El viaje en coche se le hizo un poco largo. Sobretodo porque optó por callarse cuando el taxi tomó la aeropista. Simplemente se asomó, con temor, y vio la fiesta de luz y de colores que era la ciudad por la noche. Se fijó en que los carriles aéreos estaban delimitados por lucecitas, no es que los coches fueran por donde querían, como le había parecido al chico al principio. Lo que no sabía es si había algún límite de velocidad allí arriba, puesto que había coches que pasaban zumbando por su lado, y el taxi, a su vez, adelantaba a coches que iban más despacio.
Casi media hora más tarde Rick vio como el taxi tomaba un descenso a la derecha y sintió un vacío en el estómago hasta que sintió que volvían a tocar tierra, se metía por varias calles llenas de gente y restaurantes, y se paraba finalmente delante de un edificio muy alto. Rick salió del taxi algo mareado y apareció un camarero para recibirlo. Lo guió hacia dentro y de allí a un ascensor. Resultó que el restaurante estaba en lo más alto del edificio y que tenía todas las paredes de cristal con una panorámica de la ciudad. Le encantó.
El camarero le abrió una puerta y vio que lo llevaba a un reservado privado, con una pequeña mesita preparada para dos, y al fondo, en una barandilla, estaba apoyada Vivian. Se volvió cuando él entró y le sonrió recatadamente. El camarero les dejó las cartas encima de la mesa en silencio y se retiró.
Rick fue hasta la barandilla para ponerse al lado de la chica y no supo que hacer. ¿Debía besarla?
—Hola—lo saludó ella.
Él asintió, mirando las vistas.
—Hola—dijo con una sonrisa.
—¿Te gusta?
—Pues... sí. La verdad es que es espectacular. Pero, ¿por qué tanto?
Miró a la chica con la pregunta en la mirada.
—Bueno... supongo que alguna cenita nos teníamos que permitir. Ya que ha sido la única vez que he conseguido llamar tu atención...
Rick se encogió de hombros, algo avergonzado. Era cierto que ella lo había llamado alguna vez y él no había podido coger el teléfono. Pero tampoco le había devuelto la llamada, aunque fuera más tarde. Una parte de él aún quería vengarse de ella. La miró y admiró lo bonita que estaba. Era la primera vez que la veía maquillada y lo había hecho con disimulo. Sintió de nuevo una punzada de remordimientos.
—¿Sigues enfadado?—le preguntó directamente. Lo que desconcertó un poco a Rick, pero pensó la respuesta.
—No sabría decirte...
—Pues yo sí. Más que nada porque, en el fondo, no me arrepiento de nada. Hice lo que debía hacer. Me dijeron que no dijera nada y no lo hice. Me tomé mi trabajo en serio, y te saqué de allí.
Rick arrugó un poco el ceño.
—No sé como no me di cuenta. Demasiado... ¿Cómo lo diría? ¿Implicada? ¿Misteriosa?
Vivian se rió.
—Tampoco tanto.
—¿Y Allan? ¿También era agente?
—Sí, pero él ya llevaba unos años sacando a gente. No p1, pero sí otras personas que también lo necesitaban con urgencia. Pero contigo era diferente.
—Sí, y fíjate, aún no sé porqué. Sólo se que él murió por mí. Ojalá estuviera aquí.
Vivian vio que se había vuelto hacia delante y miraba el cielo, un poco ensimismado. Se quedó mirándolo, pensando en todo lo que debía decirle. ¿Cómo iba a hacerlo sin quebrar la paz y la tranquilidad que le veía en el rostro?
—¿Para qué me has mandado llamar? ¿Es sólo una cenita... romántica?
Vivian tardó un poco en reaccionar, pero su "mujer interior" como había dicho Kathy la hizo sonreír con malicia por dentro al centrarse en la pregunta.
—¿Quién dice que sea una cena romántica? ¿No me habías dejado?
Rick abrió un poco más los ojos y apartó la mirada de ella, incómodo. Vivian se rió al verle la expresión.
—Haremos una cosa, te cuento todo lo que tengo que contarte y al final de la noche decides lo que quieres hacer—le explicó ella.
—Así que el objetivo de quedar ha sido contarme cosas—afirmó él.
—Sí.
—¿Y de qué se trata?
—De ciertas cosillas... Pero, ¿sabes? Creo que empezaré por lo más... mundano. Temo que si empiezo por otra cosa lo demás no tenga importancia después.
Rick se rió al escuchar hablar a la chica. ¿Desde cuando ella se hacía la misteriosa de aquella forma?
—Te has metido mucho en el papel, ¿eh?
Ella negó con la cabeza.
—Hago lo que me han pedido—dijo con una sonrisa.
—¿Quién te ha pedido qué?
—Vamos despacito, ¿qué has estado haciendo? Me han comentado que has estado en Sunset Hills mucho tiempo.
Rick empezó a negar con la cabeza, con una expresión burlona.
—¿Este hombre se aburre? ¿No le basta con gobernar un país?
Vivian se rió, tapándose la boca discretamente.
—Tenía que informarme.
—¿A ti? ¿Por qué?
La chica se quedó mirándolo unos instantes, preguntándose por qué era tan inocente.
—En serio, ¿qué te ha contado?
—Que estás reformando la casa de tus padres y que estás haciendo emigrar a la gente de esta ciudad hacia una vida mejor.
Rick puso los ojos en blanco.
—Qué estupidez...
—No, está guay. A ver... me muero de ganas de ver como está quedando.
—Vale, pues si dejas de hacerte la remolona, mañana mismo te llevo. Tengo una preciosidad del 64 lista y...
En ese momento fue Vivian la que puso los ojos en blanco.
—Por favor, cásate con él de una maldita vez...
Rick se echó a reír.
—...antes de que vomite.
—Oye, oye, un respeto.
—Un respeto, tú. Yo no me hago la remolona, has estado ignorándome por una soberana gilipollez.
Rick la miró y vio que se había mosqueado un poco.
—Lo sé, y lo siento. Debería de sentirme halagado porque una agente como tú haya arriesgado su vida por venir a buscarme a una ciudad... como Shadow.
Vivian desvió un momento la vista, recordando una estación de tren... No. Volvió a mirarlo con fijeza.