Veintiún días.
Veintiún días fue el tiempo que necesitó para tener a todos los miembros de la familia Clover a su merced.
Le había costado más dinero del que pretendía gastar, muchos de sus hombres murieron (la mayoría por sus propios ataques de ira), más alcohol del que pudiera conseguir con los mejores contrabandistas de todo Twist City y a pesar de todos los baches en el camino, por fin sería el Rey de la ciudad.
Casi nada había salido según sus planes. No se quejaba. Al final, él venció.
El único que podía haberlo derribado, hijo legítimo del último líder, Jack Clover, se hallaba a su lado como un fiel sirviente. Anastasia y Ace estaban parados frente a él, aturdidos y pasmados, el estúpido de Rudy seguía vivo, luego de matar a la mitad de su guardia en el club y Bufón no se había quejado de nada. Eso quería decir que no tendría que colaborar con Queen, su zorra ex esposa. Ella ya tenía su ciudad, King quería la suya.
—¿Necesitabas matarlos? —le preguntó a Rudy, sin soltar el vaso de whisky ni levantarse siquiera, como si los invitados inesperados no fueran dignos de ningún esfuerzo de su parte.
—Lo siento, jefe. Era para dar un poco más de dramatismo a todo el asunto —admitió Rudy con una sonrisa de satisfacción
—Bah.
King bebió.
—Jefe, ¿has dicho? —preguntó Ace situándose frente a Rudy, mirándolo directo a los ojos con una mirada penetrante y acusadora.
Él sonrió de manera torcida, asomando un brillo malicioso en sus ojos. Sin decir palabra alguna, golpeó a Ace con un puñetazo en el abdomen haciéndolo encorvarse de dolor. Lo tomó de lo cabellera, Ace gritó y con sus manos intentó zafarse, pero no pudo porque él lo lanzó contra las botellas y vasos que había en los estantes detrás de King. Algunos vidrios rotos se incrustaron en su piel. Ni siquiera pudo notarlo, perdió el conocimiento con el impacto.
—¿Planeas seguir destruyendo mi club? —quiso saber, levantando un poco más la voz.
Rudy se encogió de hombros.
—Espero que no —admitió.
—Así que Pip nunca nos traicionó, fuiste tú todo el tiempo, nos mentiste y nos traicionaste. Creí que respetabas a Rick, que le eras leal —lo acusó Anastasia a su espalda, sin moverse de donde estaba.
—Lo era, pero Rick no está. Debe estar muerto —aventuró—. Y en cuanto a Pip, el tonto me vio cuando derribé a Jack y trató de detenerme. Lamento que haya muerto, me agradaba el chico.
—Seguro que sí, es por eso que le disparaste y lo dejaste ahí tirado para desangrarse. ¿Eso fue lo que pasó verdad? —quiso saber.
No contestó.
—Pero él era más fuerte de lo que pensabas, sobrevivió y nos salvó. Mientras que tú, perro faldero... —Anastasia se dispuso a darle la cara a Rudy, enfrentarlo, aunque todo estuviera en su contra.
Eso era lo que veía King en ella, pero no quería que se sacrificara. Aún no. Cuando empezó a moverse, miró a Frank y le hizo una seña con la cabeza en dirección a Anastasia. Este apareció detrás de ella y la sujetó de los brazos, inmovilizando sus movimientos.
—Nada de eso, querida. Te quedas justo aquí —dijo Frank.
—No me digas querida, gusano —escupió con repulsión. Pero más allá de los insultos, no podía hacer nada.
King se acercó a ellos dando pasos lentos, riendo en un susurro, mientras Jack, por otra parte, iba a su lado carcajeando de manera espeluznante. Una risa que no era contagiosa, más bien repulsiva y preocupante. Te acercaba poco a poco al abismo de la locura. Te hacía sentir dentro de un manicomio, pero no uno normal donde los enfermeros cuidaban de los pacientes y estos tomaban medicinas, iban a consultas y a charlas diarias para hablar de sus problemas y mantenerse la mayor parte del tiempo encerrados. No, ese manicomio no era así. Ahí la locura gobernaba.
El más retorcido de los locos era Jack. Jack, el gran hijo de Rick Clover. Jack, la última esperanza de la familia. Jack, el cascarón de una mente vacía esperando para ser manipulada.
Jack, el sirviente de King.
El hombre moreno se acercó a Anastasia tomándola de la cara, formando una pinza con su mano para sujetarla desde la barbilla y presionar con fuerza sus mejillas, inclinó un poco su rostro mientras Frank todavía la sujetaba de los brazos, dejándola en una posición incómoda.
—No solo eres hermosa, Anastasia; también eres una guerrera como ninguna otra. —La soltó con un empujón contra el pecho de Frank—. Ace es un inútil, lo mataré en poco tiempo, pero para ti quiero algo especial.
Se alejó dándole la espalda y se sentó cruzando una pierna sobre la otra, en una de las mesas del club.
—Quiero que te unas a mí. Quiero que estés a mi lado y me seas leal, como le fuiste alguna vez a Rick.
—Jamás, Jonathan. Jamás estaré a tu lado, prefiero morir. Mátame como lo harás con Ace —lo retó.
—¡No me llames Jonathan! —King se acercó a ella, con su rostro enrojecido, y le dio una bofetada dejándole los dedos marcados—. ¡Soy tu Rey! —exclamó.
Se hizo el silencio. Incluso Jack paró de reír por unos breves segundos.
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Editado: 08.01.2021