Jagger y Adara

2. Nada es lo que parece

Cuando aterrizamos en Estados Unidos Pensilvania, lo único que se me ocurre es ir a un solo lugar. El taxi pasa por las calles hasta estacionarse frente a una linda casa hogareña. Pago el servicio y bajo del taxi con nuestras cosas.

Anders se había portado muy bien en todo el viaje y no había llorado ninguna sola vez. Solo comía, dormía y viceversa. Me acerco a la puerta principal y toco el timbre. Puedo escuchar los pasos acercándose con algo de lentitud y una chica de mi edad con el cabello rizado abre la puerta.

Chilla de alegría cuando me mira frente a ella y se tira encima para abrazarnos.

—Clau creo que nos estas presionando demasiado. —se separa con las mejillas rosas de la vergüenza.

—Lo siento mucho, pero hace tanto que no los veo que me deje llevar sin querer.

—No te preocupes a nosotros también nos agrada verte de nuevo.

—Pero miren lo grande que esta esté hombrecito, tiene los ojos de su papá. —lo toma en brazos quitándome un peso de encima— No puedes negar que Jagger le heredo todos sus genes, este niño es su mini él.

—Definitivamente heredo todo de él. No tiene nada de mi —le hago un pequeño puchero— ni siquiera mi carácter.

—Hey, pero eso se soluciona fácilmente, pueden tener otro hijo y ese seguro si saldrá a ti amiga.

Su solución no estaba nada mal, pero sabiendo como estaba nuestra situación ahora y lo furioso que debía estar por haberme ido, no era lo mejor. Antes que nada, debíamos arreglar nuestra relación para después pensar en expandir la familia.

—Y hablando de eso ¿Dónde está Jagger? —se asoma a la calle para ver si estaba por algún lado y aun no lo había visto.

—Esta vez no pudo acompañarnos, ya sabes. Tiene días de filmación y no puede salir tanto tiempo del país por ahora.

—Oh ya veo, pero pasen. No se queden afuera que hace un poco de frio.

Nos deja pasar primero y nos guía la sala. Dejo la maleta a un lado mientras ella va con Anders a la cocina, me quito el abrigo y la sigo para sentarme en la barra del comedor. Saca de la nevera una jarra de jugo y unos vasos, me ofrece jugo.

—Gracias, estaba muriendo de la sed.

—Lo sé, siempre te pasa eso cuando vas en avión.

Ella también se sirve uno y se sienta frente a mi mientras Anders juega sobre la mesa en medio de ambas con las frutas del frutero.

—Y cuéntame, que tal la vida de casada. Están por cumplir dos años de matrimonio ¿Cierto?

—Si, el otro mes. —mi cara parece expresar molestia porque ella lo percibe de inmediato.

—¿Que sucede? perdón si he dicho algo malo, talvez ustedes ya no quieren tener más hijos.

—No te preocupes, de hecho, Jagger sí que los quiere tener.

—¿Y tú? no me pareces tan emocionada como él.

—Si te soy sincera, nuestro matrimonio tiene muchos altos y bajos. Quisiera arreglar bien las cosas y saber que somos una pareja estable antes de pensar en tener otro bebé.

—Te entiendo, hay familias extensas con muchos problemas encima, es mejor una pequeña pero armoniosa. Además, ustedes dos aún son muy jóvenes, tienen todo el tiempo del mundo, se merecen disfrutar más de su soledad.

—Tu siempre me entiendes Clau.

Toma mis manos y las envuelve con las de ella. Era mi mejor amiga desde la secundaria, si alguien tenía el poder de hacerme sentir mejor era ella. Nos quedamos poniéndonos al día de todo lo que había pasado estos meses que no nos vimos.

***

Salgo de la casa de mi amiga, con Anders en mis brazos ya dormido, lo cubro bien con las mantas. Y lo acomodo para que vaya más cómodo.

—Fue lindo volver a verte, deberías visitarnos más seguido. Yo pagare tu pasaje.

—¿Segura no quieres quedarte a pasar la noche? Recién llegas de Suecia.

—No te preocupes Clau, me quedaré en la casa que Jagger tiene aquí.

Mentira.

Era de él, de quién venía escapando. Pero un hotel nunca es tan malo como creen las personas, si había volado hasta aquí era solo para encontrar un poco de paz. Al menos por unos días.

Después ya volvería a Suecia y enfrentaría la tormenta de problemas ahí.

El taxi que pedí media hora antes, se estaciona frente a nosotras. Ella me ayuda a entrar y luego entra a su casa, el taxista guarda nuestra maleta atrás el en maletero. yo le indico al taxi a que dirección quiero ir.

Me acomodo en el carro con Anders, cierro mis ojos porque el viaje supone ser largo, ya me despertaría al llegar el conductor. Solo siento como las vibraciones del auto hacen que mi cuerpo se relaje, logrando que duerma un poco.




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