Jamás me volvería a casar contigo.

El miedo.

Capítulo 23. 
Alfonso y Dulce María padres solteros 2006. 
Miércoles 25 de abril. 
Realidad paralela 1. 

Y a las 11:39 pm, en la misma línea de tiempo, Dulce María iba en carretera con su pareja Juan Carlos, cuando un resplandor los sacó súbitamente de la plática, y ya pasado el efecto, un sentimiento de miedo le acogió el corazón.  
  —¿Viste esa luz? —le pregunta a Juan Carlos, que iba manejando.  
 —Si claro, fue muy fuerte, debió provocarla algún meteoro que se quemó al entrar a la atmósfera.    —le contesta Juan Carlos.  
Su celular marcaba las 11: 40 de la noche, y aunque trató de llamarle a sus hijos, no enlazaba la llamada por falta de cobertura, y poco a poco logró tranquilizarse, y apagó su teléfono para conservar la batería y llamar en cuanto tuviera señal. 
Y fue hasta las 11:39 de la mañana, que Dulce María se encontraba en un restaurant de playa con su pareja, y sin saber que hora era, una luz muy fuerte la deslumbró por un par de segundos.  
 –¡Dios mío! Ese resplandor otra vez!  
Dice sobresaltada y levantándose de la mesa, tirando algunos platos y botellas, de inmediato buscó su celular que continuaba apagado, al encenderlo no tenía cobertura, y se dio cuenta que hora era.  
 –¿Qué te pasa, estás bien?  
 –¡Mis hijos Juan Carlos! No se que me pasó, pero de repente me entró una angustia como si algo les hubiese pasado, necesito llamar para saber si están bien.  
 –Pues yo tampoco tengo cobertura desde anoche que llegamos.  
Le dice su pareja, claro que no se trataba de aquel amigo de la juventud que todos conocemos, si no de otro Juan Carlos. 
 –Óigame, necesito con urgencia un teléfono; ¿Alguna casa o alguno de los restaurantes tendrá teléfono o hay teléfonos públicos aquí? –le pregunta Dulce María al dueño del restaurant.  
 –¡Huy no, señora, el teléfono más cercano está en “El Higo” y queda a más de media hora de aquí, por carretera, yendo para Puerto Playa. –le contesta el dueño.  
 –¡Vámonos Juan Carlos, necesito que me lleves a un teléfono, necesito saber que mi Paloma y mi Yoshi, están bien!  
 –¡Pero como nos vamos a ir ahora, ya casi están terminando de cocinar lo que pedimos, además tus güeritos están bien, si algo les hubiera pasado, ya te hubieran avisado desde ayer.  
 –¡Tenía el celular apagado! Lo apagué anoche para conservar mi batería y me olvidé de volverlo a prender, tal vez sí me llamaron pero no pudo entrar la llamada, tal vez me estén tratando de localizar ahorita para decirme que les pasó algo, así que si no te quieres ir, entonces aquí quédate, y yo veré como me regreso.  
 –Y una hora después, a las 4 de la tarde Patricia por fin recibía en su celular una llamada de Dulce María.  
 —¿A dónde andas cabrona? —le dice Patricia apenas contestando la llamada.  
 –Me vine a comer a la playa con Juan Carlos; ¿Qué pasó, le pasó algo a mis hijos?  
Le pregunta todavía angustiada, con la esperanza de que le dijeran que todo estaba bien. 
 –Pues ellos están bien, lo que pasa es que me llamaron de la escuela con urgencia, están raros, preguntan por una tal Melina, que dicen que es su hermana mayor, los llevé a mi casa, pero insistieron que los trajera a su casa para buscarla en tu recamara, que dicen y están todos desesperados, que tu recamara es la de su hermana Melina, yo ya traté de hacerlos entender que no tienen ninguna hermana mayor, pero insisten en lo mismo, ya hasta me enseñaron varias fotos de ellos, donde dicen que debería de estar también su hermana.  
 –¡A ver pásame a Yoshi!  
Le dice Dulce María pero la que tomó el teléfono fue Paloma. 
 –¡Mami, Melina no está, se la llevó la luz que se metió anoche a la casa, la que te dijimos cuando te llamamos, se la llevó de la escuela.  
 –¿Melina, quien es Melina? –le pregunta Dulce María.  
 –¡Ya les dijimos a todos que es nuestra hermana la mayor, y nadie se acuerda de ella; ¿Tu tampoco te acuerdas, mami?  
Le dice Paloma y en eso Joshua le quitó el celular.  
 –¡Mami, es nuestra hermana la flaca, tú no puedes haberte olvidado de ella! –le dice Joshua casi gritándole.  
Patricia les quitó el teléfono a sus sobrinos para decirle a su hermana.  
 –Todo esto está muy raro, así que te me regresas inmediatamente por favor, yo me voy  llevar a los niños a mi casa para que no estén solos, pero es urgente que estés aquí.  
 –¡Voy para allá!  
Le dice Dulce María colgando la llamada, se sintió tranquila al saber que sus hijos estaban bien, pero una terrible angustia le acongojaba el corazón, en ese momento se acordó del papá de sus hijos, pero como él ya tenía más de un año viviendo en otro país, aunque tenia su actual número de teléfono, consideró que no era necesario hablar con él al respecto. 
Y Alfonso, que efectivamente vivía en otro país, se encontraba en el aeropuerto internacional de la ciudad de Barquisimeto, en Venezuela, estado de Lara, en la sala de abordar para viajar a la ciudad de Houston en el estado de Texas, Estados Unidos y su viaje era de trabajo, cuando también miró esa luz resplandeciente que le estrujó el corazón, estuvo a la expectativa durante  unos segundos, pero el evento no causó gran conmoción en los demás, sintió un inexplicable miedo e inmediatamente pensó en sus hijos Joshua Jared y Dulce Paloma, que ya tenía más de 1 mes que no veía, y aunque trató de comunicarse con Dulce María, o directamente a la casa, jamás logró enlazar la llamada, se lamentó al revisar su celular y darse cuenta que no tenia otra forma de contactarla, y ante la premura de la hora de abordar, tuvo que poner su celular en modo avión, para viajar hacia su destino, esperando poderse comunicar al terminar el vuelo.  

 




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