Me hiciste bajar la guardia, seduciéndome con tus ojos y tus caricias.
Jurando que nunca me dejarías, hablándome con esas palabras que solo suenan jodidamente bien en tu boca.
Prometiendo que tu cuerpo junto al mío nunca seria solo un recuerdo, que me dejarías ser el único en tu mente, él único en tu corazón, él único al que deseas.
Simplemente ser lo único a lo que siempre te rendirías y nunca dejarías de querer y necesitar.
Pero...
¿Dónde estás ahora cuando más te necesito?
No puedes jugar conmigo a las sombras porque precisamente son ellas las que nunca dejaran de estar detrás de ti. Te van a recordar a cada instante que tu misma elegiste morir en la oscuridad, que no aceptaste prender la luz, tú me dejaste entrar.
Trato de calmar mi mente y no romper todo lo que ya construí para ti, pero juegas con mi paciencia aun sabiendo que esto terminara mal.
Se que hice promesas que no cumplí, pero tu hiciste lo mismo.
No puedo pedirte perdón porque esta es mi manera de amar.
Aun si solo siento dolor, eso me mantiene tranquilo. Significa que todavía siento algo.
Lo mismo te pasa, eliges seguirme aun cuando nuestro camino se basa en lo inmoral.