Jane parte 2. La comunión mental

Capítulo 10

Inek tenía la cabeza recostada en el asiento del copiloto de la nave. No se podía decir que estuviera mirando atentamente todo lo que pasaba según avanzaba la nave, pero tampoco le pasaba desapercibido. No, pero estaba repasando su despedida con Jane, dos días atrás, y el paisaje que veía empezaba a serle un poco indiferente. Al mirar a Karim aquella mañana había sentido una mezcla de sentimientos. En parte se quedaba tranquilo, porque sabía que aquella seguridad que veía en la mirada del chico garantizaban la seguridad de su hija y su nieta. Por otro lado, estaba claro que a Jane le apetecía que él se quedara con ellas. Y finalmente estaba el hecho de que Inek realmente lamentaba dejar allí a su amigo. Amigos. Pero George era obvio que iba a quedarse en la Tierra. No tenía planeado marcharse de nuevo a Kashiria por el momento. Pero que Karim no volviera con él en el trayecto de vuelta…

Tranquilo, no es como si no fueras a verlo más —le dijo Chelesi para tranquilizarlo.

Mmmm… ya, pero él es una gran compañía para mí cuando está.

Bueno. Tal vez ha llegado el momento de que vuelvas a internarte en el bosque conmigo durante varias semanas. No estuvo nada mal.

A Inek se le escapó una sonrisa al recordar, de mano de Chelesi, aquellos primeros días después de su comunión mental.

Ay, pillina, pero para eso no necesitas perderte en el bosque.

Inek percibió que, allí donde estuviera la chica, debía de estar riéndose.

Al llegar a Sin salieron los cuatro en silencio y se dirigieron al palacio. De camino, enseguida se dieron cuenta de que en las calles había mucha presencia militar. Inek pudo comprobar que los uniformes gris y rojo que él mismo y su ati habían vestido era el de los soldados vaturianos. Había patrullas de seis en todas las calles, alertas. Alas miró a Inek y este pudo ver incertidumbre en su mirada.

—¿Sabes porqué están aquí? —le preguntó.

Alas negó sin decir nada.

—No me parece muy buena señal —dijo Koshia —Vamos a hablar con Su Majestad cuanto antes.

Antes de que se pusieran en marcha, Chelesi ya había emprendido el camino hacia el palacio.

Aguarda.

No. Me preocupa lo que pueda estar pasando aquí. Esto no es normal, ¿comprendes? Supongo que tu ati no te lo dice para no preocuparte, pero no es para nada normal que el ejército esté en la calle.

Inek apretó el paso para ir con ella, seguidos de cerca por Alas y Koshia. Cuando llegaron, se les cortó el paso enseguida.

—Soy doncella de Su Majestad —dijo Chelesi, como si fuera obvio.

Los guardias fueron a protestar, cuando se quedaron callados de golpe y se apartaron pocos segundos después, sin decir nada. Inek comprendió que la reina se debía de haber puesto en contacto con ellos. Subieron la escalinata y siguieron a Chelesi hasta llegar al salón de trono. Chelesi se adelantó hasta llegar delante de la reina y allí inclinó la cabeza.

—Me alegro de volver a estar ante vos, Majestad —saludó.

La mujer la estudió unos segundos con atención y luego asintió.

—Y yo de ver que has regresado sana y salva, Chelesi.

La chica sólo levantó de nuevo la cabeza y se colocó a la derecha de la reina, junto a dos doncellas más, que hicieron como si nada.

Alas iba a hablar cuando lo hizo Lini.

—Habéis venido en cuanto habéis podido —dijo, como constatando un hecho.

—En efecto, Majestad —contestó Alas —¿Qué sucede? ¿Por qué habéis sacado el ejército a la calle?

—¿Dónde está Karim-Mune-Karish? —preguntó la mujer, ignorando la pregunta del hombre.

—Se ha quedado en Kalare —contestó Inek.

Lini asintió.

—Imagino que le habéis hablado de las condiciones de quedarse allí —dijo.

Alas miró un instante a Inek y se volvió a la reina de nuevo.

—Las conoce —dijo.

—No lo habéis hablado —dijo ella con una sonrisita de suficiencia.

Inek vio que su padre suspiraba y dejó caer la cabeza.

—No. Teníamos prisa por venir a vos cuanto antes.

—Pero, ¿qué condiciones? —preguntó Inek.

—Hay que mantener una discreción, Inek. En Kalare está claro que no somos humanos y hay que mantener una apariencia continuamente. Comportarnos como humanos. Pasar por uno de ellos y adaptarnos a su forma de vivir. Si Karim hace algo que nos ponga en evidencia…

—No lo hará —dijo Inek con seguridad —Si no, estoy seguro de que mi hija lo mata. No realmente, pero Majestad, no creo que debáis preocuparos.

La reina se quedó mirando fijamente al chico hasta que se echó a reír con recato.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Inek.

Alas lo miró como si no hubiera sido correcto preguntarle eso a la reina. Chelesi por su parte, también se rió. Las doncellas miraron a la chica y a su reina alternativamente como si se hubieran vuelto locas.

—Nada. Espero que le vaya bien —dijo la mujer.

Estuvieron unos instantes en silencio, en los que Alas se cruzó de brazos, impaciente.

—Majestad —empezó.

—Sí. Lo sé, el ejército —dijo Lini, poniéndose muy seria —Hace semanas que percibo una amenaza.

—¿De qué tipo? —preguntó Inek con interés.

—De otro lugar, de otra especie. Hay seres que no son como nosotros, Inek. Seres que sólo viven para la muerte. Otros vienen aquí para hacerse por la fuerza con nuestros recursos, en lugar de comerciar en el mercado vienen y nos saquean. Otros son superiores a nosotros y no nos hacen nada, no los detectaría como una amenaza. Pero esto… no sé, no me da buenas sensaciones.

—¿Y me vais a decir que no tenemos recursos de sobra para defendernos? —preguntó Inek.

—Depende de si los seres que vengan lo hacen para robar como te he dicho o lo hacen para matar. Si sólo vienen con afán de exterminarnos, y te aviso de que no es la primera vez, vienen en masa. Y como es eso lo que sospecho, cuantos más seamos, mejor.



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En el texto hay: planeta, tribus, alienígena

Editado: 24.07.2022

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