Tristán —espeto.

— ¿No recuerdas este lugar? —su pregunta me hace desviar la vista de él para observar alrededor.

— ¿Por qué me has traído aquí? —pregunto, al darme cuenta en donde estamos.

—Nostalgia, quizás —responde, elevándose de hombros.

—Debo volver —anuncio, caminando hacia la puerta del granero.

— ¿Y cómo piensas hacerlo? —cuestiona con ironía al ver que abro la puerta y del otro lado veo hacia dentro del granero como si fuera a entrar de nuevo.

Suspiro al darme cuenta que de aquí no saldré, al menos no por mi cuenta y me giro a encararlo.

—Recuerdo que aquí hacíamos nuestros hechizos y nos juntábamos para solo pasar el rato —articulo, luego de volver a cerrar la puerta.

—Aquí hicimos dos de los hechizos más importantes de la historia —manifiesta, mirando a su alrededor.

—No estoy seguro de saber cuáles —entono, sin perderlo de vista.

Tristán me sonríe y me da la espalda. Luego escucho la voz de Parry.

— ¡He conseguido todo! —anunció, entrando al granero, pero no se detiene a mi lado, ni siquiera nota que yo o Tristán estamos aquí. Esto ya pasó.

Parry corre hacia el centro del granero, en donde Tristán, Shawna y yo lo estábamos esperando flaqueando una mesa llena de artilugios y el enorme libro de la vida.

— ¿Tienes las hierbas? —le preguntó Shawna.

—Está todo —respondió él—. Solo falta que sangremos —entonó, divertido.

—Parry —protestó Shawna.

— ¿Qué? Todo hechizo lleva su cuota de sangre —pronunció, elevándose de hombros.

—Todavía no logro entender por qué debemos hacer esto— manifestó Tristán—; por naturaleza, nosotros ya vivimos más de trescientos años —argumentó.

—Y nos faltan como unos doscientos ochenta años —se burló Parry.

—Lo hacemos por Shawna —intervino mi otro yo—. Ella no tiene la misma tasa de mortalidad —explicó.

—Pero es una banshee, vive, al menos, la mitad de nuestro promedio —articuló Parry.

—Y ahora con nuestros poderes en ella, podrá resistir cualquier hechizo que hagamos —continuó mi otro yo.

—Ahora podremos amarnos por la eternidad —manifestó, Tristán sonriendo con adoración a Shawna.

Recuerdo éste día, fue una semana después de entregarle parte de nuestros poderes a Shawna, si no hacíamos ese ritual antes de darle la inmortalidad, podía morir. Parry había llegado un día con el libro de la vida y se había dispuesto a llevar a cabo ese conjuro y obtener el elixir de la inmortalidad. Nunca supimos la verdad sobre cómo consiguió ese libro, supongo que no nos interesaba mucho en ese momento, solo teníamos una meta y era, fabricar el elixir.

—Ese día fue grandioso —fomenta el Tristán del presente, posicionándose a mi lado—. Ese día fue el que creí, sería el más maravilloso de todos. El día en que mi amor por Shawna iba a durar por siempre. El día en que pensé que nos amaríamos por la eternidad —deja salir una risa seca—. Que iluso, ¿verdad? —sus ojos se posan en la Shawna de antes—. Ustedes ya se estaban viendo a escondidas —niega con la cabeza—. Ahora, mirando desde éste lugar, puedo ver con claridad, puedo ver como ella siempre te veía a ti y no se percataba de mi presencia, puedo ver cómo, antes de dar cualquier paso, ella dejaba ir sus hermosos ojos verdes hacia ti —juro que puedo notar la tristeza en su voz.

—Ella te quería, Tristán, aún lo hace —le digo tratando de poder encontrar al viejo Tristán, a lo poco que no haya consumido éste nuevo y furioso Tristán.

—Pero te amaba a ti —sisea con dientes apretados—. Aún lo hace —concluye.

—Ella ya recuerda todo —le hago saber—. Te recuerda —le indico. Su mirada vuelve a la escena que se dicta frente a nosotros.

—Me alegra saber que ha recuperado sus recuerdos —entona con seriedad.

Mis ojos dejan a Tristán para observar como se lleva a cabo el ritual de inmortalidad. Todos nos habíamos colocado alrededor de un pentagrama, ocupando cada punta de la estrella, dejando solo la de arriba intacta; cada uno de nosotros sosteniendo una vela de color, yo de color verde, Tristán de color azul, Parry de color amarillo y Shawna de color violeta, más una vela de color rojo colocada en la punta de la estrella. Un cuenco de barro colocado en el centro del pentagrama, recuerdo que ese cuenco estaba lleno de nuestra sangre; los cuatro sangramos y dejamos caer el líquido escarlata dentro del recipiente. Luego de pronunciar una oración, Parry, tomó otro recipiente en donde estaban las hierbas y lo echó dentro del cuenco con sangre. El cabello de Shawna se elevó como si fuera obra de una brisa, sus ojos comenzaron a cambiar de color, de su particular verde a blancos y luego a violetas, antes de volver a su color original. Lo mismo pasó con los demás y, obviamente, conmigo, solo que nosotros no poseíamos a una banshee dentro, por lo que nuestros ojos no cambiaron a blanco. Todos soplamos hacia el cuenco y observamos como la sangre comenzó a mezclarse con las hierbas, era como si alguien la estuviese revolviendo. Luego de unos instantes, la sangre se tornó negra cuan si fuera petróleo. Segundos más tarde, los cuatros estábamos en el suelo retorciéndonos de dolor. Recuerdo muy bien ese dolor, fue como si me estuvieran desgarrando cada órgano de mi cuerpo con pinzas y sin anestesia. La sangre del cuenco, la que parecía petróleo por su oscuro color, se volvió transparente como si fuera, simplemente agua. Nos comenzamos a levantar, de a uno; aturdidos por lo sucedido, amagué para correr hacia Shawna para ver cómo estaba, pero Tristán se adelantó. Lo vi alcanzarla y ayudarle a levantarse en sus pies y, es ahí cuando recordé que yo no tenía esa libertad y me abstuve de ir tras ella.




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