"La duda hizo que el amor se terminara
y su matrimonio no funcionara"
—La conozco— murmuré en voz alta mientras Lilith sonreía desde abajo. —Pueden marcharse, yo también me iré de aquí, ya no tengo a nadie que atender.
Uno de los guardias a mi lado se adelantó con preocupación. —¿Está segura, mi señora? Ni siquiera se arrodillo ante usted, podría ser una enemiga— murmuró.
—Dije que la conocía y que podían retirarse. No entiendo por qué no están obedeciendo— respondí con firmeza y un dejo de frialdad.
—Disculpe, mi señora, la dejamos a solas entonces. Puede llamarnos si algo sucede— comentó el guardia antes de retirarse, lanzando una última mirada hacia Lilith.
—La próxima vez prometo inclinarme ante ti, no pensé que eso desataría dudas— dijo Lilith, ofreciéndome su brazo para ayudarme a bajar las escaleras que se extendían debajo del trono.
—No es necesario, ellos solo deben seguir las órdenes que doy y listo— respondí con determinación.
—Y de verdad que todos te obedecen— murmuró divertida mientras se enganchaba en mi brazo izquierdo.
—Por supuesto, cualquiera que quiera mantener su cabeza en su sitio lo hace— respondí con seriedad mientras avanzábamos por los pasillos juntas.
—La verdad pensé que no me recibirías— habló en voz baja, con una pizca de tristeza en su voz, soltándose de mi brazo. —Después de lo que pasó hace cinco años, cuando te aparté de mi lado asustada, temiendo que tú, que me conoces de toda la vida, me harías daño— desvió la mirada hacia la ventana. —Pensé que me tratarías de manera diferente
—Jamás cambiaría contigo. Eres mi mejor amiga. Sabes que soy capaz de destruir un reino entero si alguien intenta hacerte daño a ti, a mi hermano oa mi padre. Ustedes son mi familia. Puede que haya cambiado un poco, pero solo fueron mis ojos, mi fuerza y una marca que apareció en mi espalda—suspiré pesadamente—. Todo lo demás que hice fue para ganarme respeto—detuve mis pasos mientras observaba el cielo gris a través de las grandes ventanas, donde aún se podía ver las cabezas de quienes se atrevieron a desafiarme y traicionarme—. ¿Crees que, de no haber actuado así—señalé las cabezas reducidas a cráneos—, seguiría con vida? Quizás, de no haberme matado, me habría casado con alguien influyente que gobernara en mi lugar, o mi cabeza estaría allí en lugar de las suyas.
—De verdad entiendo tu perspectiva, pero ¿era necesaria tanta violencia para proteger tu posición?
—Si realmente me entendieras, no me harías esa pregunta—respondí sin gracia.
—Yo... lo siento. No vine aquí para recriminarte nada, excepto por enterarme de que pediste ayuda a Dorian en lugar de a mí—resopló, visiblemente herida.
—Eso es otro asunto del que hablaré contigo más tarde. Quizás tú puedas ayudarme, ya que Dorian no pudo hacerlo—recordé sus consejos de dejar pasar las cosas y centrarme en mantener mi posición—. Me han dicho que en estos cinco años te has convertido en una bruja poderosa.
—Algo así. Pero mejor cuéntame ahora, quién sabe si después sea muy tarde o no pueda escucharte—susurró con una sonrisa triste en su rostro—. O bien, puedes decirme si has tenido heridas en tus conquistas.
—No pasa nada. Son cosas del pasado. Además, conté con la suerte de tener el apoyo de Alessandro en todas las invasiones que tuve que llevar a cabo—
—Obligado cualquiera…—
—Parece que mi comandante te ha mantenido informada sobre mi reino—comenté cruzando los brazos y arqueando una ceja—. ¿Qué es lo que han estado tramando ustedes dos durante estos cinco años en los que estuve alejada?—pregunté, y ella desvió la mirada, sonrojándose mientras se rascaba la nariz.
Su gesto denotaba nerviosismo, estaba a punto de mentir.
—Nada de lo que piensas—respondió nerviosa—. ¿Por qué no vamos al jardín?—cambió de tema empujándome suavemente, evitando que profundizara. Quizás más adelante, decida contarme por sí misma.
—¿Cuál jardín? ¿El que destruiste hace cinco años utilizando a Alessandro como conejillo de indias?—dije irónicamente, y ella simplemente sonriendo inocentemente, argumentando que había sido un accidente del pasado.
—Un "accidente" por el que te harás carga hoy mismo—le dije antes de llegar al jardín.
Horas más tarde, tras remodelar el jardín para que quedara como nuevo, con nuevas rosas brotando y un césped tan verde y exuberante como el que una vez adornó el reino de los elfos, finalmente permití que descansara. Sin embargo, aquel acto de embellecimiento floral tenía un significado más profundo para los brujos que yo conocía a la perfección y que ella había ignorado descuidadamente. Algo que, sin duda, utilizaría en el futuro.
Durante la cena, Alessandro se nos unió. Al verla, su rostro se iluminó con una sonrisa que reflejaba un amor profundo, como si estuviera contemplando lo más hermoso del mundo y ansiara protegerlo de cualquier mal. A veces me inquietaba su lado posesivo y protector, pero confiaba plenamente en que Lilith sabría manejarlo, una vez dejara a un lado su capa de orgullo.
Pero esta noche, la observaba con ojos rebosantes de amor puro, como si no se hubieran visto desde hace mil años, a pesar de haber visitado el reino de Atlas en mi nombre en numerosas ocasiones.