Jamás me volvería a casar contigo.

Las 11:39 pm.

Capitulo 36. 
Nikita Violante 2006, parte 3. 
Viernes 28 de abril. 
Realidad paralela 2. 
Las 11:39 P.M. 
Al mismo tiempo, bueno no, en la tercera línea de tiempo que sería la realidad paralela 2 de aquellas realidades alternas, el Viernes 28 de abril del año 2006, Nikita Violante y Dulce María, la viuda joven, estaban encerradas en su cuarto, fingiendo hacer las tareas escolares de Nikita, para que nadie las molestara, pero miraban impacientes el segundo reloj de cucú, esperando que la aguja del segundero que giraba hacia atrás, llegara al cero, ya las otras dos agujas lo habían hecho, bueno, casi, porque al minutero todavía le faltaba un minuto. 
 –Mamita, no tengas miedo, te prometo que en cuanto los cucús de mis relojes prendan la luz, escaparemos de esta realidad, pero si no, tú todavía tendrás 24 horas para rescatar a nuestra familia, tal vez tampoco me recuerdes y la luz se llevará a mi cucú conmigo, y tú vida sea muy diferente, pero estoy segura que tu cucú se quedara aquí, quién sabe que haya sucedido en esa realidad donde no tengas ni a Melina, ni a Joshua ni a mi, pero si tienes un reloj de cucú en donde estés, significará que tienes o tuviste a mi papá, porque el te lo regaló, tan solo escucha al cucú de tu reloj, porque si yo todavía existo, desde donde esté te enviaré un mensaje. 
 –¡Pero si yo no tengo miedo, Nikita Palomita! Verás que en cuanto los cucús prendan la luz y la vuelvan a apagar, tu papá aparecerá por esa puerta con muchos regalos, porque estoy segura que él escuchó tu mensaje a través del tiempo, y se esperó a que tú nacieras para conocerte. 
 –¡Si mami, si! Entonces lo que va a pasar es que está realidad cambiará y aquí estarán mis hermanos y mi papá, y también los recordarás. 
Dice Nikita Violante mientras abrazaba a su mamá. 
 —Ay mi güerita preciosa, si me devuelves a tu papá, te aseguro que no solamente estarán tus hermanitos Melina y Joshua aquí, vamos a tener más hijos que mis papás; ¡Te lo juro! 
Dice Dulce María y en ese momento el segundero llegaba al cero, y con los ojos cerrados y apretados, esperaron a que los cucús de sus relojes, encendieran la luz. 
 




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