Ixthus 2 La Amenaza

10

Estaba en el parque de Hieron, sentado en una de las bancas de madera y disfrutaba del cálido aire que golpeaba su cara. Miró hacia sus rodillas, un pequeño bulto de cobijas descansaba ahí, las removió un poco y descubrió a su sobrina durmiendo plácidamente.

Era la niña más hermosa que jamás hubiera visto. Chupaba su dedo pulgar y respiraba acompasadamente, no pudo evitar acariciar su suave piel y sonreír al hacerlo, la quería como si fuera su propia hija. Y mientras la miraba razonó, si su sobrina estaba ahí, Sara de seguro andaría cerca. Buscó con la vista por todos lados y pronto la encontró, caminaba derecho hacia él y no venía sola, Vasti la acompañaba, caminaban del brazo como si fueran viejas amigas y además de eso, Sara vestía el traje blanco de los ixthus, lo que le decía que al fin había llegado a la verdad y la había aceptado.

Naín estaba feliz con todo aquello, había salvado a su familia y ahora estaban con él en Hieron.

—Hola Naín—saludó Sara.

—Hola—contestó en un susurro para no despertar a la bebé.

—Vaya, pero si la has dormido, sin duda serás un gran padre.

Sara le guiñó un ojo a Vasti a modo de complicidad cuando dijo eso. Vasti solo sonrió y se acercó a Naín para tomarlo del brazo y darle un beso en la mejilla. Él no pudo evitar sonrojarse.

—Tal vez debería ir a acostar a la niña – dijo Sara.

Naín asintió y dejó que Sara tomara a la niña de sus brazos. Cuando tuvo sus manos libres aprovechó para tomar la de Vasti e invitarla a que se sentara a su lado. Sin embargo, un temblor sobresaltó a todos en Hieron. Naín y Vasti se miraron confundidos, incluso Sara se detuvo a mitad del camino y miró a todos lados para comprobar que no solo ella había sentido la conmoción. Segundos después el temblor se repitió. No venía desde suelo, era extraño porque se sentía en todos lados.

En la tercera ocasión que el evento se repitió, Naín se levantó de un salto y le pidió a Vasti  que se llevara a Sara y a la bebé a un lugar seguro. Vasti corrió de inmediato con Sara pisándole los talones.

Mientras tanto la mayoría de los capitanes y soldados se reunían en la puerta este, desde donde todo parecía originarse.

La puerta temblaba y se estremecía, estaba a punto de ceder ante lo que fuera que la estuviera golpeando.

¡BUM, BUM!

Incluso el cielo parecía retumbar con los golpes. Un último ¡BUM! Y toda la puerta se quebró en mil pedazos y dos ojos rojos en un gigantesco  cuerpo de un malak aparecieron detrás del caos.

Naín se despertó sobresaltado, el ultimo bum, no había sido del todo un sueño. Afuera los truenos retumbaban y los rayos rompían el cielo en dos.

—Hola—saludó Gera— ¿Has dormido bien?

— ¿Cuánto tiempo dormí?—preguntó Naín mirando a todas partes.

—Un par de horas.

— ¿Hace cuánto que nos alcanzó esta tormenta?

—Como veinte minutos, más o menos.

Naín observaba la tormenta, no podía creer que hubiera dormido tanto y tan profundo como para no escucharla desde un principio.

— ¿Te pasa algo?—le preguntó Gera.

—No—mintió—no, estoy bien.

La verdad es que su reciente pesadilla lo había dejado muy inquieto.

—Conducir es genial—dijo Gera—creo que ya lo domino.

—Si—dijo Naín aun distraído—parece que sí.

Sacudió su cabeza, una para alejar el sueño y dos para olvidarse de su pesadilla.

— ¿Qué tan lejos estamos de Hekal?—preguntó.

—Aún nos quedan diecinueve horas de camino.

—Genial, vamos bien.

Después de eso Naín se dedicó a mirar por su ventana, no todo su sueño había sido malo, al menos al principio había sido muy hermoso, Vasti a su lado, Sara y su sobrina a salvo. Eso era perfecto, así que decidió quedarse con esa parte del sueño y guardarla muy adentro de su corazón para saborearla cuando se hiciera realidad.

—¡wow!—exclamó Gera—¿Viste eso? Ese fue el rayo más grande  de todos.

Naín no necesitó estar poniendo atención para notar el rayo que surcó medio cielo e iluminó todo el llano. Fue tan potente que por un minuto pareció estar brillado el mismo sol como a medio día.




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