Jane

Capítulo 13

La mañana siguiente fue muy diferente a la anterior. Rick se despertó tranquilamente, totalmente en silencio, hasta el punto de que casi podía oír un zumbido continuo en los oídos.

Arnie había ordenado que tuvieran el barracón cerrado a cal y canto. Sólo por los pequeños ventanucos que había a la altura del techo, que eran imposibles de tapar, entraba la luz durante el día.

—De nuevo encerrados...—oyó que decía Vivian cabreada, desde la diminuta cocina.

Rick apareció en la puerta y se apoyó contra el marco, sonriendo. La chica estaba claro que estaba de un humor de perros, pero la cocina olía estupendamente bien a tortitas. Les echó un vistazo y vio que Vivian las estaba haciendo con muchos trocitos de algo oscuro y algo más claro.

—¿Qué les has echado?

—Fruta, cereales, nueces...

—¿Algo más?

Vivian le dirigió una mirada fría.

—¿Por qué tienes que quejarte?

—No me quejo—dijo Rick, tranquilo—Pero tal vez las has enriquecido un poco de más.

—Sí, ese bichito tiene que terminar de hornearse bien—dijo, asintiendo, convencida de lo que decía.

Rick se rió por lo bajo y vio que ella lo miraba, empezando a sonreír también. La pila de tortitas seguía ascendiendo.

—¿Para cuántos días estás haciéndolas? Mañana puedo hacer algo yo.

—Tú come. Mañana es otro día.

La chica hizo varias tandas más y las puso en la mesa, que Rick había estado preparando. Se sentaron y se pusieron a comer. Apenas comieron mucho más de la mitad, pero estuvieron jugando con la nata y el sirope. Rick llegó a pensar que no volvería a comer nada hasta la noche, por lo menos.

—Ni se te ocurra pensar que te voy a dejar estar sin comer tantas horas. Bichito tiene que comer.

—Que manía más fea tenéis de llamarla bichito.

—Bueno, pues ilumíname, ¿cómo la llamarás?

Rick negó con la cabeza, sin perder la sonrisa.

—Es mi secreto.

—Mary Gertrude.

Rick puso los ojos en blanco y dejó caer la cabeza entre las manos encima de la mesa.

—¿Aún tenéis Gertrudes en este siglo?

—Siempre hay gente clásica—contestó la chica, encogiéndose de hombros.

—Ya, pero ese nombre ya era clásico en mi tiempo.

—¿Y qué? ¿He acertado?

—Ni por asomo. Cuando la tenga conmigo te lo diré.

—Bah, eso es una creencia absurda. Yo quiero saber ya...

—Jane.

Vivian lo miró. El chico no la miraba, pero se le amplió la sonrisa al decirlo.

—Es precioso—dijo ella—Y... ¿sabes?

Rick levantó la mirada, curioso. Pero ella se lo pensó unos instantes y negó con la cabeza.

—Nada, déjalo.

—No, dime. Yo al final te he dicho el nombre.

—Ya, bueno, lo mío...—negó con la cabeza, buscando las palabras—No sé lo que sentiré cuando la vea. No se si me entiendes.

—No...

—Creo que la querré mucho, ya está—dijo, sintiéndose incómoda. ¿Cómo se tomaría eso Rick?

Rick paseó la mirada de ella a la mesa y de vuelta a ella, intentando comprender.

—No te sigo. Es normal que la vayas a querer, estás conmigo, me quieres, es mía... A mí me encaja.

Vivian lo miró con un interés renovado.

—¿Estamos realmente juntos? ¿Lo nuestro es algo? ¿Qué es?—Le estuvo preguntando, entrecerrando los ojos.

—¿Vamos a buscarle un nombre también a eso?—le preguntó de vuelta Rick, riéndose—Es obvio que si sentimos algo... Bah, da igual, tú estás conmigo y yo contigo, el tiempo dirá lo que somos, volvamos al tema.

—No sé si quiero volver al tema...

—¿Por qué no? Hablábamos... bueno, hablabas de la niña. ¿Ahora qué? ¿Me vas a explicar eso de que la vas a querer?

Vivian se quedó meneando la cabeza con exasperación e hizo ademán de levantarse, pero se le adelantó Rick.

—Tú cocinas, yo limpio—le dijo.

Ella se quedó mirándolo, enfadada. Rick la ignoró y retiró todos los platos de la mesa y los apiló al lado del fregadero. Se puso a limpiar. Sentía la mirada de la chica clavada en su espalda, pero decidió ignorarla.

A los pocos minutos, cuando estaba terminando de limpiar todo, Vivian apareció a su lado, se apoyó en la encimera, ceñuda, y se cruzó de brazos.

—Y...—empezó Rick—Hablando un poco de nosotros... ¿Qué harás cuando vuelvas a Pacific?

—¿Que qué haré? Seguir con mi vida, supongo.

—¿Y en qué se basa?—preguntó él, abriendo mucho los ojos.

—En trabajar.

—Oh. ¿Y trabajabas en...?

Creía recordar que la chica no había querido hablar de aquello la vez anterior, al hablar de ello en la residencia cúbica. Y de hecho, dejó de mirarlo y bajó la vista al suelo, mordiéndose el labio.

—En cosas. Es interesante... Ya veremos si allí...

—¿...Me lo cuentas?—se quedó apoyado con los brazos en la encimera, mirándola con los ojos ahora entrecerrados.

—Sí. Claro. Allí.

Rick asintió y dejó de mirarla.

—No sé si será la última pero... Te lo volveré a preguntar. ¿Me ocultas algo?

Y volvió a mirarla. Vivian puso los ojos en blanco.

—No.

—Y si lo hicieras, ¿me lo ocultarías?

Vivian lo miró un momento, enarcando una ceja, pero no dijo nada. Rick suspiró y se incorporó.

—Hay cosas que vale la pena ocultar, pero hay cosas que es absurdo hacerlo. Tú verás, pero me fastidiaría mucho...

—¿Sí?

—Nada—dijo, negando con la cabeza—Déjalo estar, tus razones tendrás, pero sólo digo que tal vez no es tan importante guardar ese secreto.

—No depende de mí.

—Ya—dijo. Pero se sentía apesadumbrado. Estaba harto de secretos y saber que la chica le ocultaba algo que tal vez no era crucial ocultar le daba mucha rabia.

Sintió que la chica le ponía una mano en el hombro y se lo apretaba. La miró. Le subió la mano hasta la mejilla y entonces se acercó a él y lo besó. Le pasó la mano hacia el pelo y se lo estuvo amasando. Le encantaba lo suave que lo tenía. Sintió las manos de él bajándole por la espalda. Lo miró un momento.




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