Jane parte 2. La comunión mental

Capítulo 17

Cuando Arceus llegó al camino de entrada encontró allí a Rick haciendo estiramientos. Claramente venía de correr por el barrio como hacía habitualmente. Se quedó mirándolo, primero sorprendido y luego con resentimiento.

—Ya era hora de que dieras señales de vida, macho —le dijo.

Arceus le devolvió la mirada y al hacerlo no pudo evitar pensar en su peni. La noche anterior… No, era mejor que no pensara en todo aquello en aquel momento, delante de su ati. ¿Qué pensaría él de todo aquello?

—¿Me vas a decir dónde has estado?

—Un poco por aquí y un poco por allá.

Inesperadamente, Rick se echó a reír.

—Joder, Arceus, qué mal mientes. ¿No sabes que esa frase es muy humana y muy interpretable? Vamos, hombre, dime dónde has estado.

—No te voy a decir nada, no eres mi padre.

—No, pero tengo más años de los que te crees y sé de qué va la cosa, espero que al menos esté buena.

Dicho esto se agachó y estiró los brazos hacia el suelo aparentemente sin que eso le representara dolor alguno en las rodillas.

—¿Buena?

—Sí, tu novia.

Arceus se quedó mirándolo fijamente y se alegró de que el hombre no le estuviera viendo la cara. Se acordó de nuevo de lo delicadamente sensual que era Alan en la cama. Le recordaba tanto a una mujer que escuchar el comentario de su ati lo había dejado muy descolocado.

—Me voy a por más ropa —susurró el chico.

Rick se levantó de golpe.

—¿Qué?

—Que me voy a por más ropa.

—Entonces, ¿te vuelves a marchar?

—Sí.

Rick se quedó un momento pensativo. Luego se encogió de hombros.

—Vivian me pidió que te dijera algo.

Arceus arrugó el entrecejo, sin comprender.

—Mi mujer. Quería ponerse en contacto contigo, pero tú no quisiste.

El chico se quedó escuchando.

—Dice que le digas que le quieres hasta París.

—¿Qué?

Rick se encogió de hombros otra vez.

—Sí, yo tampoco lo entiendo. Pero eso es lo que me dijo. Supongo que para que se lo digas a esa chica que te gusta. No sé qué relación tendrá, pero… Me pidió que le dijeras eso, pero sólo si la quieres de verdad. Eso parecía muy importante.

Arceus se quedó mirándolo con los ojos muy abiertos. Rick le aguantó la mirada con serenidad. Hasta que el chico sacudió la cabeza y volvió a entrar en casa sin decir nada más. Seguía pensativo cuando llegó a la entrada del salón y tanto Chelesi como Jenny se le echaron encima.

—¡Arceus, cuánto tiempo! —lo saludó Jenny, que se le abrazó a la cintura.

El chico le devolvió al abrazo después de dejar su bolsa en el suelo. Intentó dejar aquello que le rondaba los pensamientos para más tarde y prestarles atención.

—Vaya, ya creía que no volveríamos a verte —le dijo Chelesi. La chica también iba con ropa de deporte, pero iba descalza, no entendió muy bien porqué. Le devolvió una sonrisa.

—No vengo para estar mucho rato.

—Lo sé —dijo Chelesi encogiéndose de hombros. Miró un momento de forma elocuente hacia fuera, donde seguía Rick y de nuevo a Arceus.

—Está aquí Arceus. Fíjate, parece que sigue recordándonos, después de todo —oían que decía Rick a alguien

Oyeron la risa de Jane.

—Yo acabo de estar con tu hijo, ¿recuerdas?

—Sí, creo que se llamaba Alan —comentó Rick.

Chelesi puso los ojos en blanco.

—Ya os vale —susurró la chica.

Arceus la miró, interrogante.

—¡Anda, Arceus, hola! —saludó la chica al entrar en la casa —Acabo de estar con Alan en la cafetería.

El chico la miró. La chica se acercó a él por detrás.

—Lo tienes confundidísimo, ¿lo sabes?

—¿Por qué?

Jane se echó a reír.

—No lo sé, tú sabrás.

La mujer le guiñó un ojo y le dio un besito a Chelesi, que le sonrió y la miró con cariño.

 

 

 

¿Por qué aquella mujer, que no conocía él de nada, le decía que le dijera eso a Alan? Arceus estuvo todo el trayecto de vuelta pensando en aquello. Y si le decía eso, ¿qué pasaría? Y, ¿qué era París? ¿Sería algún sitio de Kalare? En Nagala no había ningún lugar con ese nombre, que él supiera.

Y por otro lado, en el caso de que se lo dijera, ¿lo sentía realmente? Al parecer esa señora le había pedido que se lo dijera si realmente lo quería. Él sabía que era así. Por supuesto que sí. No tenía ninguna duda. Pero Alan sí. Él veía que el chico tenía muchísimas dudas. O se las creaba él. Eso Arceus bien lo sabía, pero no comprendía porqué el chico lo hacía así. Pero tampoco intentaba entenderlo, él sabría. Aún así, no sabía si debía decirle aquello. Y, ¿por qué decirle a alguien que se la quería hasta un lugar? Los humanos eran extraños, pero si aquello iba a gustarle a Alan… Él le diría lo que hiciera falta.

Se acordó de repente de aquella misma mañana cuando Alan lo había mirado mordiéndose el labio inferior. Sabía que eso lo hacía porque llevaba a cabo una lucha interna. Arceus lo había estado besando y él había empezado a dudar. ¿Por qué? ¿Para qué, de hecho? Sí, pero no.

Al llegar a casa era casi de noche y Alan ya estaba por ahí haciendo la cena.

—Vaya, ya era hora. Creía que te quedabas en Sunset —lo saludó el chico con una sonrisa.

—No, no me habría quedado por nada —le dijo Arceus dejando la bolsa en el sofá —Recuerdos de tu padre.

Alan puso los ojos en blanco.

—Supongo que tendré que ir un día de estos.

—Supongo que no estaría mal.

—¿Qué pasa? ¿Has estado empatizando con él?

—Más o menos —contestó Arceus, riéndose.

Se acercó al chico y lo cogió de la cintura. Sintió que se le aceleraba el corazón y se entregaba al beso.

—Vamos, se me quemará la cena —le dijo, y se marchó de regreso a la cocina.

Arceus se quedó mirándolo, porque ya tenía la comida apartada del calor. Se rió para sí.



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En el texto hay: planeta, tribus, alienígena

Editado: 24.07.2022

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