Lo cierto era que Arnie había tenido razón. En cuanto llegaron al hostal les repateó mil veces haber tenido que pasar dos meses encerrados en tan poco metro cuadrado. Allí no tenían una suite de lujo, pero al menos era una bonita habitación con decoración moderna y oriental, con ventanas al exterior, sofá, televisión... El único inconveniente era que sólo había una cama y que esta no estaba en una habitación aparte. Pero a pesar de tener una habitación todo en uno, la diferencia era para ellos bastante favorecedora.
La mañana que llegaron Rick agitó la mano desde la entrada del hostal con el corazón encogido. Kathy y Arnie les devolvieron la despedida contentos, pero el chico esperaba que no fuera la última vez que se veían ni que fuera a pasar nada.
—Estarán bien—dijo Vivian, muy segura—¿No piensas que el simple hecho de ser los buenos debería de ser garantía de que todo salga bien?
—Sí... No como a tus padres...—pensó. Ellos no estaban haciendo nada malo, y sin embargo...
Una chica muy alegre y bailonga los llevó por unas escaleras muy estrechas hasta la primera planta, donde les enseñó su habitación. Más o menos como en la residencia cúbica, les dijo que les traerían allí la comida con la debida regularidad y que el baño estaba en la misma planta, no muy lejos, pero no dijo nada de que no pudieran cruzarse con nadie.
Cuando estuvieron solos, Rick se quitó la capa, que dejó en un brazo del sofá, se puso su aparatito de música y se sentó con las piernas cruzadas en el sofá, con la cabeza apoyada hacia atrás. Durante la noche había dormido extrañamente poco y el viaje en coche había sido algo más largo y pesado de lo que se esperaba. Estaba más lejos del barracón de lo que había creído, y no sabía cuan lejos estaban de la base, pero decidió preguntárselo a Vivian cuando realmente estuviera preparado para saberlo.
Vivian se quedó mirando al chico. Kathy le había cortado un poco el pelo, pero seguía estando dentro de su estilo habitual. No sabía cómo se sentía a raíz de ver a Rick y a Kathy aquella mañana tan cerca el uno del otro. No había querido interrumpir, pero se había sentido muy incómoda. ¿No habría sido mejor, después de todo, que Kathy se hubiera quedado con Rick? Pero ya no le había dado tiempo a comentarlo a nadie... La chica se sentó despacio al lado del chico y se preguntó como lo haría la doctora para conectar tan bien con él. No era que el chico le pareciera especialmente complejo, simplemente que tal vez ella no sabía... Se quedó mirando la barriguita del chico y pensó que le encantaría tocarla. De hecho le apetecía desde que habían estado en el cubo, pero nunca había tenido coraje para decírselo. ¿Él querría? Alargó la mano y lo miró a él, que parecía dormido, y luego de nuevo hacia su objetivo, pero dudó, porque no sabía si...
—Hazlo—le dijo el chico con naturalidad.
Ella dio un respingo.
—¿Qué?
—Que lo hagas, me da igual—insistió él, y se le escapó una sonrisita.
Ella enrojeció y se quedó parada.
—De hecho, mira...—le dijo el chico, cogiéndole la mano y poniéndosela en una parte en concreto.
Ella lo miró y abrió mucho la boca. Sintió como allí claramente algo se movía. Le dio un poco de miedo e hizo ademán de quitar la mano, pero él se la mantuvo firmemente presionada. Hasta que empezó a verle el gusto. Aquello se movía un montón. ¿Cómo debía ser sentir eso dentro de uno mismo?
—Qué pasada...—se le escapó—¿No te hace daño?
Él negó.
—Pero dice Kathy que puede llegar a hacerlo más adelante. Quién sabe...
El chico bostezó. Le soltó la mano y Vivian la apartó unos instantes después, cuando se dio cuenta, por la forma en que le cayó al chico la cabeza hacia un lado, que se había quedado dormido. Rick se fue cayendo despacio hasta que ella se levantó del sofá y lo terminó de tumbar, todo sin que él se diera cuenta. Lo tapó con una manta, como de costumbre, y allí se quedó, durmiendo, hasta el principio de la tarde.
No se había dado cuenta de cuando les habían traído el almuerzo ni de cuando Vivian había estado comiendo en el suelo, justo delante de él, viendo la tele. La chica tenía habilidad comiendo con palillos y había comido todo lo que había querido. Y aún le quedaría bastante para comer al chico. Y cuando por fin terminó se giró y vio que el chico ya estaba despierto y mirando la tele.
—Creía que ya te quedarías aquí toda la noche—le dijo Vivian.
—Por nada del mundo, eso huele muy bien.
Ella asintió y le pasó un bol de fideos.
—Hace un rato me han avisado de que ya habían llegado a la base.
Rick se incorporó para sentarse y comer, y se quedó mirándola.
—Entonces... ¿debo entender que no estamos lejos de esta?
Vivian lo miró, al parecer sorprendida por la pregunta del chico.
—No. Está a unos pocos kilómetros. Es otra de las ventajas de estar aquí, pero por otro lado a lo mejor estamos más rodeados de vigilancia que en la residencia cúbica o que en el barracón.
Rick se quedó pensando en la respuesta de la chica, pero no mucho, porque le rugió el estómago de hambre y se puso a comer.
Pasaron la primera semana sin mucha diferencia con respeto a lo que hacían en la residencia. Rick sólo salía de la habitación para ir al baño y Vivian se ausentaba durante muy poco tiempo al día. Pero al tener una ventana que daba a la calle, Rick se entretenía mirando a fuera. Cierto era que varias veces al día pasaban patrullas por allí, pero como al parecer todos los residentes del hostal procuraban ser huéspedes intachables, realmente no había motivos para que los vigilantes tuvieran que entrar. Tráfico había muy poco por allí, pero a Rick le llamaba la atención que la mayoría de coches que había en aquel siglo eran pequeños y compactos como el que había llevado Arnie. Y muy silenciosos. Y alguna vez que otra se había dado un buen susto al pasar volando por encima del edificio algún que otro coche, más grande que los que sólo iban por tierra.