Jamás me volvería a casar contigo.

La pelea en "La Escrúpulos"

Alfonso y Dulce María jóvenes y solteros 1987, parte 2.

Viernes 12 de noviembre.

Realidad original.

Dulce María iba llegando a la estación del A. D. O de su destino, la ciudad de Poza Rica, Veracruz, en ese momento, su reloj indicaba las 9:26 de la noche, recuperó su equipaje y desde un teléfono público, trató de localizar a varias de sus amigas y amigos, para encontrar a alguien con quién divertirse ese viernes por la noche, ya que era su cumpleaños y no quería pasárselo en su casa, a dónde no iba a haber fiesta.

Entre los amigos que quiso localizar, estaba Juan Carlos, pero como no estaba en su casa, al igual que todas sus amigas, precisamente por ser viernes en la noche, su mamá le dijo que se había ido con un amigo a una disco de la calle 20, y resuelta a no pasar su cumpleaños aburriéndose en su casa, tomó un taxi de la central de autobuses, y le dijo que la llevara a la calle 20, la calle más popular de aquella ciudad, ella iba dispuesta a celebrar su cumpleaños, con Juan Carlos o con quién se encontrara esa noche.

 

Unos minutos después, Alfonso y Juan Carlos ya estaban haciendo cola en la entrada de la discoteque “Escrúpulos”, pero…

  –Vámonos mejor a la “Rana Rosa”, Juan Carlos.

Le dice a su amigo, porque se encontró con alguien que no quería ver, la miró tan solo por un segundo y se salió de la cola, pero tal vez fue por la misma sensación de extrañeza que tenía por los deja–vus que estaba experimentando, que volteó a verla por segunda vez.

  –¿Qué le ves a mi vieja? Chamaco pendejo.

Le dice agresivamente un tipo alto y fornido, algo mayor que él.

  –¿Tu vieja? ¡Ah sí! Ya se que es tu vieja, porque yo la agarré nuevecita, pero todavía aguanta, además te la dejé bien entrenadita, te la recomiendo, aunque ya esté muy usada y vieja.

Le contesta Alfonso y antes de que Juan Carlos pudiera evitarlo, ya estaban trabados a golpes en una pelea en la que Alfonso tuvo el dominio desde los primeros ataques, ya que en menos de 10 segundos, ya tenía a aquel tipo en el suelo, y se quitaba las patadas de otro tipo, que venía con su adversario.

Juan Carlos, que también era de armas tomar, reaccionó pero al tratar de ayudar a su amigo fue retirado por los elementos de seguridad, y arrastrado por la estampida que provocó la pelea, cuando estaba afuera buscando a algún amigo para conseguir su ayuda, ya Alfonso había dejado fuera de combate al primero, y estaba trabado con el otro tipo y los de seguridad que trataban de controlarlo, pero como él era muy fuerte y hábil, debido a su trabajo, y a pesar de su juventud, no podían contenerlo.

Juan Carlos escuchó que sonaron las sirenas de la policía, que se acercaban por la avenida al ver el movimiento de gente provocado por la pelea, que a la vez provocó un congestionamiento de tráfico, y al tratar de regresar al antro para ayudar a su amigo que seguía en la trifulca, fue sacado nuevamente.

  –¡Juan Carlooosss, súbete aquí!

Le dice Dulce María que iba pasando en el taxi, al suponer que estaba en problemas.

  –¡Hola, Dulce, no puedo, tengo que sacar a mi amigo porque lo están golpeando!

Dice Juan Carlos al creer que su amigo estaba prácticamente siendo masacrado por varios tipos, más que nada elementos de seguridad de la disco, pero no, ya lo habían controlado un par de las meseras de la disco, que ya lo escoltaban hacia la salida, que al parecer lo conocían y pudieron calmarlo, ya que los de seguridad y los otros tipos, no habían podido con él.

  –¡Ahí les encargo a su vieja, pendejos, y no me la ganaron, yo se las dejé por qué ya estaba muy usada!

Le grita a los tipos con los que se había peleado, y a los que les había dejado muy claro que a golpes no iban a poder con él.

 




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