Jane parte 3. La Tríada

Capítulo 12

—La leyenda al completo está recogida en un pergamino tan viejo que no sabemos cuánto tiempo tiene realmente —empezó Celesia —Pero no lo necesitamos para contaros todo lo que contiene.

—Dicha leyenda cuenta que en un lugar muy lejano de Nagala iba a nacer alguien con un remoto origen con el planeta —continuó Tai —En este caso, Alan.

—Pero yo no nací así. Cuando llegué a Nagala no podía cambiar —intervino el chico.

Tai asintió.

—Fue el cambio lo que activó tu poder. Si no hubieras cambiado jamás habríamos tenido la Tríada para defender a la reina en la actual situación.

—Ni hubiera habido takara shi —dijo Tanik.

—Exacto —confirmó Celesia.

Alan aún recordaba la primera vez que había visto al chico. Fue en el juicio de Arceus y el chico más bien le había dado miedo, y el breve instante en que habían intercambiado una mirada no había significado nada para ellos, en cambio una vez cambiado en vaturiano…

—Por lo tanto, la leyenda tenía razón cuando decía que debían darse unas ciertas casualidades para que el mestizo llegara y finalmente se activara su poder, pero lo importante es que así se ha producido —siguió Celesia —La leyenda especifica que la Tríada iba a aparecer para defender los intereses más importantes de Nagala, que en este caso es algo tan básico como la supervivencia. Ya sabemos que sin la reina no duraríamos mucho.

—Eso nos lo contó a mi peni y a mi la reina Lini, ¿cómo lo sabéis? —preguntó Alas.

—Porque la leyenda lo recoge —explicó Tai —Pero esta al completo sólo la conocemos nosotros.

—Da igual, aunque la conociera el resto del planeta… —intervino Inek —Bueno, al parecer hay quien ya no le convence ningún argumento, no quieren a Lini y punto.

Celesia lo miró con gravedad.

—No esperamos que la leyenda convenza a nadie. La vamos a usar para guiar a la Tríada, pero no podemos hacer nada más —contestó —Como decía, la Tríada iba a aparecer en un momento clave. Deben estar unidos, cuanto más, mejor, para explotar al máximo la fuerza que la diosa ha depositado en ellos. El núcleo de tal poder es Alan y Arceus y Tanik son el vehículo, si se les separa no podrán hacer nada.

—¿Y qué debemos hacer? —preguntó Alan.

—Debéis usar el poder de la diosa para dejar claro que es Lini quien debe reinar para que el reino vaturiano siga progresando. Que no servirá de nada bueno que la población se rebele y que debe ser lo que la diosa creadora diga. No nos merece ir en su contra.

—Ya, pero… ¿cómo? —insistió Alan.

—Eso no lo recoge la leyenda —dijo Tai como si fuera obvio.

—¿Cómo? —preguntó Alan.

—La leyenda termina diciendo que si vencéis la oposición Nagala conocerá la prosperidad y el período más largo de paz y armonía, lo cual sería muchísimo tiempo, porque Lini llevaba varios milenios reinando —explicó Celesia.

—Pero… pero… —decía Alan.

—Creo que lo que mi peni pretende… —intervino Inek —Lo que creía…

—Era que la leyenda le diría cómo solucionar el actual conflicto —adivinó Tai.

—Sí —contestó Alan.

—Pues siento decepcionarte, pero no —concluyó Celesia.

Alan dejó caer los hombros, derrotado. Arceus le pasó un brazo por los hombros y Tanik le cogió de la mano. Al instante los dibujos del chico se iluminaron, sorprendiéndolo. Celesia sonrió.

—¿Veis? Vuestra unión lo podrá todo.

—Ya, claro —dijo Alan con desánimo, viendo su torso y sus brazos brillar tenuemente.

—Cuando tus dibujos se iluminen de forma enceguecedora, estaréis preparados —dijo Tai.

—Pero ya os dije anoche que debéis solucionar cosas. La ceremonia es un comienzo. Muchos takara shi afirman sentirse diferentes después de pasar por ella.

—¿En qué sentido? —preguntó Inek con interés.

Celesia se encogió de hombros.

—Ya lo veréis —dijo simplemente.

—Ya, pero Alan y yo no somos takara shi —dijo Arceus con la mayor naturalidad posible.

—No importa —dijo Tai —Que vuestras mentes no puedan fusionarse no significa nada en este caso. Sois la Tríada, los tres seréis siempre algo más que simples parejas.

Ecs —pensó Tanik.

Tenías que hablar ahora.

Está bien. ¡Yupiiiiii! ¿Mejor así?

Alan pensó en un corte de manga, pero el chico no entendió el gesto. Estuvieron todos un rato callados, asimilando la información recibida, hasta que Celesia volvió a hablar.

—Lo que yo haría ahora es aislarme una semana, celebrar la ceremonia y luego seguir hacia Meraria, a ver qué opinan ellos.

—¿Qué es Meraria? —preguntó Alan.

—Detrás de la inmensa cordillera de Kimarai las montañas mueren en el océano más grande de Nagala —explicó Tai —Allí habitan los merevat, la tribu guerrera del mar con Coralia en cabeza. Y mar adentro está el reino del mar, donde Merara es la señora. Una nunca suele pensar como la otra. Son igual de guerreras, pero deberíais averiguar la opinión de ambas.

Alan miró a los dos chicos, que le devolvieron la mirada, serios.

—Más adelante está otra región —dijo Celesia —Pero eso aún os queda lejos. Centraos en el océano, y a ver qué os depara. Pero deberíais acudir pronto al lado de Lini, sospecho que os necesita.

—¿Entonces el plan es recorrer todo el planeta o estar al lado de Lini? —preguntó Tanik.

—Ya lo sabréis —dijo Tai enigmáticamente.

 

 

 

Llevaban dos días de encierro. Alan suspiró y cambió de postura. Estaba echado en la cama, porque no sabía qué más hacer. Le rugieron las tripas. Celesia y Tai sólo les servían una vez al día unos pequeños pastelitos que decían que eran para ayudarlos a purificar su cuerpo y su mente. Sólo se usaban en aquella ocasión para antes de la ceremonia. Eran un poco insípidos y no satisfacían mucho. Y tras dos días de sólo comer eso, Alan ya sentía mucha hambre. Se preguntó si los demás también comían aquello sin quejarse.




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