Como no podía ser de otra manera, la señorita, bueno, la profesora Maarika Rey, tomó bajo su ala el equipo de Jake Porter y Hyacinth Grayson, ya que ellos estaban bajo su tutela mágica.
Aquella tarde, la profesora Maarika había citado a los miembros de su equipo: Jake Porter, Hufflepuff de primer curso; Hyacinth Grayson, Ravenclaw de tercer curso; los mellizos Rocco y Roni Wallace, Gryffindor de segundo cursos; así como a Arath Constanza, Hufflepuff de segundo curso y Merrick Carter, otro Hufflepuff, pero de cuarto curso, y como séptimo tenían a Tracey Phillips, Ravenclaw de segundo curso.
–Buenas tardes, bienvenidos. -dijo la profesora Rey-. Algunos ya me conocen, soy la profesora Maarika Rey, imparto la clase de Encantamientos, en los cursos básicos; y de los diplomados y especialidades, Encantamientos Avanzados y Ancestrales, respectivamente.
Jake se sorprendió de que la señorita Maarika, como él la conocía, tuviera semejantes credenciales, había creído que ella era solo una simple maestra por su juventud, ya que no parecía mayor; como le había dicho su Nana: la señorita Maarika parece recién graduada de la universidad, que así era, Maarika Rey se había especializado y certificado en Encantamientos Ancestrales ante el Ministerio de Magia de Gran Bretaña, además de que, al mismo tiempo había hecho una carrera no mágica en educación.
–Presúmalo, profesora Maarika, en su generación usted fue la mejor buscadora de Ravenclaw. -dijo Hyacinth-. Tanto que la conocían como el Rayo Azul de Ravenclaw.
La profesora Maarika Rey se encogió un poco en su lugar, algo sonrojada, ante los ruidos de sorpresa y admiración de todos los alumnos presentes; sus tiempos de jugadora de Quidditch en este mismo Colegio, era algo que había dejado en el pasado y casi olvidado, cuando por un accidente casi rompe a su fiel amiga, su varita Bon, fue que se había jurado no volvería a volar en escoba, juramento que había roto el día que rescató a Jake Porter de estrellarse contra el suelo.
–Eso fue hace mucho. -dijo la profesora Maarika-. Aparte tú vas a ser el nuevo Rayo Azul. -declaró la joven profesora, apuntando a Hyacinth.
–¿Yo? Pero Tracey Didge juega la posición de Buscadora, yo jugaré como Cazadora.
–La verdad, Hyacinth, no soy tan buena Buscadora, te he visto jugar la posición y no te llego ni a los talones. -declaró Tracey Didge-. Estoy abierta al cambio.
–Pero… -empezó a quejarse Hyacinth.
–¿Quiénes están a favor de ese cambio de posiciones? -preguntó la profesora Maarika antes de que Hyacinth argumentara algo en contra-. Levanten la mano, por favor. Mayoría visible. -declaró la profesora-. Felicidades, señorita Grayson, usted es la nueva Buscadora del equipo.
–No es justo. -dijo Hyacinth, con los ojos entrecerrados.
–No se trata de justicia, se trata de utilizar los recursos que tenemos de la mejor manera; eres la mejor Buscadora que conozco. -dijo Jake, encogiéndose de hombros, recordando cuando jugó por primera vez al Quidditch con Hyacinth, y ella jugó la posición de Buscadora.
–Soy la única Buscadora que conoces. –dijo de modo burlón Hyacinth-. Bueno, pues tú serás el Golpeador que me cuide mientras busco la Snitch Dorada. ¿Todos a favor? -preguntó Hyacinth, sin dejar tiempo de réplica a Jake.
Todos levantaron la mano en favor.
–Yo quería ser portero. -dijo Jake.
–No es portero, es Guardián. Y además, no se trata de lo que tu quieres, se trata de utilizar los recursos que tenemos de la mejor manera; eres el mejor Golpeador que conozco. -reviró Hyacinth.
–Auch… -se quejó Rocco–, sé que el golpe no iba dirigido para mí, pero sí que me quedó el saco. -comentó el joven-. Yo seré el otro Golpeador.
–Yo voy como segunda Cazadora. -declaró Roni.
–Eso deja disponible la posición del Guardián y el tercer Cazador. -dijo la profesora Maarika-. ¿Cuál les va mejor? ¿Arath Constanza y Merrick Carter de Hufflepuff? -preguntó la profesora mirando al alumno de segundo curso.
–Yo la posición que me digan, me ajusto a cualquiera de las dos. -dijo Merrick Carter de cuarto curso, encogiéndose de hombros.
Luego todas las miradas, se centraron en Arath Constanza, el muchacho se puso completamente rojo, conforme pasaba su propia mirada y la conectaba con cada uno de sus compañeros.
–Yo… yo nunca he jugado al Quidditch. -declaró Arath Constanza avergonzado, temeroso de decepcionar a sus compañeros que tanto habían hecho por él.
–No te preocupes, aprenderás rápido. -declaró la profesora Maarika para ayudar al joven a relajarse, porque si no se iba a desmayar-. El equipo te apoya y te ayudará a aprender, ¿verdad, chicos? -preguntó la profesora.
–¡Claro! -declararon todos con entusiasmo.
–Uno para todos y todos para uno. -declaró Jake, recordando que una vez su Nana le había leído un cuento donde destacaba mucho esa frase.
–En estos días de entreno, iremos probando cuál posición te sienta mejor. -dijo la profesora Maarika-. Pero, ¿sí sabes volar en escoba?
–Sí, mis hermana y yo jugamos mucho a las carreras. -declaró Arath Constanza.
–Haberlo dicho antes, -dijo la profesora Maarika-, eso te podría acomodar como Cazador.