Ixthus 2 La Amenaza

7

Continuaron avanzando por los senderos y pronto se encontraron con el capitán. Estaba inclinado sobre una mesa amplia y redonda y miraba un extenso mapa mientras compartía ideas con otro ixthus, un poco más joven que él.

—Capitán—dijo Corbán—Sem me informó que estaba buscándome.

El capitán levantó la vista del mapa y con un asentimiento de su cabeza le indicó al otro ixthus que saliera de la sala.

—Corbán, si de hecho he estado buscándote desde la mañana ¿Quiénes son los jóvenes que te acompañan?

—Oh si, lo siento. Estos son Naín y Gera, los dos jóvenes que nos dijeron que vendrían, por la persona que se refugia en la ciudad.

—Vaya—dijo mientras se sentaba en una cómoda silla de respaldo alto—no los esperábamos tan pronto.

—Nos hemos esforzado en nuestra misión, señor—dijo Naín.

—Casi desearía que no fuera así—dijo el capitán.

— ¿señor?

—Tomen asiento caballeros.

Los tres jóvenes acercaron unas sillas que estaban junto a la pared y se sentaron de frente al capitán.

—Hemos recibido un mensaje urgente de nuestros hermanos en Eklessia. No sabemos exactamente qué es lo que ocurrió, pero sabemos que no es nada bueno.

— ¿Qué clase de mensaje?—preguntó Corbán

El capitán, tomó un control de sobre la mesa y presionó un botón. Una pantalla bajó del techo y comenzó a mostrar una serie de imágenes. Parecía otro refugio ixthus, excepto que había un total caos en toda el área. Los ixthus atacaban con ímpetu a algo que nunca pudieron ver bien, todo se veía borroso y lleno de humo. El mensaje duró si acaso unos quince segundos, mismos que los jóvenes observaron preocupados.

— ¿Qué fue lo que ocurrió allí?—preguntó Gera.

—No lo sabemos aún, los expertos han estado revisando este mensaje una y otra vez, pero no nos ofrece mucha información.

— ¿Podría ponerlo de nuevo?—pidió Naín.

El capitán accedió a su petición y lo puso de nuevo. En un determinado punto, Naín le pidió que se detuviera.

—Ahí—dijo—, páuselo ahí.

Todos observaron con detenimiento para ver qué era lo que Naín había visto, pero no encontraron nada.

— ¿Qué es lo que has visto Naín?—preguntó Gera.

—Justo ahí, ¿lo ves?

Naín señalaba un punto específico en la parte superior izquierda de la pantalla, sin embargo, los demás caballeros aún no podían apreciar nada más que humo y caos.

Se acercaron más a la pantalla para ver un poco mejor.

—Oh sí, creo que puedo ver algo—dijo el capitán—parecen…

—Ojos – terminó Naín.

—Pero ¿Rojos?—preguntó Gera incrédulo,

Sin embargo, luego de recordar su anterior encuentro con las criaturas, terminó de entender lo que Naín había visto.

—Oh no—exclamó.

—Imposible—murmuró el capitán.

Inmediatamente, el capitán comenzó a aclarar un poco más la imagen, quería comprobar que su teoría era correcta, aunque por dentro deseaba con todas sus fuerzas que estuvieran equivocados, no obstante, cuando la imagen fue un poco más precisa, descubrieron con horror que todo era verdad. Esos ojos rojos estaban ligados a la inconfundible cara de un malak.

—Pero no puede ser posible—dijo Corbán turbado—en todos estos años, los malak jamás han podido penetrar nuestros límites.

El capitán no respondió, estaba inmerso en sus pensamientos, mientras tanto, Gera, Naín y Corbán continuaron discutiendo sobre lo sucedido.

—Y ¿Qué vamos a hacer ahora?—preguntó Corbán.

—No existe la suficiente información como para comenzar a hacer algo—concluyó Naín.

—Entonces debemos sacarla de donde podamos.

— ¿A qué distancia queda Eklessia de aquí?—preguntó Gera.




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