Jamie Truman: Historia de un asesino

Capítulo 4: Cruzando el límite

26/01/1999 Sesión 3:
 


 

Esa tarde Alex llegó mucho antes de lo habitual. Betty se sorprendió de verlo allí pasando apenas de las 14:00 PM. y no tardó en indagar sobre el hecho. Sucedía que, al igual que con cualquier otra situación inesperada, ella consideraba más prudente controlarla a tiempo.
 


—¿Sucede algo, doc? —preguntó la mujer con algunos papeles estáticos entre sus manos.

—Buenas tardes, Betty. No se preocupe, no sucede nada importante. Decidí sorprender a Jamie.

—Los psiquiatras y sus métodos —dijo ella, riéndose al proseguir con lo suyo.

—Betty... ¿Puedo hacerte una pregunta?

—¡Claro! ¿Qué será, doc? —Betty le dio toda su atención mirándolo fijo.

—¿Quién es Mark, lo conoce?

—Bastante, es el guardia que custodia a Jamie, ¿él lo mencionó?

—Sí. Dijo que esa era su tarea.

—Ah, claro. Bueno, Mark trabaja aquí desde años antes que se iniciase la actividad como clínica psiquiátrica. Es uno de los guardias de la cárcel que pudo sobrevivir al cambio, por decirlo de algún modo.

A Alex le pareció percibir algo un tanto inusual en la última frase de ella, por lo que decidió ir un poco más allá.

—¿Qué opinión te merece él?

Betty volvió a quedarse inerte mirándolo. Sus ojos color almendra, delataron cierta preocupación mezclada con molestia. Algo que parecía decir que, desde entonces, todo lo pronunciado por ella respecto a Mark tendría una sobredosis de prudencia.

—Bueno... Hemos tenido una que otra pequeña diferencia. —Betty miró a la derecha, como asegurándose que nadie más estuviera en las cercanías—. Sucede que él, a veces, parece olvidar la diferencia entre un preso y un enfermo, pero nada de otro mundo. Entenderá que es perfectamente normal. En cualquier lugar los empleados pueden tener distintas opiniones sobre un mismo asunto y aunque él no sea santo de mi devoción, debo ser justa y decir que: él cumple con su trabajo y yo con el mío. Eso es todo lo que tenemos en común. Todo lo que opino de Mark.

—Cuando dices que olvida la diferencia entre un preso y un enfermo, ¿te refieres a alguna clase de maltrato físico para con los pacientes?

Ella lo pensó un momento, tal vez no debería ser completamente honesta respecto a eso, pero Betty era una mujer a la que solía costarle contenerse o mentir.

—Exacto, pero ahora él está mucho mejor. Creo que de a poco aprende a ser más tolerante. Adquirir cierto profesionalismo y darse cuenta que ya no trata con presidiarios.

—¿Sabes si él maltrato a Jamie?

—¡Nunca lo permitiría! —Betty negó con su cabeza—. Ese niño es un ángel. Si yo supiera que Mark lo maltrata, tendrían que detenerme para evitar que pudiera arrancarle el rostro con mis propias manos.

Ella era sincera. En verdad la había sacado de quicio la sola idea de que Jamie sufriera maltrato. Y esto a Alex le dejaba dos opciones que contemplar. 1: Podría ser que en realidad nada sucedió. Que Jamie en la hábil demostración de su inteligencia, había elegido un guardia de métodos discutibles para causar una grieta. Para que fuera más difícil llegar a la verdad y comprobar si realmente habían existido los abusos, o 2: Aquello estaba sucediendo, pero como el muchacho se lo había dicho durante la sesión pasada, nadie lo sabía ni lo sabría nunca.

—Bien, Betty, me quedo tranquilo sabiendo que él está en buenas manos.

—Descuide, doctor, cualquiera que quiera hacerle daño, primero deberá pasar por sobre mi cadáver. ¿Sabe?, yo sé que usted puede pensar que él me convenció. Que jugó con mi mente para hacerme creer que es la víctima, pero ese muchacho pasó por un infierno. Eso es una realidad. Como también lo es que él ha sabido ganarse mi afecto. No sé si usted ya está al tanto, pero el chico perdió a su madre cuando tenía apenas doce años, todavía era una criatura. Eso hace que sea innecesario que Jamie me diga algo para sentir empatía con él. —Betty lo miró directo a los ojos y con toda seguridad declaró—: Ningún niño debería pasar nunca por algo así.

—Está bien, Betty. Entiendo lo que dice... De alguna manera, ni yo mismo tengo una opinión totalmente formada sobre él todavía.

—Y hace muy bien en permitirse dudar. Ya lo verá.

—Ya lo verá... Algo que no dejan de decirme desde que llegué aquí —dijo Alex consciente de que quizás solo debió guardar aquello como un pensamiento.

—Entonces me llamaré al silencio —continuó Betty recuperando su simpatía.

—No se preocupe. ¿Podré ver a Jamie?

—¡Sí, claro! Si me da un momento lo buscaré y lo llevaré a su consultorio.

Alex no respondió ni se movió de la recepción. Él quería verlo fuera del lugar. ‘En su ámbito cotidiano’.

—Eso no será necesario. ¿Dónde está él ahora?

Betty lo pensó un instante y giró a ver el reloj de pared detrás de ella.

—Ahora los internos están recostados para su siesta de dos horas, pero a él lo encontrará en el comedor. Jamie nunca duerme por la tarde.

—¿Todos los días se queda allí, qué hace?

—Otra de sus buenas acciones. Luego de llevar a Jerry hasta su cama, regresa con Arthur, el cocinero y lo ayuda a lavar los trastos. Jamie tiene la cualidad de caerle bien a todos y tiene debilidad por ayudar a los más débiles, pero eso, de seguro usted ya lo sabía.

—Algo de eso me comentaron —dijo Alex complacido de lo que oía, sin saber muy bien por qué.

—Bien, veamos —prosiguió Betty rascando su cabeza—. ¿Ve usted...?

Alex la interrumpió con una sonrisa dibujada en los labios:

—Si el pasillo a mi derecha lleva al despacho del director, el pasillo a mi izquierda a la salida y el pasillo por delante lleva a mi despacho, ¿significa que el pasillo a mi espalda lleva al comedor?

Betty rió satisfecha. Y asintió con su cabeza. Había sido descubierta: —Puerta naranja de doble hoja, ventanas con cristal transparente y forma circular. —Le explicó.

»Fue un placer hablar con usted, Betty. Iré a buscarlo —Ella volvió a asentir sin decir nada más.



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En el texto hay: asesinos

Editado: 29.11.2020

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