Tardó una semana en volver a ver a Allan. Cuando lo hizo, se dirigió rápidamente a él. Le dio igual estar en el vestíbulo rodeados de gente.
—¿Dónde te habías metido?—le preguntó con reproche.
—Te expliqué que no nos pueden ver todo el tiempo juntos.
Rick suspiró y miró a su alrededor.
—Tengo alguna novedad, pero deberíamos ir a un lugar más privado.
—Guía tú.
Allan miró en derredor y lo guio por unos pasillos colindantes con la cocina que llevaban a cuartos de la limpieza. Después de comprobar que los pasillos estaban vacíos, entró en un cuarto lleno de toalleros llenos de ropa limpia y planchada y varios cubos vacíos.
—Oye, primero de todo, quiero que me contestes a una pregunta.
Allan enarcó una ceja.
—Bueno, en realidad quiero que me contestes a muchas, pero no creo que lo hagas.
—Lo intentaré.
—¿Ah, sí?
Suspiró.
—Debo empezar a hacerlo.
—Está bien. ¿Tú sabías que la descripción de la puerta de mi habitación había cambiado?
—Sí, debe haber cambiado hace un mes.
—¿Sabes por qué?
—Sí.
—¿Tú sabes lo que significa? ¿Tiene que ver con mi condición de p1?
—Sí a lo primero. Seguramente a lo segundo.
—Bien, pues dispara.
—No es tan sencillo, Rick—dijo Allan con pesar—¿Te encuentras bien?
—Sí.
Allan asintió. Evitaba mirarlo.
—Verás, quiero contarte lo que... bueno, lo que han hecho contigo, pero no sé como te sentirás entonces.
—Supongo que aliviado de saberlo, ¿no?
—Yo no sólo me sentiría aliviado.
—¿Qué más?
Allan sacudió la cabeza.
—Cada uno es cada cual. A ver, mira de sentarte en un cubo.
Rick se giró y miró a sus pies. Cogió el cubo más grande que encontró, le dio la vuelta y se sentó. Allan se sentó de rodillas delante de él.
—A ver... ¿por dónde podría empezar...?
Rick se quedó mirándolo sin decir nada.
—¿Recuerdas cuando te sacaron de casa?
—Más o menos. ¿Por qué?
—En realidad por nada, eso son cosas que ahora no vienen al caso y no tengo que contarte yo. ¿Seguro que te encuentras bien? Físicamente.
—Sí...
—Bien, bueno. Cuando te despertaste comprobaste que te habían operado.
Rick asintió.
—Te operaron antes de despertarte para implantarte un útero.
Rick abrió mucho los ojos.
—¿Cómo?
—Sí, deja que termine—dijo Allan haciendo gestos con las manos para que Rick callara.
—No, no, aguarda. No tienes en cuenta lo que estás diciendo. Puede que aquí hagáis esas cosas todos los días, pero en mi época eso apenas era algo experimental.
Allan lo miró un momento, sorprendido.
—Oh, vaya... Tienes razón. Bien, verás, hoy en día es de lo más común. Al menos en Pacific, todos somos iguales y los hombres pueden optar a la maternidad igual que las mujeres. Cambios de sexo, operaciones... todo lo vivimos con mucha naturalidad. ¿En tu siglo no?
Parecía sinceramente sorprendido por ello.
—Empezábamos a intentar verlo... Pero... ¿Qué tiene eso que ver conmigo? ¿Por qué han hecho esto conmigo?
—El porqué... no lo sé. Pero lo hacen con frecuencia aquí en Shadow, sin preguntar a nadie y sin esperar autorización por parte del paciente. Eso es lo que nosotros queremos denunciar, pero nos está siendo sorprendentemente difícil, y por eso esperamos que contigo sea diferente si te sacamos de aquí.
—Está bien... ¿algo más?
—Sí.
Rick asintió y respiró hondo, porque la expresión de la cara de Allan no le gustaba para nada.
—Dios, ¿de verdad no te has enterado de nada?
—¿Por qué debería?
—No sé, lo de la puerta...
—¿Qué tiene que ver?
—Todo. Eso es un libro abierto sobre ti. Y no lo has sabido interpretar desde el principio.
—¿Me lo aclaras?—preguntó Rick con impaciencia.
—¿Qué ponía la primera vez que entraste en tu habitación?
—"Richard Anderson, 25 años, no g, prioridad 1"—rezó Rick con aburrimiento mirando al techo—Nunca he sabido que es no g y ahora no se que es g... s4, creo.
—Es muy sencillo, Rick, no g era no gestante. Y g s4 significa gestante en la semana 4.
Rick se quedó mirando fijamente los ojos de Allan sin mostrar nada. Se le pasaron por la cabeza imágenes de chicos, chicos incluso más jóvenes que él, en el comedor. Pero él negó con la cabeza.
—No me lo creo—dijo, pero él en el fondo sabía que Allan no le engañaba. Aquél dolor que había sentido desde que despertó... Y la otra mañana...
No sabía qué sentía. Asco, repugnancia, rechazo, impotencia, injusticia. Negó con la cabeza.
—Te puede parecer algo desagradable, pero te prometo que en Pacific es algo... bonito. Es un avance en la medicina que ha ayudado a mucha gente a cumplir su sueño. Pero Shadow lo está usando para hacer cosas...
—¿Por qué? ¿Por qué lo está haciendo sin autorización? ¿Y por qué yo?
—No lo sé, Rick. Estas cosas suelen hacerlas por conveniencias genéticas. Hay gente que simplemente es totalmente inmune a una enfermedad. Un determinado gen... Dinero... Pero tú... No tengo ni idea, tío. Lo siento. Pero quería que lo supieses ya.
Rick se quedó un rato callado. Una parte de su mente lo rechazaba con aplomo, aquello no era cierto y ya está. Pero lo que él había sentido en las últimas semanas, el hecho de que Allan no era un mentiroso y algo más que él no entendía, le decían que aquello era real, que para eso lo habían despertado tanto tiempo después, y que por eso estaba allí. Pero en aquél momento no podía detenerse a pensarlo. Tendría tiempo de asimilarlo. Tenía... meses.
—¿Has dicho por dinero?—dijo, volviendo a sentir asco.
—Ah... Sí. También lo hacen por dinero. No todo el mundo puede ir a vivir a Pacific. Hay gente que simplemente es de aquí y hacen lo que sea por tener un bebé.
—Es...