Jamás me volvería a casar contigo.

El resplandor.

Alfonso joven y soltero, 1987.

Viernes 12 de Noviembre.

Realidad original.

Y un poco más de 18 años antes, en la misma ciudad de Poza Rica, Veracruz, corría la noche del jueves 11 de noviembre de 1987; Alfonso se despertó de repente al sentir mucho calor en su cuerpo, cómo si se estuviera quemando y una luminosidad lo deslumbró, al principio pensó que era un resplandor del Sol que ya varias veces lo había deslumbrado por la mañana, pero al aclarársele la vista, se dio cuenta que aún era de noche, revisó su cama buscando la fuente del calor que había sentido, pensando tal vez en que se trataba de una colilla de cigarro, miró la hora en su flip clock, éste le indicaba las 11:39 de la noche, se levantó a encender la luz, y así como estaba bajó al primer piso, con tan solo un short blanco, de esos que se usan para jugar tenis, y descalzo, la sala estaba oscura pero al fondo se escuchaba el ruido de sus hermanos que jugaban Nintendo en el cuarto de televisión.

  –¡Ya llegó el borracho castroso!

Dice su hermano Christian al verlo entrar mientras se ponía a salvo de un zape, como no pudo zapear al hermano más chico, le dio un zape al amigo que tenía más cerca y se sentó a esperar su turno en los controles, y ya después de recibir varios zapes de sus hermanos, y uno que otro amigo, tomó un control y ahí se la pasó toda la noche, jugando con sus hermanos.

Le amaneció y cuando volvió a sentir sueño, se volvió a subir a su cuarto, despertándose hasta que escuchó el ring ring del teléfono de su cuarto, su flip clock marcaba las 11:39 de la mañana, y en la pared había un calendario de esos que se les arranca la página todos los días, e indicaba el viernes 12 de noviembre de 1987, todavía adormilado porque se había desvelado jugando Nintendo con sus hermanos, y al contestar escuchó la voz de su amigo Juan Carlos que le decía:

  –¡Ya levántate, flojonazo, que ya amaneció y es viernes.

  –¡No manches ese! Me acosté como a las 6 de la mañana y ya quieres que me levante; ¿Qué pasó, tienes tocada o qué?

Le pregunta porque Juan Carlos era disc Jockey de su propio equipo de sonido disco, y cuando tenían tocada disco, le llamaba para que lo ayudara con las mezclas y las luces.

  –¡Hoy no, pero es Viernes, te aviso por qué al rato voy para tu casa para ver qué se arma!

  –¡Sobres ese! Pero que sea más tarde porque quiero dormir otro rato. –le dice Alfonso y corta la llamada colgando el teléfono.

Aunque cerró los ojos para volverse a dormir, ya no pudo hacerlo porque se sintió extraño, miró las cortinas de su cuarto y el mobiliario, automáticamente buscó algo entre las cobijas pero en realidad no sabía que era, y se levantó, volvió a mirar la hora en su flip clock y ya casi era medio día.

Se levantó y siguió sintiéndose extraño, arrancó la página del calendario para que indicará ese viernes  12 de noviembre de 1987, revisó sus cosas y ahí estaban, su colección de aviones y barcos de guerra armables de Revell y Lodela, los libros que leía entre los cuales estaba toda la serie de Caballo de Troya de J. J. Benítez, se miró al espejo y todo parecía normal.

Revisó sus cajones y vistiéndose con un conjunto de pants oscuro, terminó saliendo a la terraza, que era adyacente a su habitación, la casa era de dos pisos y echó un vistazo a la calle, todo parecía normal, y bajó por la escalera de caracol hacia el primer piso llegando al garage de su casa.

  –¿Ya te levantaste, Foncho?

Le pregunta su mamá, al verlo ahí parado, cómo revisando la estructura del techo y las paredes.




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