Una explosión tras otra ocurre de manera simultanea en la ciudad, cientos de naves se alejan a toda velocidad.
El olor a carne quemada imprega el ambiente y no sólo, sino que los lamentos de los pocos desafortunados que no lograron huir a tiempo no paran de extinguirse.
Incontables litros de sangre fluctuan desde el colosal cuerpo de un enrome dragón-serpiente.
Enfrente del mismo, hay una chica albina que escupe sangre y a duras penas puede conseguir mantenerse de pie, es un milagro que siquiera siga viva en esas condiciones.
―¡MALDITA! Lo que he estado planeando por milenios ¡Te debí haber matado desde hace mucho! ¡¿TIENES IDEA DE LO QUE HAS HECHO?! Por tu culpa... todo... ¡TODO!
La serpiente comenzo a perder forma hasta convertirse en la de un moribundo hombre en mitad de sus veinte, su larga cabellera negra y ojos rojos son el único rastro familiar de lo que alguna vez fue.
―Jaja... por supuesto que lo sé ―musita la chica con una voz totalmente debilitada.
Las sirenas de emergencia no para de sonar en la ciudad, mientras todo sigue colapsando.
―Yo... destruí el mundo ―dice con una sonrisa.
―¡Túúúúúú!
El cuerpo del hombre comenzó a desintegrarse en partículas de luz,
―¡NO! ¡ME VENGARÉ! ¡TE MATARÉ LA PRÓXIMA VEZ!
Entonces sólo hubo silencio, el único sonido que existe alrededor de la albina es el de las llamas consumiendolo todo.
Ni siquiera es capaz ya de mover un sólo dedo.
―Quiero pensar... que esto habrá valido la pena... jaja...
Cayó de espaldaas y estiró su mano hacia el vasto universo.
―Chicos... lo siento... mentí... genuinamente... soy un monstruo...
***
―¡Maldito! ¡Vuelve aquí! ―exclama el dueño de un negocio de frutas mientras me persigue eufusivamente.
Lastimosamente para su causa, facilmente me libro de él al comenzar a saltar por los tejados, mismos que soy capaz de alcanzar desde el suelo.
Desde hace tiempo que llevo robando frutas del mercado local, ¿Por qué? No sé, solamente sé que debo esperar a alguien en un cierto lugar. De alguna manera siento que así deben ser las cosas.
¿Mi nombre? No tengo uno, sólo me llaman por palabras como "Maldito", "viejo bastardo", de alguna manera existe el rumor de que realmence soy un anciano maestro de artes marciales que vino hasta esta región recondita en el ya de por si recondito planeta tierra.
Sinceramente ¿Quién vendría por gusto a este lugar? Estoy aquí porque no tengo otra opción, ni siquiera puedo mostrar mi rostro.
Eso, también es dificil de explicar.
Sólo evito hacerlo desde que casi me queman vivo por mostrarlo.
Me pregunto que clase de persona habré sido antes de perder la memoria y como es que terminé en una situación como esta.
Me dirijo a mi santuario privado, el bosque.
Por algún motivo la gente tiende a evitar y sobre todo, los oficiales no me persiguen hasta aquí y los que lo hacen, bueno... de alguna manera logran perderse ¿Serán estúpidos?
Como sea, camino hasta el viejo templo que ahora es mi hogar.
"Ah~ Volvió a cubrirse de nieve"
Cierto, se me olvidó el chequeo de hoy.
Al tocar mi pecho, noto dos pequeñas protuberancias o... bueno, no sé como describirlos, pero si... tengo un par de pechos pequeños hoy.
"Así que una chica ¿Eh?"
No es que importe particularmente, no cambia en nada mi situación y tampoco creo que afecte mucho como me traten las personas, después de todo... tengo puesta un máscara que cubre mi rostro, una capucha que esconde el color de mi pelo y el resto de mi cuerpo está protegido por unos harapos tan sucios como desgastados.
Seguramente debo oler falta, pero~ ¿Qué importa? Estoy sola, a nadie le debería de importar.
¿Quizás es por eso que los animales me evitan?
En el pasado intenté ser un cazador, pero... los animales al verme salen corriendo e incluso parecen sentir mi presencia ya que no se acercana a las áreas dónde estoy.
Una vez termino de merendar las uvas que tomé, decido estirarme antes de nuevamente salir a ver que es lo que hay de nuevo por los alrededores, aunque siendo este lugar como es, dudo que haya algo que merezca la pena ver.
Suelto un suspiro.
A veces tengo recuerdos dónde la humanidad dominaba el mundo, pero... esa torre que va más allá del suelo confirma nuevamente que la tierra es solamente su lugar favorito para pasar vacaciones y como sitio de pruebas.
No sólo parecen subestimarnos al punto de que ni siquiera sacan lo más mínimante tenologico de aquella extraña torre, sino que van casi sin armas y tampoco es que las necesiten.
Son una raza alinigena de hombres bestia que conquistó este mundo hace quién sabe cuanto tiempo y por encima de eso, tengo entendido que el mundo está repartido para tres especies distintas, por lo que debería haber otras dos torres como esta en algún lugar del globo.
No sé como lucirán las otras dos especies, pero esta generalmente está compuesta de humanos con características de animales o animales antropomorficos.
En fin, evito toparmelos porque a diferencia de con otros humanos no creo poder hacerles frente.
Es por ello que suelo salir a patrullar el pequeño poblado cerca del bosque en busqueda de algo que ro- tomar prestado.
Ahora mismo estoy sentada en parque, mientras los niños me miran con miedo y salen corriendo mientras me apuntan con sus manos.
―Ah~ Que pereza...
Comienzo a mecerme en los columpios.
―...
¿Qué hago ahora? Quizás simplemente deba de volver a casa por hoy, suena a buen plan. No es como que pasen cosas demasiado interesantes por estos lares en cualquiera de los casos.
―¡Hey, tú!
Una mujer de piel blanca y largo cabello de un inusual color rosa, vistiendo un extraño uniforme militar me señala. Lo que más destaca en ella son un par de pequeños cuernos negros que la delatan como descendiente de demonios.
―Mi nombres es Andemo Acher, sirviente principal de la princesa de los Zveri ―declara mientras me muestra lo que supongo es una identificación.
Editado: 29.04.2024