Izel

CAPITULO 10

IZEL

Tres días después...

—Dime, Dereck, ¿crees que debería cortar mi cabello? —pregunté mientras me observaba en el espejo—. Siento que ha crecido demasiado y comienza a resultar molesto.

—Corto o largo, cualquiera te queda precioso —respondió en un tono suave—. Pero como miembro de tu consejo, creo que sería mejor que lo recortaras un poco para que no te estorbe en las batallas que se avecinan.

—Tienes razón —dije, acariciando mi cabello —. Llama a mi nana para que lo corte, ella es la única que sabe cómo me gusta.

—Lamento informarte que no se encuentra en el castillo —comunicó—. Ayer por la mañana envió una carta pidiendo dos días más de descanso.

—¿Mencionó la razón? —pregunté sorprendida, pues no solía estar ausente por tanto tiempo.

—No, mi reina —respondió—, pero podría llamar a Adara.

—¿Adara? —pregunté confundida.

—Es la humana que tenemos bajo custodia en el castillo.

—¿Y por qué una humana se encargaría de arreglar mi cabello? —pregunté con indiferencia.

—Dicen que los humanos tienen una habilidad especial para trabajar con las manos, como si hicieran magia sin necesidad de poseerla realmente. Además, de que ella sera tu próxima doncella junto a la niña —añadió mientras degustaba un sorbo de vino y me servía una copa—. Creo que sería una ventaja que aprendiera directamente de ti cuales son tus gustos, normas y preferencias.

—¿Y si no me agrada cómo maneja mi cabello? ¿Qué debería hacer? ¿Le corto las manos? —dije, bebiendo de mi copa—

—Esa decisión recae en ti, aunque no considero que sea útil tener una doncella sin manos, sobre todo siendo una simple humana —señaló, rodeando delicadamente mi cintura—. Deberías reflexionar bien antes de llevar a cabo tus acciones.

—Tienes razón, pero no me tientes a succionarte la sangre ahora mismo —dije apartándome de su lado y retirando su brazo de mi cuerpo—. No me gustaría que la humana y la niña entraran a la habitación y te vieran desnudo en esa cama, Dereck.

Él soltó una carcajada, mostrando sus encantadores hoyuelos en las mejillas que podrían enloquecer a cualquier ser que tuviera la suerte de verlos, algo que rara vez lograban provocarle, salvo cuando estaba conmigo o si se lo pedía expresamente.

—Bueno, podrías succionarme la sangre un rato y luego soltarme minutos antes de que ellas lleguen aquí —propuso con una sonrisa en el rostro.

—Me encantaría aceptar eso, sin embargo, sabes que una vez empiezo me resulta difícil parar y soltarte tan pronto —dije dejando la copa sobre la mesilla en mi habitación—. Mejor ve y llama a las humanas.

—Como deseé, mi reina —fue lo último que dijo antes de desaparecer por la puerta.

No recuerdo exactamente cuándo conocí a Dereck, simplemente sé que un día estaba dentro de mi círculo de confianza. Tal vez sea porque él es muy diferente a mí; no disfruta de las batallas debido al derramamiento de sangre, y mucho menos le agradaba la idea de quitarle la vida a alguien. Siempre prefiere permanecer en el castillo ideando estrategias sorpresas o buscando soluciones para los problemas leves del reino. Además, recuerdo que fue el primero en arrodillarse ante mí, jurándome lealtad cuando me senté en el trono, ensangrentada. En ocasiones considero la idea de casarme con él y convertirlo en el rey consorte, sin embargo, prefiero tomarme mi tiempo para reflexionar sobre ello.

La primera vez que probé su sangre, estaba al borde de un colapso por la sed que me consumía y, como Mikhail aún no era mi pareja oficial y no se encontraba cerca para calmarme, él se ofreció como mi fuente de sangre. Sin embargo, era evidente que no se limitaría a ser solo eso, ya que al beber la sangre de otro vampiro, una sensación parecida al éxtasis se extendería por nuestros cuerpos, llevándonos a un encuentro íntimo. lamentablemente, esa es nuestra mayor debilidad; Incluso si alguien intentara aprovecharse de ti, terminarías aceptando y tu cuerpo parecería que no fuiste abusada. Por ese motivo, solíamos recurrir a brujas cuando ocurrían casos así, ya que podía acceder a los recuerdos y descubrir la verdad.

Era una medida necesaria para conocer la verdad y determinar el castigo adecuado.

Minutos más tarde...

—¡Larga vida a la reina, quien hoy se ha convertido en nuestra madre! —recitaron al unísono la humana y la niña, inclinándose.

—Está bien, pueden levantar la cabeza —les concedí.

—Dígame, mi reina, ¿qué necesita de nosotras que nos ha solicitado venir hasta su habitación? —preguntó la humana llamada Adara.

—Necesito que me cortes el cabello porque me está estorbando demasiado —respondí.

— ¿Cortar su cabello? —preguntó Adara, confundida—. Pensé que a las mujeres vampiras les gusta mantener su cabello largo.

—A las demás mujeres sí, pero yo soy la reina y prefiero tenerlo corto —respondí con indiferencia.

—¿Puedo preguntar la razón, mi señora? —inquirió Adara.

—No hay una respuesta larga; simplemente soy alguien que participa en cada batalla, y el cabello largo sería un estorbo e incluso peligroso y arriesgado pelear contra mis enemigos si tiran de mi cabello.

—Pero no preferiría trenzar el cabello?— hablo la pequeña a su lado— de esa manera conservaría el hermoso largo cabello rojo que tiene

—Nunca trenzo mi cabello —dije con seriedad, recordando cosas dolorosas del pasado—. Prefiero mantener en una coleta o simplemente cortarlo.

—Permítame decirle que se ve preciosa con el cabello largo. Una trenza le daría un toque increíble a su majestuosidad —insistió la pequeña con entusiasmo.

—No —respondí con firmeza

—Pero...

—¡He dicho que no! —exclamé molesta, golpeando el tocador.

La niña murmuró una disculpa entrecortada, temerosa de haberme incomodado con su sugerencia.

—Mi reina, por favor, perdone a mi hija, solo intentaba expresar su opinión —intervino su madre con voz comprensiva.



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En el texto hay: fantasia, machismo, guerra

Editado: 22.02.2025

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