De nueva cuenta, los tres se encontraban en la habitación. Maarika estaba sentada frente a la mesita de noche, mientras escribía el reporte sobre lo acontecido en el juego de Quidditch, sin faltar al Juramento Inquebrantable, claro. La verdad, se sentía muy culpable por las lesiones de Jake, la señora Cohen le había encomendado encarecidamente el cuidado y bienestar de Jake; y ésa, precisamente, había sido la misión que ella misma se había impuesto al volver al Mundo Mágico.
Maarika Rey iba de vuelta al coche rentado, antes de irse había guardado los documentos que la señora Cohen había firmado momentos antes.
–Señorita Rey, señorita Rey. -llamó la señora Cohen, casi corriendo para darle alcance.
El menudo cuerpo de la señora Cohen se notaba agitado, las mejillas rojas y la respiración un poco entrecortada.
» Ay, ya no estoy para estos trotes. -murmuró la señora Cohen, que intentaba recuperar un poco de aire, y pedía tiempo a Maarika antes de hablar.
–¿En qué puedo ayudarla, señora Cohen? -preguntó Maarika.
La mirada de la señora, brillante en un marrón otoñal, conectó con la mirada azul eléctrico de Maarika, la señorita bruja tuvo que contenerse. Algo que siempre le había parecido de mal gusto, quizá porque ella era hija de padres no mágicos, era que los magos y las brujas utilizaran la Legeremancia sobre las personas no mágicas.
–Verá, señorita Rey. -dijo la señora Cohen, un poco más recuperada-. ¿Usted entiende por qué Jake va al Mundo Mágico del que usted viene? -preguntó la señora toda seriedad.
Maarika Rey se enderezó en su sitio, percibiendo el aura de autoridad en la señora Cohen, una señora mayor, y no mágica; eso era decir mucho, si la señora hubiera nacido como bruja, hubiera podido tener el potencial para ser o una bruja oscura o de las brujas más poderosas de la historia, digna de aparecer en un libro de historia, en cualquier caso.
–Me hago una idea. -respondió maarika después de pasarse un nudo.
–Jake va a buscar a su hermana, va a buscar a Lidia. Él siempre ha dicho que la puede sentir viva, que puede sentir cuando ella está feliz, triste o enojada. No le había creído mucho hasta que la conocí a usted. -comentó la señora Cohen con un dejo de culpa, pero también con un brillo de esperanza en la mirada-. Por favor, cuidalo, él es lo que que me queda de mí hija Lauren, si encuentran a Lidia seré la abuela más feliz del mundo, pero no quisiera que el precio sea mi niño Jake, ¿comprende?
–Sí, la comprendo. Le juro que cuidaré de él. -dijo Maarika.
Entonces, Maarika sintió cómo el manto de un Juramento Inquebrantable caía sobre ella y la señora Cohen, pero eso era imposible, pero ese tipo de juramento no se podía conjugar entre una bruja como ella y una persona no mágica como la señora Cohen, ni siquiera habían seguido el ritual que el hechizo dictaba; fue por eso lo descartó, debía ser resultado de la presencia y autoridad que desprendía la señora Cohen.
Pero ahora, un día antes de volverlo a su casa lo regresaba con dos costillas quebradas por el golpe de una bludger profesional, debido a un error del mismísimo señor Toppler, dueño de los Estadios de Quidditch Toppler, donde habían ido a jugar. Evidentemente, la broma de soltar las pelotas había sido responsabilidad de Maarika, lo reconocía y no lo negaría, pero ella ¿qué iba a saber que eran pelotas profesionales y no junior, como había pedido? Pero el error de que fueran pelotas profesionales fue del señor Toppler, y dicho error le salió caro al dueño de los estadios, no tan caro como si hubiera sido denunciado a la APAPMM, gracias a la astucia de Hiacynth al negociar los términos, esa niña, con solo 13 años podría manipular al Slytherin más avezado y astuto.
El quejido de Jake en la cama distrajo a Maarika tanto de la redacción del reporte, como de sus cavilaciones. Miró el reloj, y en efecto, indicaba que tomara la poción para la restauración de huesos que el sanador le había recomendado. La señorita bruja se levantó de su lugar en la mesa y revisó la cómoda donde habían dispuesto las pociones.
–Jake. -llamó Maarika en voz baja, poniendo suavemente la mano en el hombro del niño como si creyera que podría romperlo más.
–¿Qué pasa? -preguntó adormilado el niño.
–Son las siete de la mañana. -dijo Maarika como si solo con esa información fuera suficiente para entender, pero Jake seguía dormido.
El niño miró el reloj de puso negro que tenía en su muñeca izquierda, éste dio un brillo verde brillante a la cara del chico, haciendo bizcos para fijar la mirada adormilada en la pequeña pantalla.
–Sí, son las siete. -confirmó él, como si la señorita bruja le hubiera preguntado por la hora.
–Eso no, Jake. -dijo Maarika con una tierna sonrisa en el rostro-. Tienes que tomar tus medicamentos, ya son las doce horas que dijo el sanador para que te tomes tu siguiente dosis. -comentó al mismo tiempo que le ofrecía los dos frasquitos.
Jake se incorporó con algo de dificultad y agarró las dos pociones que le ofrecía la señorita bruja.
–¿De verdad la de los huesitos es la mala? -preguntó Jake poco confiado, a como había ido conociendo a la señorita Maarika Rey se estaba dando cuenta de que era muy bromista.
–De verdad. -dijo Maarika toda seriedad-. Primero tómate la poción de los huesos y luego la poción verde. Te prometo que te sentirás mejor.