Esa misma tarde, Rick supo que el director lo estaba buscando para hablar con él en su despacho. Puso los ojos en blanco y se encaminó hacia allí.
No tenía ganas de dar explicaciones y de hecho, creía que no debía darlas, pero si le contaba al director que de haber podido, se habría puesto en la mano un bisturí o cualquier otro objeto cortante... Porque Rick estaba bastante seguro de que era de lo que había pasado aquella mañana de lo que querría hablar Baltimore.
Iba a tocar a la puerta del despacho cuando esta se abrió y apareció Baltimore, ceñudo.
—Entra. Y siéntate—ordenó.
Ya no se molestaba en mostrarse tan amable. Cerró la puerta y se sentó delante de su escritorio como la vez anterior. Rick también se sentó en la misma silla que la otra vez y se quedó mirándolo, igual que él. Estuvieron un rato callados hasta que Baltimore chasqueó la lengua a apartó la mirada de la de Rick.
—¿Para qué engañarnos? Te has pasado esta mañana.
—¿Usted cree?
—Sí. Suerte has tenido que los Archer han dejado que vieras algo, lo cual en mi opinión no te mereces.
Rick se quedó callado. De nuevo esa sensación en el pecho. Baltimore volvió a mirarlo.
—¿Tienes la más mínima idea de lo que han pagado por ti?
—No me interesa, señor director—contestó Rick sin pensárselo mucho—Por lo que han pagado no debería nunca pagar nadie. Y por supuesto no es...
—No te atrevas a decirme para qué debe o no debe pagarme la gente. Tú estás aquí para servir y para callar, y por lo que veo, ser un p1 se te está subiendo a la cabeza.
Rick se quedó mirándolo en silencio. No parecía servir de nada ir a discutir con aquel hombre.
—Sé perfectamente que la otra noche intentaste escapar. Te diré la verdad, sospecho quién lo está haciendo, porqué, y de parte de quién. Te puedo asegurar, por la cuenta que me trae, que tú no saldrás de aquí.
El corazón se le estaba acelerando de una manera vertiginosa. ¿Cómo era posible que el hombre no lo oyera desde su posición? A él le martilleaba en los oídos... Respiró una sola vez profundamente, pero eso sólo sirvió para aumentar la sensación del pecho.
—¿Y si me quedara hasta el final?
Baltimore lo miró con superioridad.
—Después de eso seguirás valiendo demasiado. No.
—¿Y qué me hace tan valioso?—preguntó en un susurro afilado como un cuchillo.
El director sonrió con frialdad.
—Supongo que no te queda otra que pasar el resto de tu... vida, sin saberlo.
Rick bajó la cabeza. Visto así, no tenía mucho más que discutirle al hombre. Empezaba a marearse y era mejor que saliera de allí cuanto antes.
—¿Ha terminado?
El hombre se lo pensó todo lo que pudo.
—Supongo que sí. Pero debo ponerte un par de condiciones.
Rick levantó la mirada lo suficiente para verle la cara.
—Mantente todo el tiempo a la vista excepto que estés en tu habitación. Y piensa que como me des más pistas de quién intenta sacarte de aquí, será él, o ella, el que saldrá, pero ya te puedes imaginar cómo. Puedes marcharte.
Rick no volvió a mirarlo, pero se levantó con deliberada lentitud y salió del despacho. Una vez fuera de allí su pulso se fue normalizando y sólo le quedó una leve sensación de agotamiento. Aún así, se armó de valor y se paseó por todo el recinto. O todas las zonas comunitarias de este. Simplemente paseaba y buscaba lo más disimuladamente posible a Allan o a Vivian. Así se tiró hasta casi la hora de cenar, momento en el que entró en la biblioteca, más para sentarse que para otra cosa. Una vez estuvo instalado en un cómodo sillón, dejó caer la cabeza hacia un lado, cansado.
—Rick.
Le costó un poco abrir los ojos, pero sólo miró de reojo hacia donde había oído la voz de Vivian. "Aquí sólo hay cámaras en la zona de estudio", le había dicho Allan unas semanas antes. Primero se incorporó en el sillón, en parte para fingir levantarse lentamente, en parte porque se sentía exhausto. Luego se levantó y se marchó despacio hasta la estantería donde sabía que estaba al menos la chica. Levantó la vista y allí no había nadie, pero miró hacia el final del pasillo y la vio, ocultándose de nuevo al fondo del todo de la biblioteca. Fue hacia allí y delante del cuadro encontró a los dos chicos.
—Tienes cara de cansado—observó Allan enseguida.
—Baltimore sospecha de vosotros—dijo sin tapujos.
Vivian miró seriamente a Allan, que miraba al suelo, pensativo.
—Están organizando un operativo. Habrá que sacarte a la fuerza.
Rick lo miró con atención.
—El director va a ponerme restricciones. Si no consigo salir pronto mi prioridad 1 será una mierda.
—Por eso te estoy diciendo que te sacaremos a la fuerza. Seguramente mañana por la noche.
Rick bajó la mirada abrumado. Había demasiadas cosas que lo superaban.
—Baltimore me acaba de decir que esta gente ha pagado demasiado por mí como para dejarme ir. Vosotros queréis sacarme a toda costa porque también soy valioso para Pacific. Pero tanto para unos como para otros, ¿por qué soy tan valioso? ¿Quién pagaría una cantidad indecente de dinero por mí?
Miró a sus amigos. Vivian lo miraba preocupada y Allan mantenía la vista baja.
—Cuando corresponda, sabrás todo. Supongo.
Estuvieron mucho rato en silencio, hasta que Vivian habló de nuevo.
—¿Cómo nos organizamos?
Allan pareció volver en sí.
—Habrá que establecer bien el plan, que imagino que ya están haciendo ellos. Por aquí queda descartado salir, lo han tapiado firmemente. Habrá que intentarlo por los cuartos de las calderas de abajo y cruzar los dedos. Cuando sepamos todo te lo haremos saber, Rick. Mientras tanto haz vida lo más normal posible y no nos busques más. Vete ya a cenar.
Rick miró a sus amigos una última vez y se marchó sin decir nada. Cogió un libro cualquiera de una estantería y avisó de que se lo llevaba.