Izanami no Kami

Capítulo Tres

 

"Dar a luz debe de ser uno de tus más grandes logros, no uno de tus más grandes miedos"

"Confío en mi cuerpo y en que sabe cómo dar a luz a mi bebé"

 

Fuego. Las llamas lamían vivaces los campos y bosques, ansiosas de tomar más vida a su paso. Las estrellas se escondieron detrás de las nubes al ser incapaces de ver tan feroz escenario.

—¡Su divinidad está dando a luz! —chillaron las aves durante su desesperada huida.

En vez de bendición parecía más un castigo, una venganza a la tierra y a los suyos. Los oyashima observaban a lo lejos, temerosos por sus propias islas y no por lo que ocurría con sus padres.

Izanagi por otro lado se encontraba sumido en la humillación y también en la ira. ¿Cómo su esposa se había atrevido a tan semejante descaro? Los truenos respondieron a su enojo quebrando al cielo en miles de fragmentos, pero Izanami solo tenía fuerzas para centrarse en sus pujos durante el parto.

El fuego le pertenecía al hombre y no a la mujer. Así pensaba el dios, por lo que no opuso resistencia cuando su pareja fue sentenciada y castigada por su vergonzoso acto.

Al no ser considerada apta para llevar una carga equivalente a la de su esposo, Izanami fue privada de un cuerpo resistente para traer al mundo a la encarnación del fuego, un fuego que no fue engendrado junto su esposo sino uno que nació de su propia ira, de la injusticia y el dolor, de sus ansias de sublevarse contra el mundo y contra los dioses por el rencor que aún guardaba dentro de sí desde que perdió a sus dos primeros hijos, Hiruko y Awashima.

Kagutsuchi, así fue llamado el recién nacido. Era un pequeño bebé cubierto de flamas. Su primer llanto fue a juego con los alaridos de agonía de su madre. Al esta ya no ser inmune a las brasas, sus genitales fueron quemados y heridos hasta el punto que Kagutsuchi sería el último hijo que la diosa daría a luz.

—Que atrevida e insensata. Sus propias acciones la llevaron a convertirse en lo que es ahora —susurraban entre burlas a sus espaldas.

El valor de la una mujer se definía por su deber de concebir hijos y criarlos e Izanami al perder tal habilidad comenzó a ser menospreciada por los demás dioses. Fue apartada e Izanagi en ningún momento mostró atisbos de interés por ella o por el bebé ya que consideraba a este el culpable de todo. 

 




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