Iban corriendo por el bosque, sin más. Inek estaba bastante seguro de haber casi igualado la velocidad del chico, pero no podía estar seguro porque a los pocos kilómetros de dejarlo atrás, él siempre terminaba posicionándose varios metros por delante. Llevaban así varios días, sin salir de la espesura, y tampoco tenían muchas ganas de hacerlo. Inek sabía que Chelesi estaba perfectamente. Iba del palacio a su casa y viceversa. Estaba un poco cansada de aquella rutina y el hombre sentía la ligera decepción que sentía por no haber salido de ella a raíz de conocerlo a él. Inek por su parte dejaba el tema y no pensaba en él. Sabía que la chica simplemente tenía la impaciencia típica de gente muy joven con demasiadas ansias. Tenía tiempo de sobras de vivir y él lo sabía.
Sabía que no debía tardar mucho más en salir, pero decidió darse un tiempo más con su amigo. Quería hablar con él. Avanzaron un rato más a través del río y cuando volvieron hacia los árboles de gruesos troncos, Inek aminoró el paso hasta que Karim se percató y lo imitó.
—Lo entiendo, estás cansado —dijo mirando a su amigo con una sonrisa burlona.
Inek se la devolvió con calma.
—No —dijo simplemente.
Karim caminó un poco más adelante que él durante un rato hasta que llegó al pie de un árbol que tenía un tronco al que invitaba a sentarse. Lo hizo y se quedó mirando con sorna a su amigo.
Inek lo imitó pero se sentó en el lecho de hojas. En aquel momento Chelesi se había visto obligada a acompañar a su ata al mercado a comprar varias cosas que necesitaba. Maldijo por un momento el hecho de que él estuviese tan lejos, pero sólo fue una milésima de segundo y luego se centró en pensar en lo que veía. Inek bajó la mirada y se preguntó cómo podía ayudarla a salir de aquella monotonía. Al oír esos pensamientos que en realidad no iban dirigidos a ella, la chica desconectó e Inek fue incapaz de leer nada más. Cabeceó con fastidio. Odiaba cuando la chica conseguía hacer cosas como aquella, porque hasta al cabo de unas horas no volvía a permitirle saber de ella.
—¿Has querido parar por algo en concreto? —le preguntó Karim, interrumpiendo el flujo de sus pensamientos.
Inek lo miró unos instantes hasta que volvió a conectar con su entorno y cayó en la cuenta de lo que le había preguntado su amigo.
—Sí, quería hablar contigo.
—¿Sobre qué?
Inek se encogió de hombros.
—Quería decirte que te quiero —le dijo con naturalidad. Se preguntaba cómo reaccionaba la gente de aquel planeta ante confesiones como aquella.
Karim lo miró algo más serio.
—Me alegro. Yo también te aprecio —le contestó.
Inek se quedó un momento ordenando sus pensamientos.
—Quería decírtelo porque… he perdido a varias personas importantes en mi vida. No quiero perder a más gente sin haberle dicho lo mucho que me importa. Sé que no llevamos mucho tiempo siendo amigos pero… te aprecio.
Karim se levantó de donde estaba y se sentó a su lado en el suelo.
—¿Quieres decir que se han muerto muchos amigos tuyos? —le preguntó con curiosidad.
—Oh, no sólo amigos… Pero sí. Mis dos mejores amigos. Hace mucho. Mi madre, la madre de mi hija, mi mujer, un… bueno, no sé si llamar a Arnie amigo, pero le tenía mucho aprecio. Sí, he visto marcharse a mucha gente.
Karim se quedó un rato en silencio y cuando creía saber más o menos qué decir, volvió a hablar Inek.
—Así que prefiero que tú sepas desde ya que eres importante para mí y que aunque seas un caradura eres una gran compañía para mí.
—Caradura… pero guapo. Admítelo.
—Karim, he dicho que te quiero. Que te aprecio, pero no estoy enamorado de ti, créeme.
—Lamento oír eso…
Inek le dio un golpe en el brazo y se echó a reír. Karim lo secundó.
Inek se levantó y se marchó corriendo de allí. El chico tardó en reaccionar, pero cuando por fin se levantó y siguió a su amigo tardó bastante poco en alcanzarlo.
Chelesi sin duda debía de haber leído la intención de su nihala de volver a casa, porque cuando Inek aterrizó en el balcón de su casa la encontró sentada en la mesa con Alas enfrente.
—¿Todo bien? —tanteó.
—Sí.
Pero Inek vio mucho más que eso. Estaba un poco agobiada y había acudido allí para verlo a él y para estar con Alas, que representaba un soplo de aire fresco para ella. Sin embargo, le mudó la cara cuando vio aparecer a Karim en el balcón. No se alegraba nada de verlo allí.
—Caradura, pervertido, sinvergüenza, crápula, ligón, presumido…
Inek prefirió apartarse un poco de la mente de la chica, que destilaba hostilidad.
—¿Ha ido bien? —preguntaba Alas nada más ver aparecer a su peni en casa, ajeno a la comunicación mental que se estaba llevando a cabo.
—Ha sido muy divertido y liberador, como siempre —contestó Inek en cuanto pudo.
—Me alegro por ti, a ver cuándo me dejas venir —dijo la chica en su cabeza con anhelo.
—Ten paciencia, te prometo que algún día vendrás y harás más que eso.
La chica no dijo nada, sólo pensó en las infinitas posibilidades que había, sin ser muy consciente de cuáles realmente. Inek pensó en ella con ternura. Le recordaba a él mismo cuando su ati no lo dejaba salir apenas.
—Bien —contestó Alas a lo que había dicho Inek —¿Quieres tomar algo, Karim?
—No, gracias. Sólo estaré unos breves instantes —contestó el chico procurando no mirar hacia Chelesi.
Inek miró a su amigo y luego a Chelesi, y de nuevo a Karim.
—Dices que has estado con todas las doncellas de palacio —comentó lentamente.
Chelesi se levantó y se acercó a Inek con paso lento.
—Créeme, más quisiera este.
Karim la miró con los ojos entrecerrados.
—Siempre te lo has tenido muy creído.