Hiacynth Grayson iba sentada en el asiento del copiloto al lado de su padre, estaba extrañada porque era su propio padre quien la estaba llevando a la estación del tren, cuando el acuerdo había sido qué Maarika Rey pasaría a recogerla, temprano.
–¿Papá? ¿No iba pasar Maa… mj, la señorita Maarika por mí?
–Más temprano me informó la señorita Rey que siempre no podría pasar por ti y tu nuevo amigo.
Hiacynth ya no dijo nada, pero se quedó extrañada por el repentino cambio de planes.
Llegando a la estación de trenes King's Cross los Grayson se encontraron con Jake Porter y su abuela, tal como había dicho el señor Grayson, Maarika Rey no había pasado a recoger tampoco a Jake.
–¡Hola! Buen día. ¿Qué tal? Gracias por traer a los niños a tiempo. -saludó Maarika que había llegado a las carreras.
Hiacynth observó a su tutora mágica, tenía dos años de conocerla, y en las dos ocasiones previas que la había llevado a la estación de trenes King’s Cross jamás había delegado la responsabilidad de llevaros a dicha estación, o si quiera llegar tarde, como en esta ocasión, parecía que recién salía de darse un baño, su cabello escurría.
–Buen día, señorita Rey. -saludó la señora Cohen, que estaba parada al lado de su nieto.
Maarika miró a la señora Cohen, y de manera muda le dijo: “Gracias”, a lo que la señora Cohen solamente asintió como respuesta.
–Aquí tengo los gafetes, tomen. -dijo Maarika entregándoles los gafetes, donde cada joven lucía muy serio en la foto, debajo de ella el nombre: “Jacob Matthew Porter” o el de “Hiacynth Danielle Grayson”
–No me dijiste que te llamabas también Danielle. -comentó Jake curioso.
Hiacynth rodó los ojos, entre aburrida y un poco molesta.
–Tú no me dijiste que tu nombre completo era Jacob Matthew. -explicó encogiéndose de hombros-. Pero no me llames Danielle, todos mis cercanos lo tiene prohibido. -dijo muy seriamente.
–¿Por qué no? Si Danielle también es un nombre muy bonito. -comentó Jake, todavía curioso
Hiacynth lo miró con mucha seriedad, demasiada diría Jake, tanta que se pasó un nudo por la garganta, casi se sentía como cuando su abuela lo iba a regañar.
–Porque Danielle es el nombre de mi madre. -respondió secamente.
–Pero… -dijo Jake, aunque delante de él, a espaldas de Hiacynth, todos, incluida su abuela, le decían con señas que debía dejar ahí la conversación, él decidió seguir-, como yo seré tu mejor amigo, tendré el derecho de llamarte Hiacynth Danielle, algunas veces. -dijo Jacob toda seguridad.
Hyacinth se enderezó en su lugar, tan alta como era, un poco más que Jake. Nadie, solo su padre en ocasiones muy, pero muy especiales y específicas, como su cumpleaños, la llamaba así, ¿quién se creía Jake? Apenas era su amigo.
–Ya lo veremos. -dijo Hiacynth.
–Pero no estás diciendo que no. -sonrió burlón Jake.
–¡Aish! -exclamó Hiacynth, dando un pisotón y luego se fue con su padre, para abrazarlo y comenzar con la despedida.
–¡Ay! Mi querido y terco nieto, cómo te voy a extrañar mi niño. -dijo la señora cohen, abrazando fuertemente al niño.
–Nana, yo también te voy a extrañar mucho. Te escribiré todos los días.
–Pobrecita tu lechuza. -dijo la señora Cohen-. Escríbeme, al menos, una vez por semana, hijo. -propuesto la abuela.
Terminadas las despedidas, Hiacynth y Jake caminaron con Maarika Rey hacia el andén 9 ¾ donde tomarían el Expresión a Hogwarts.
Al otro lado del oculto andén había muchísimos niños y jóvenes, despidiéndose de sus familiares, seguramente, personas mágicas. Y si ellos iban con un tutor mágico, muchos otros debían ir acompañados igual por un tutor mágico, algunos de ellos lucían muy tristes.
–¿Listos para ir a Hogwarts? - preguntó la señorita bruja que tan pronto entró en el andén 9 ¾ había usado el hechizo para secarse y peinarse el cabello recién lavado.
Hiacynth asintió con una grandísima sonrisa. Jake por su parte, se pasó un nudo por la garganta, le había dicho a su abuela que no quería desayunar, habría muchos usuarios de varita en el andén, pero su abuela lo obligó a desayunar, y de ahí la razón de sus náuseas.
–Los veré en Hogwarts. -dijo Maarika‐. Seré la maestra de la clase de Encantamientos, de las Casas opuestas a las de ustedes. -respondió a la pregunta que Jake mostraba con su ceño fruncido de extrañeza.
–Pero yo no sé cuál será mi Casa. -comentó Jake
–Cuando lo diga el señor Sombrero ella no tomará esa Casa para darles clases. -explicó Hiacynth, encogiéndose de hombros, como si fuera obvio.
–¡Oh! -dijo sorprendido el niño.
Ya en el tren los dos niños compartirían vagón, en el pasillo, camino al vagón, se iban encontrando con diferentes chicos y chicas. Jake se dio cuenta de varias cosas en su trayecto: la primera, es que casi todos chicos parecían mirar a Hiacynth más de la cuenta, lo que incomodaba a su amiga, y esto explicaba el por qué su amiga se había portado tan grosera e indiferente cuando recién se conocieron; en segundo, la chicas parecían verla con recelo y resentimiento, Jake suponía que era por la forma en que los chicos, probablemente los novios, miraban a Hiacynth; en tercer lugar, varios chicos y chicas, cuando pasaban de ver a Hiacynth, al verlo a él lo llamaban “sangre sucia”, o “huérfano mágico”, más tarde en la privacidad del vagón le preguntaría a Hiacynth por el significado de esas expresiones.