Me despierto de golpe cuando el auto parece haberse detenido y alguien abre la puerta de inmediato, no estaba entendiendo nada de la situación cuando dos hombres me toman de los brazos y uno más toma a mi hijo en sus manos. Trato de forcejear contra ellos, pero no consigo nada más allá de que me arrastren con ellos, el lugar está oscuro, pero cuando nos vamos acercando descifró dónde estamos.
La casa de Jagger.
Peleó con los hombres al reusarme en seguir caminando hacia la casa, el hombre que lleva a Anders se apresura a la puerta y se lo entrega a.… la nana. Esa adorable mujer que cuidó de Jagger cuando estuvo viviendo aquí.
Cuando veo que tiene a mi hijo en sus brazos y que desaparece por esa absurda gran puerta es donde corro al interior de la casa, ahí sí que me sueltan los hombres. Después de todo, ya estaba cayendo en la trampa.
Al poner el primer pie dentro de la casa, la puerta se cierra detrás de mí, al pie de las escaleras está él. No se mira feliz, eso es un hecho. Vestido con pantalones formales negros, una camisa blanca de vestir, arremangada hasta los codos y unos mechones de su perfecto cabello peinado hacia atrás le caen por la frente.
—¿Que pasa mi corazón? no me invitaste a tus vacaciones.
—Jagger.
—¿Ya no soy tu amor?
Débilmente niego con la cabeza, él baja los últimos escalones y se acerca a unos pasos de mí. Cada paso que yo doy hacia atrás, él lo da hacia mí. Su altura es demasiada, tanto que se encorva para verme.
—Necesito explicaciones... Dime mi corazón, que sucede. Tenemos una pelea y cuando regresó del trabajo, mi mujer y mi hijo ya ni siquiera están en el mismo país.
—¿Y por eso haces todo esto? hacer que nos traigan hasta aquí cuando está más que claro que no quiero estar cerca de ti.
—Me conoces, no me gusta no saber las cosas y en este caso, no saber en qué puto lugar está mi hijo y mi esposa.
Nos quedamos en silencio y me cruzo de brazos con las lágrimas acumulándose en mis ojos.
—Quiero irme.
—Y lo harás, pero con Anders y conmigo, en un avión directo a Estocolmo.
Me toma del brazo para caminar unos pasos a las escaleras, pero me rehusó y logro sacar mi brazo de su agarre, me dirijo al mismo lugar del que no me había movido desde que entre. Él voltea a verme como si no entendiera que carajos pasa y mejor dicho porque carajos no estoy haciendo lo que él quiere.
—No estoy de humor Adara. Deja de jugar.
—Tu deja de querer controlar todo y a todos. —se pasa mis palabras por donde mejor le sientan.
—Ven aquí. —me extiende la mano para que la tome pero solo me cruzo de brazos.
—No.
—Tienes tres segundos para venir y actuar como mi esposa que eres.
1... Lo mire directamente a los ojos.
2... Di un paso atrás.
3... Tomó un jarrón que había de decoración y lo lanzo contra un espejo haciéndolo pedazos.
Di un respingo en mi lugar, más por el ruido que por el hecho. Él volvió su mirada a mí y yo a la de él. Dispuesta a salir de ahí.
Pero Jagger es más rápido que yo y se abalanza sobre mí, me deja encarcelada entre la puerta y él. Mantengo la cabeza agachada, lo único que miraba eran sus zapatos que hasta ellos mismos rodeaban los míos.
—Mírame. —demanda me mantengo con la mirada al suelo— Bien, has lo que quieras.
Con eso sí que logra captar mi atención y cuando levanto la cara su mano me sujeta la mandíbula y sus labios devoran los míos con tanto desenfreno, que duele.
Trato de separarme, lo empujó, pero nada. Trato de agacharme, pero su mano y su cuerpo me sujetan tan bien que es impensable moverme. Todo esto termina cuando él voluntariamente se aleja, con lágrimas en los ojos lo empujó una vez más y salgo corriendo a las escaleras.
—¡Vuelve aquí! ¡Adara estoy hablando en serio!
No le hago caso, corro por el pasillo del segundo piso y busco la puerta de "nuestra habitación" la nana sale de ella preguntándose si estoy bien pero yo solo entro y la dejo afuera, cerrando con llave para que nadie más pueda entrar.
Escucho sus pasos alejarse, caigo al suelo de rodillas llorando a mares. Miro la cuna donde Anders duerme, no me acerco a él por temor de despertarlo con mis sollozos.
Abajo se escuchan algunas cosas romperse y supongo que es Jagger que ha perdido la poca paciencia que le quedaba. Me quito la ropa y voy al closet en busca de algo que pueda usar para dormir. Hace mucho que no estábamos en esta casa.
Pero era inútil, aquí solo había una infinidad de cosas de Jagger y era lógico. Desde que me case con él, toda mi vida estaba en Estocolmo a comparación de él, que viajaba regularmente. Me hago con una camisa oscura de él, que me tapa hasta las rodillas y codos.
Acomodo un poco mi cabello y voy al baño de la habitación para lavarme el rostro, lo sentía caliente de tanto llorar y correr. Con un gran dolor de cabeza me acuesto en la inmensa cama con sábanas acogedoras muy ideales para esta época tan helada.